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sábado, 20 de enero de 2024

EL REGIMIENTO PROVINCIAL DE SEGOVIA: TRES VECES PRISIONERO EN FRANCIA.

El Regimiento Provincial de Segovia fue una unidad de infantería creada en el año 1766 durante el reinado de Carlos III. Estuvo integrado enteramente por soldados reclutados por sorteo en los pueblos de la provincia, en proporción a los habitantes de cada uno. Hubo 43 regimientos que surgieron en todo el reino como cuerpos militares de reserva y fueron pensados por la necesidad de contar con una fuerza para la defensa del territorio a un coste muy económico. Porque serían los pueblos los que aportarían el personal y vestuario y el Estado el armamento. En tiempo de paz los soldados permanecían en su casa y solo se reunía la unidad en la capital durante algunos días al trimestre en la llamada Asamblea, convocatoria de formación e instrucción, con alguna que otra práctica de tiro. Mientras el resto del tiempo sólo mantenía activas su plana mayor y sus compañías de preferencia (las de granaderos y cazadores), que a su vez también tomaron parte en diversas campañas. Algunos concejos, como el de Sanchonuño, destinaban unas dietas en metálico a los dos milicianos del pueblo cuando estos acudían a las convocatorias de Segovia.

El Regimiento se componía de un solo batallón de 720 hombres efectivos, repartidos en siete compañías de las cuales dos eran de soldados elegidos, las citadas de granaderos y de cazadores. La elección de sus oficiales se realizaba por parte de las jurisdicciones locales de entre la pequeña nobleza, sin que fuera preciso que contaran con experiencia militar previa. Es por esto que sería su primer coronel don Manuel de Campuzano Peralta y Arias Dávila, conde de Mansilla. Desde 1783 pasó a ser coronel del Regimiento Luis de Contreras Girón y de Peralta, Marqués de Lozoya. El sargento mayor, empleo hoy desaparecido entre el comandante y el teniente coronel, era el responsable de la instrucción y disciplina de la unidad.

El uniforme del Provincial de Segovia durante todo el siglo XVIII consistió en una casaca o chupa blanca con las bocamangas rojas, polainas en los pantalones blancos y tricornio. Su bandera la de los colores de la casa Borbón y en los extremos el escudo de la ciudad.

Si en un primer momento se pensó en estas milicias para defensa urgente del territorio nacional, la ausencia del ejército regular, caro de mantener y alejado de España en sus campañas militares, hizo que se emplearan estas fuerzas en diversos conflictos. Así, pronto veremos al Provincial de Segovia en la campaña contra la Convención francesa o Guerra del Rosellón, en la invasión de Portugal, Guerra de la Naranjas en 1801, y en la Guerra de la Independencia.

GUERRA CONTRA LA FRANCIA REVOLUCIONARIA.

 
La alarma en las monarquías europeas saltó cuando la cabeza de Luis XVI rodó en la guillotina revolucionaria francesa en enero de 1793. Ese fue el desencadenante de la guerra contra la Convención. El sentimiento de indignación contra Francia fue tan unánime en España, que provocó uno de esos movimientos colectivos, raros en la Historia, que hacen vibrar a todo un pueblo movido por un ideal común. Ni la guerra de la Independencia gozó de una tan unánime popularidad. Prelados y párrocos predicaban desde el púlpito esta nueva cruzada.

Por eso, la noticia de que el Regimiento Provincial de Segovia, compuesto por naturales de la provincia, estaba destinado a hacer la campaña, alegró a los segovianos de tomar parte en el conflicto. La declaración de guerra fue acogida con entusiasmo, y así, e1 obispo, que lo era don Alonso Marcos de Llanes, el Cabildo y muchos particulares, ofrecieron donativos para la guerra, tan cuantiosos algunos como el del Marqués de Quintanar, que entregó crecidas cantidades, o el del Marqués del Arco, que armó a su costa un grupo de soldados. D. Juan Bodega, vecino de Turégano, gratificó con 400 reales a los cuatro milicianos de su pueblo y ofreció mantener a dos más por dos años a su costa. Donativos humildes otros, como el de don Bartolomé Peral, maestro de Riaza, el cual ofreció toda su asignación anual: tres fanegas de trigo, tres de cebada y 160 reales.

En Cuéllar, Pedro de Alcántara y Burgos fue comisionado por el Ayuntamiento para conducir 21 voluntarios para servir en el ejército, que junto a otros 22 de la jurisdicción de Segovia, los entregó al gobernador militar de la Corte. Las gratificaciones hechas a los alistados de Cuéllar ascendían a 12.000 reales en efectivo. Habían intervenido en su recluta el Ayuntamiento, pero sobre todo el alcalde mayor del duque de Alburquerque, el cabildo eclesiástico, el patronato de la Magdalena y particulares. Todo ello a pesar de hallarse el pueblo muy decaído por las tormentas sufridas en la Tierra ese año. Pedro de Alcántara, que era su nombre de pila, había ofrecido también a uno de sus hijos como recluta para esta guerra contra los franceses; lo sustraía así de la justicia, pues estaba acusado de haber maltratado y causado la muerte a una hija de Laureano López, vecino de Vallelado. El entonces marqués de Cuéllar, con grado de teniente coronel, se hallaba también sirviendo en el frente de Navarra como ayudante de campo, nos referimos a José María de la Cueva y de la Cerda.

Los Pirineos serían el frente natural en este conflicto y España emplazó allí tres ejércitos. El de Cataluña, al mando del general Ricardos, fue el más numeroso con 40.000 hombres porque sería en la zona oriental, en el Rosellón, donde iba a desarrollarse la parte más importante de la contienda. La guerra empezó bien por los éxitos conseguidos por Ricardos, hasta el punto de que en las parroquias de la diócesis de Segovia se mandaron misas de acción de gracias por la buena suerte de nuestros soldados. El frente occidental, el de Navarra, con la mitad de efectivos militares que el ejército de Cataluña , se esperaba que fuera un teatro secundario en las hostilidades. Allí habían sido destinados los más de los Regimientos provinciales: los de Segovia, Logroño, Ávila, Plasencia, Sigüenza, Soria, Burgos, Toledo y León. 

Sería en el frente navarro donde el Provincial de Segovia tendría su bautismo de fuego al mando del Marqués de Lozoya, que era su coronel, y cumplió sobradamente con lo que se podía esperar de esos soldados. La misión del ejército en Navarra era la de contener al enemigo, sin renunciar a llevar a cabo alguna ofensiva que distrajese por aquellos lados sus fuerzas cuando fuera necesario. El regimiento provincial segoviano se vio envuelto en la mayor parte de las operaciones que configuraron la guerra, llegando incluso a tomar parte en operaciones de destacado nivel ofensivo. Es por ello que empezaron a llegar las primeras noticias de bajas del Provincial a Segovia, como la del miliciano de Cantalejo Bernabé Sanz, que dejaba viuda joven en su lugar de nacimiento, a la que había dejado como heredera universal.

Los historiadores poco o nada se han ocupado da la campaña de Navarra. Sin embargo, no faltaron en ella hechos gloriosos de valentía en los primeros meses, y de tenaz defensa en las últimas y desdichadas fases de la guerra. Para el caso del Provincial segoviano contamos con la correspondencia de la mujer del coronel, Doña Juana María de Escobar y de Silva, convirtiéndose sin querer en corresponsal de guerra. Las cartas de la marquesa , que siguió en su coche de mulas al regimiento que mandaba su marido y del cual era oficial su hijo, son preciosos documentos para seguir las vicisitudes de la guerra en el Pirineo navarro.

Ruinas de la fábrica de armas de Eugui en el curso alto del río Árga.

En 1794 el curso de los acontecimientos cambió, motivado por el decreto en Francia del reclutamiento general para la constitución de un ejército nacional y la determinación de invadir la frontera de Navarra por lo que la actividad se incrementó en este sector. El general Ventura Caro mandó a los segovianos al puerto de Ibañeta, en Roncesvalles, en donde desde junio de dicho año los franceses llevaron la iniciativa. El ejército francés ocupó Baztán y las Cinco Villas. A lo que siguió la destrucción de las fábricas de armas de Eugui y Orbaiceta, la primera de las cuales ya nunca volvería a ser reconstruida. En la defensa de Eugui, objetivo estratégico por ser fábrica de armas y municiones, estuvo también el Provincial de Segovia rechazando el ataque de fuerzas muy superiores hasta su rendición. Hubo más de 200 bajas en estas operaciones, de alguna de las cuales da cuenta la mujer del Marqués de Lozoya, como la de un soldado de Aldea Real.

El segoviano Tomás Rodrigo, sargento del Provincial, había sido herido ya a principios de la guerra y estuvo en la heroica defensa de la fábrica de Eugui, donde fue hecho prisionero y llevado a Francia junto con otros oficiales y muchos soldados del Regimiento. Sería la primera vez en su historia que la unidad segoviana era conducida como cautiva a territorio francés. Se fugó de este presidio el sargento Rodrigo y dio a su vuelta cuenta del buen estado de los prisioneros segovianos, a los que los franceses tenían en consideración por el heroísmo demostrado en la defensa de la fábrica de armas. Asegurando el sargento que no tenían el mismo trato con los prisioneros de Figueras, la belle inutile, cuyo baluarte defendido por 9000 hombres había capitulado ante el francés sin disparar un solo tiro; a estos los miraban con desprecio, sin embargo que los pobres muchos eran inocentes.

La Paz de Basilea puso fin al conflicto y como quiera que el resto de países europeos ya habían firmado por su cuenta con Francia, y por el desgaste propio de la guerra, París y Madrid hicieron lo propio renunciando por la misma los franceses a los territorios ocupados. Sólo reclamaron la parte occidental de la isla de Santo Domingo, Haití.

En septiembre de 1795 el Provincial de Segovia partía desde tierras navarras de vuelta a casa. Así lo relata Doña Juana, la mujer del coronel: Gracias a Dios he visto salir el regimiento hoy martes 15 muy lucido, llevando las compañías de granaderos y todo él con una gente hermosa, habiendo salido Luis delante a caballo, y los demás oficiales donde les correspondía, hasta que todos tomaron sus caballerías, y marcharon muy contentos.

EL PROVINCIAL DE SEGOVIA EN LA FRANCESADA: DEFENSA DE CIUDAD RODRIGO.

Ciudad Rodrigo
Por el Tratado de de Fontainebleau en 1807, España y Francia, ahora aliados, daban vía libre a la invasión de Portugal. Ésta se realizó por un ejército combinado hispano-francés que a finales de dicho año ocupó Lisboa. Para esta operación fueron movilizadas las dos compañías de élite del Provincial de Segovia, granaderos y cazadores. El grueso de la unidad, con su coronel el Marqués de Quintanar, fue enviada a La Coruña como guarnición para vigilar las costas. Allí seguía en mayo de 1808 cuando se inició el levantamiento contra los franceses. El coronel se unió con su Regimiento a las fuerzas del marqués de La Romana, participando en las operaciones en la retirada desde Burgos a Galicia, combatiendo luego en El Bierzo y Salamanca, y sobre todo en la sitiada plaza de Cuidad Rodrigo, entre febrero y julio de 1810.

El general Pérez de Herrasti
El general Pérez de Herrasti dirigió la defensa de dicha plaza salmantina durante el sitio realizado por tropas francesas que comandada el mariscal Ney. Estas tropas galas estaban compuestas por 65.000 miembros, mientras la guarnición defensora de la ciudad eran 5500 españoles. Para entonces quedaban sólo 311 hombres del Provincial de Segovia, que aún así estuvo cubriendo el espolón llamado de Santiago en el baluarte salmantino, bajo el mando de su coronel, su teniente coronel Francisco Mendiri y su sargento mayor Fernando Mateos, con el mayor celo y vigilancia. Según el informe que redactó Herrasti todos sus oficiales y tropa desempeñaron su deber en las ocasiones que se ofrecieron con el honor correspondiente. Tuvo el Provincial de Segovia durante el sitio 9 bajas y 43 heridos, todos ellos de tropa salvo un oficial. Cuando al final la plaza capituló, las tropas que la habían defendido fueron enviadas a un penoso cautiverio en tierras de Francia. Segunda vez que nuestro Provincial pasaba por este trance. Se cita el depósito de Macon (Franco Condado) como uno de los lugares donde estuvieron presas las tropas después de la capitulación de Ciudad Rodrigo.

Manuela Troncoso
Otro centro de internamiento de presos fue Charleville, en las Árdenas, donde recaló la gallega Manuela Troncoso, mujer que se alistó voluntariamente en el Provincial de Segovia, donde servían su marido Fernando Miravalles como sargento y su hijo de diez años, fruto de su primer matrimonio, como tambor. Participó Manuela Troncoso uniformada como soldado en la defensa de Ciudad Rodrigo y se hizo merecedora de los consiguientes reconocimientos. Aparecen documentados junto a este matrimonio en Francia otros soldados segovianos como Juan Palomino, de la capital, o Santiago Esteban, de Navas de Oro. Los segovianos recuperaron su libertad en 1814, tras la abdicación de Napoleón.

Por el valor demostrado en Ciudad Rodrigo, hubo ascensos entre los oficiales y medallas también para soldados del Provincial de Segovia. Fernando Mateos, Fernando Valdés, Juan Soldado y Juan Pío Quijano, sargento mayor y capitanes del Regimiento Provincial de Segovia, fueron ascendidos al grado de teniente coronel. Francisco Javier Mendiri a coronel y el coronel a brigadier. Francisco Herranz, Ángel Díaz y Vicente Torices, soldados del Provincial, recibieron la cruz pendiente con una cinta morada, que tenía grabado por un lado las armas de Castilla, y en el reverso un letrero que decía: Valor acreditado en Ciudad Rodrigo.

El advenimiento del Trienio Liberal en 1820 determinó que el primer alcalde constitucional de Segovia fuera Fernando Mateos, coronel de los ejércitos nacionales y sargento mayor del Provincial de la ciudad. Todo un desconocido de la historia local, salvo por su hoja de servicios en el ejército de la que hemos dado aquí algún retazo. Cuando los cien mil hijos de San Luis irrumpieron en España para volver a reponer al rey felón Fernando VII con todos sus poderes en el trono, el Provincial de Segovia estaba de guarnición en la ciudadela de Pamplona. Allí capituló, con el resto de los defensores, después de un prolongado asedio en septiembre de 1823. Para evitar represalias de los absolutistas navarros, los franceses determinaron trasladar como prisioneros a las tropas de la ciudadela a su país. Sería ésta la tercera vez documentada en que el Regimiento Provincial de Segovia estuvo cautivo en Francia en un corto periodo de treinta años.

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