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jueves, 7 de abril de 2016

LOS LÓPEZ DE CÓRDOBA HINESTROSA EN CUÉLLAR (2ª PARTE)

En la primera parte nos referíamos al origen cordobés de la familia López de Córdoba Hinestrosa y a su establecimiento en Cuéllar en las primeras décadas del siglo XV. Leonor López de Córdoba, mujer singular, y Ruy Gutiérrez de Hinestrosa serían los ancestros andaluces del primer Hinestrosa en la Villa. Si bien no se podía asegurar, en base a la documentación que aporta Melchor Manuel de Rojas, que el primero en establecerse fuera Ruy González de Henestrosa o Ruy López de Henestrosa.
Hijo de Gabriel López de Henestrosa, descendiente de los anteriores, fue Martín López de Córdoba Hinestrosa, mejor documentado que sus antepasados y que es el protagonista de esta segunda parte.
Preocupado Rojas porque sus contemporáneos no le reprocharan que elogiaba a los que con él tuvieron parentesco, es muy conciso en los datos que señala sobre Martín López: fue Maestresala del rey Enrique IV y también Regidor de esta Villa de Cuéllar. Su familia es oriunda de Córdoba y desciende de los antiguos Señores de Vizcaya. Su casa está en San Pedro y afrenta con la de los Rojas.
Muy poco, pero podría haber escrito mucho más, habida cuenta de que sabemos que Rojas tuvo en su poder el testamento de Martín López que éste otorgó en el año 1523 ante un escribano cuellarano. Aprovechando este documento, que también obra en nuestras manos, trataremos de ir más allá, tal vez donde Melchor de Rojas habría llegado si además de lo dicho, la velocidad con qué escribió sus Apuntaciones, le hubiera dejado más tiempo.
Pero antes de abordar el desarrollo del testamento de Martín López, expondremos los datos biográficos aportados por otras fuentes e historiadores. Con ellos, sin que podamos precisar la fecha exacta de su nacimiento ni de su muerte, ya que cuando redacta su testamento todo indica que goza de perfecta salud, podemos establecer que vivió el último tercio del siglo XV y el primero del siglo XVI (circa 1465-1530). El análisis forense de su momia, hallada en su sepultura de San Esteban, establece que pertenece a un varón de entre 55 y 70 años.
En el año 1499, aparece Martín López como regidor en el Regimiento de la villa que va a encargar la redacción de las Ordenanzas de dicho año y que luego serán reformadas en el de 1546. En el año 1503 va a la guerra contra Francia acompañando al II Duque Francisco Fernández de la Cueva. Se trata de la Campaña de Salses, en el Rosellón, que se saldó con la retirada de las tropas francesas en cuanto apareció el grueso del ejército de D. Fernando. No era la primera vez que el Duque se movilizaba en servicio del Rey Católico y en defensa de los intereses de la corona de Aragón.
En 1506 sigue como regidor de la villa. Firma como testigo en la cesión de una casa y portal de la parroquia de San Miguel arrendada al Regimiento de la villa para su uso.(1)
En los años 1508-1509 encarga que se exculpan los sepulcros en piedra que habrán de recibir los cuerpos de él y de su mujer, Isabel de Zuazo.
Sin duda, las propias bulas adquiridas por Isabel de Zuazo aportan información sobre la cronología del matrimonio. La fecha de la más antigua (1484) no presupone que Isabel ya estuviera en Cuéllar casada con Martín López, la podía conservar, con otras, de su etapa de soltera y haberla traído a Cuéllar desde su Olmedo natal. Lo que se puede afirmar es que las décadas puramente fértiles del matrimonio fueron la última del siglo XV y la primera del XVI. Esto en base a las bulas tomadas en el año 1498 donde se citan las adquiridas para sus hijas Ana, María y Francisca, que serían niñas. Faltan Diego, Beltrán y Juana, que tal vez no habrían nacido. Cabe pensar que para el caso de los niños varones no había costumbre de adquirir bulas.
Bulas propiamente pedidas por Martín López son las de difuntos, tomadas también en dicho año de 1498, para sus cuatro abuelos y sus padres, todos perfectamente identificables. No así la que tomó para una tía, que por su testamento podríamos identificar con Leonor López de Córdoba, hermana de su padre Gabriel López, a tenor de lo que nos aporta dicho documento.
La preocupación por la salvación eterna de sus almas, además de las bulas que fueron adquiriendo a lo largo de sus vidas, llevó al matrimonio López de Córdoba-Zuazo a fundar dos aniversarios en la iglesia de San Esteban, año de 1522, un año antes de la redacción del testamento, en el que curiosamente no aparecen explícitas. Estos aniversarios suponían la aplicación de misas y responsos sobre las sepulturas de sus antepasados el día de Santa Catalina y el lunes después de la Santísima Trinidad.
Hasta aquí lo que nos aporta la documentación. Podemos conjeturar si no acompañaría al Duque también a la batalla de Villalar, en defensa del Emperador, en 1521. Él y alguno de sus hijos. Pero esto está por documentar; el contexto de las Guerras de las Comunidades sí que lo vivió desde su cargo de regidor por el estado de los caballeros en el Regimiento de Cuéllar. Que no sintiera la llamada de la conquista americana, como sus sobrinos los Rojas, sí que parece una realidad, y ni él ni sus hijos, Diego y Beltrán, constan en esa aventura. La posición social y económica, bien asentada en la villa, de la familia tal vez hiciera innecesario correr riesgos.

EL TESTAMENTO: IN DEI NÓMINE, AMÉN.
En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, tres personas y una esencia divina, Amén. El testamento de Martín López de Córdoba Hinestrosa comienza, como ya estaba establecido en la época, con un preámbulo religioso, lleno de formulismos y de alabanzas a la Virgen, así como las habituales consideraciones en torno a la angustia y asunción de la muerte como algo natural e inevitable.
En el caso de Martín López, no dice que esté enfermo en el momento de testar. Lo que indica, en contra de lo que es la norma, que fue un testamento hecho con tiempo, no veía peligro de muerte inminente en ese momento. Pretendía de esta manera dejar bien atado todo lo concerniente a sus mandas espirituales, pero, sobre todo, lo relativo al reparto de sus bienes entre sus herederos, incluida la fundación de un mayorazgo en la persona de su hijo mayor varón, Diego López.
Después del preámbulo religioso, y asumido el cuándo, continúa el testamento con la expresión de dónde y cómo quiere ser enterrado: que mi cuerpo sea sepultado con el hábito de San Francisco, que yo tengo por su carta que para ello me dio Fray Martín de Béjar, y que mi sepultura sea en la Iglesia del Glorioso Mártir San Esteban, en la capilla mayor de ella, en la sepultura delantera de las dos que yo hice hacer, que están fronteras a los arcos y bultos donde están sepultados mis terceros aguelos, Alonso García de León, contador que fue del rey don Enrique III, y Urraca García de Tapia, su muxer, y con ella Gabriel López de Córdoba y de Hinestrosa, mi señor padre y su biznieto de los dos.
Texto esclarecedor tanto para saber quiénes ocupaban las sepulturas del lado del evangelio de la iglesia de San Esteban, como para estar seguros de que la momia de su sepultura corresponde a Martín López, amortajado con el hábito franciscano de lana con su cordón. Este deseo de enterrarse con hábito de fraile, dominico o franciscano, estaba muy extendido ya desde el siglo XIV y se vería incentivado, en el caso de Cuéllar, con la presencia de una Orden como la franciscana, modelo de humildad y pobreza. Sin embargo, esta costumbre no fue solo una moda medieval y se perpetúa en el tiempo más allá de lo que cabría pensar. Son numerosos los testamentos de cuellaranos del siglo XVIII que siguen ordenando ser enterrados con el hábito de San Francisco, bien en San Esteban o en la parroquia que a cada uno le correspondía, incluido el propio Melchor Manuel de Rojas, en el año 1765.
Continúa el testamento de Martín López con las honras fúnebres del día de su entierro y siguientes, cuyo boato es proporcional a la categoría social del difunto. Por un lado, convoca a todos los clérigos del Cabildo cuellarano, que deben asistir con las respectivas cruces de sus parroquias. Este acompañamiento de las cruces parroquiales, que portaban los sacristanes, era habitual en los entierros de personas de categoría, los más ricos y los propios clérigos del Cabildo, que lo tenían recogido así en sus estatutos. Esta puesta en escena daba lugar a ceremonias solemnes y muy vistosas, que imitaban también en sus entierros los pudientes y los curas de las aldeas de la Tierra de Cuéllar que se agrupaban en cuatro cabildos eclesiásticos (Cuartos).
Por otro lado, convoca también a la comitiva de su entierro a las cofradías de las que él era cofrade, aunque no dice cuáles son. Con seguridad sería de la de la Cruz, cofradía por excelencia de la aristocracia villana. Y es posible que lo fuera de la de San Gregorio, en la iglesia de San Esteban, aunque él era, por proximidad de su casa, feligrés de la de San Pedro. Para la fábrica de dichas dos iglesias dejará doscientos maravedíes a cada una.
Expresa que su cuerpo sea sepultado con misa mayor y las honras correspondientes a la calidad de su persona, que se prolongarán durante tres días. En estos ceremoniales, manda se lleven como ofrenda ocho fanegas de trigo, diez cántaras de vino y cuatro carneros. Ordena encender seis hachas de velas, cuatro en el altar y dos en su sepultura, delante de la cruz.
Para los conventos de San Francisco y de Santa Clara de la villa manda sendos lotes de una fanega de pan cocido y dos cántaras de vino con un carnero.
Pensando en los pobres, ordena que se dé de comer a cuantos fueran a su casa el primer día, lo que hace pensar que el cuerpo era expuesto para su velatorio en el propio domicilio. Manda a sus testamentarios que den medio real a cuantos pobres vergonzantes hallaran en la villa y sus arrabales, con condición de que rogaran por su alma.
Las mandas piadosas por su alma se complementan con un treintanario en San Esteban y las misas de San Amador. Encomienda al monasterio de Santa María del Pino, en La Mata, del que era cabeza de su Patronato, otras tantas misas con limosna de mil maravedíes. Ordena un generoso añal (doce fanegas de trigo más el vino y cera) que se irá aportando los domingos en la misa según que en esta villa se hace.
Se concluye con el cabo de año en el que se vuelve a repetir el mismo protocolo y convocatoria de gentes (cabildo, cofrades, pobres, limosna a los conventos...) que el día de su entierro.
FUNDACIÓN DEL MAYORAZGO: DIEGO LÓPEZ.
Para mantener un nivel económico digno a lo largo del tiempo, la nobleza procuraba salvaguardar la integridad de su patrimonio mediante el establecimiento de mayorazgos. El mayorazgo constituye una forma de propiedad vinculada, legalmente inealineable, que debía de ser transmitida intacta a las sucesivas generaciones. Sin entrar aquí en los diferentes tipos de mayorazgos que había, se puede decir que el que fundó Martín López en su hijo mayor, Diego López, lo hizo sin agraviar en lo económico los derechos de su otro hijo, Beltrán López. La parte que heredará el menor es equivalente en su valor (300.000 maravedíes) a la del hermano mayor, pero en este caso sin estar sujeta a las normas de mayorazgo.
Además de los bienes que constituirán el mayorazgo es importante destacar cómo Martín López indica que le cede a su hijo Diego, como cabeza del mayorazgo, todo lo que yo he gastado en el estudio, lo que nos da cuenta de que éste tenía cierta formación, lo que no sabemos es de qué nivel.
Pasando al mayorazgo propiamente dicho, éste se fundará sobre la casona solariega de la familia, en la que vive Martín López, cuyos linderos quedan bien especificados: de la una parte la calle que sale de la de San Pedro y va a dar en la puerta de Carchena y de la otra la cerca de esta villa, delante de la Puerta de San Pedro, las cuales yo le mando con el dicho gasto de estudio... y que las dichas casas vengan en su hixo mayor varón desde ahora en adelante para siempre (...) con condición que no las pueda vender ni enajenar, ni parte de ellas...
La propiedad más importante sobre la que se fundamente el mayorazgo en lo económico parece ser el molino de Gómez Sancho, en el Cega, del que se habló en la primera parte y que fue adquirido por su padre Gabriel López. Se completa esta heredad con la correspondiente pesquera del molino y con tierras y un alamar entre el citado río y el Cerquilla. Una cláusula establece que mientras vivieran las hermanas de Diego López, María y Juana de Hinestrosa, que eran monjas de clausura en las clarisas de Rapariegos, se les había de pasar una pensión de cuatro ducados anuales a cada una.
Recibe Diego López, en mayorazgo, toda la hacienda que Martín López tenía en San Cristóbal y Vallelado, más la heredad de San Mayor y La Esa, con su palomar. Destaca el horno de hacer tejas que le deja en Lastras de Cuéllar.
Le manda también las tres partes de las casas que yo tengo en el lugar de Frumales, las cuales fueron de Gómez de Rojas y de la señora, mi hermana, María de Torres, su mujer, que hayan gloria, las cuales compré, según de que les cupieron por sus suertes a sus hijos Manuel de Rojas e Francisco de Rojas e Gabriel de Rojas, con todo lo que les pertenecía.
Termina lo que le corresponde al hijo mayor, por mayarazgo, con tres viñas que se hallan en el término de Óvilo y que se sitúan todas en su ladera.

PATRONATO DE ALONSO GARCÍA DE LEÓN.
Alonso García de León, llamado el de Cuéllar, fue persona muy vinculada a la villa, su regidor y procurador; Alcaide del alcázar de Segovia y Contador Mayor de Enrique III, que le cita en su testamento. Fundó el Monasterio de Nuestra Señora de Gracia del Pino y una Capellanía perpetua en la Ermita de San Julián. Tatarabuelo de Martín López de Córdoba Hinestrosa, en éste había recaído el patronato de sus fundaciones por línea femenina de su abuela Urraca Alfonso de León.
Alonso García de León es el titular, junto con su esposa Urraca García de Tapia, del sepulcro del lado izquierdo de la iglesia de San Esteban. Ambos aparecen representados en esculturas de bulto redondo en dicha sepultura, en frente de la de Martín López y su mujer, Isabel Zuazo.
Alfonso García de León y su mujer, habían otorgado en 1403 un documento por el que donaban al Cabildo de Clérigos de Cuéllar una aceña y otros bienes en San Miguel del Arroyo. El Cabildo se comprometía a realizar una serie de misas por el remedio de sus almas y de los que tenían cargo. Esto constituía una Capellanía perpetua y los otorgantes de dicha Capellanía la establecen con el Cabildo porque consideran a esta institución más duradera en el tiempo que la propia familia, para garantizarse que se cumplirán sus mandados. Sin embargo, cien años después, Martín López tuvo que actuar al respecto porque el Cabildo no estaba cumpliendo con lo establecido. El pretexto era que la ermita de San Julián, lugar donde se oficiaban las misas, estaba ruinosa y no apta para el culto, el caso es que no estaba al corriente el legado de los fundadores. En el año 1505 Martín López firmó un concierto con el Cabildo para que siguiera cumpliendo íntegra la Capellanía perpetua. El concierto pasó ante el escribano Juan de Arce Lezcano y aprobado por el visitador del obispo Bernardino de Soto al año siguiente. Consiguió que el Cabildo diera cuenta cada año de las misas que se hubieran dejado de decir y reservarse el derecho de elegir qué clérigos habrían de decir los oficios. Todo está recogido al detalle en el testamento de Martín López y de ello se deduce el celo que tuvo en que se guardaran los aniversarios de sus antepasados, y no solo el de sus tatarabuelos.
Respecto a la ermita de San Julián, situada en la calle de su nombre en la colación de San Miguel, se deduce que no fue obra de nueva construcción de Alfonso García de León. Sino no se explica su estado de ruina en solo cien años. Él parece que solo mandó hacer una reforma, incluida la realización del altar mayor, dedicado a San Pedro, a pesar de ser San Julián la advocación de la Iglesia. Martín López de Córdoba, para poner remedio a esta situación de ruina y para que las memorias no perezcan mandó rehacer la ermita de cal y canto, por más perpetua, que se había caído, sin tener yo obligación para ello a la reparar. Para el futuro, cedió una pequeña renta a la parroquia de San Miguel para el mantenimiento de la ermita. De esta importante intervención de Martín López en San Julián debían de ser sus escudos heráldicos de los cinco leones en aspa que documentan algunos autores en dicha ermita.(3)
Similar celo encarga a sus sucesores se tenga con los aniversarios de su madre, Juana García de León. Era responsable de las misas de esta memoria la Cofradía de San Gregorio, en la iglesia de San Esteban, en la Virgen de Septiembre y el día de San Gregorio. El mismo Martín López había traspasado un censo de cincuenta maravedíes anuales, sobre una casa en la colación de San Esteban, a esta Cofradía para su mantenimiento.(4) Vuelve a referirse a su madre para indicarnos que había dejado ciento cincuenta maravedíes, renta anual del censo de una casa en la villa, para destinarlos a la cera que habría de arder en el altar mayor de la iglesia de San Esteban, por su ánima y de Gabriel López, mi señor padre, adonde junto a él en dicho altar yace sepultada. Interesante información para poder afirmar que Juana García pudo ocupar el hueco por debajo de Alfonso García de León en el sepulcro de éste, y por detrás de su marido Gabriel López, el cual sí ha aparecido en dicha sepultura.
Especial predilección o compromiso debía de tener Martín López con su tía Dña. Leonor López de Córdoba, hermana de su padre. Ya la hemos señalado como segura destinataria de esa bula sin nombre que adquirió para ella su sobrino Martín López de Córdoba en el año 1498. Encarga a los herederos de su mayorazgo que vigilen se cumplan las dos misas semanales que los clérigos de Santiuste, Tierra de Coca, deben decir por su alma junto a otras memorias de su testamento. Indica que su tía estaba enterrada en la iglesia de dicho lugar junto al altar mayor a la parte del evangelio. Para el cumplimiento de este legado había dejado una yugada de tierra en Ciruelos de Coca y otros bienes que debían revertir al Convento del Pino si dejaban de cumplir con su obligación los curas de Santiuste.(5)
Hasta aquí lo que le correspondía a Diego López como cabeza del Mayorazgo y patrón del Convento del Pino y Capellanía de San Julián. Omitimos algunas de las mandas recogidas en el testamento referidas a estas obras pías por no ser prolijos. Se sustentan en rentas de viñas, en el término del despoblado Óvilo, y de casas en Cuéllar.(6)


BELTRÁN LÓPEZ.
Sigue el testamento con lo que habrá de heredar su otro hijo varón, Beltrán López, a quien igualará, en el valor de su parte, con su hermano Diego. Así, le corresponderá toda la heredad que su padre tenía en los lugares e término de Chañe y la Fresneda, aldeas de esta Tierra, con las casas e corrales, cercas e trojes. También le corresponde a Beltrán un molino que en este caso está sobre el río Pirón, entre Samboal y Gómez Ovieco, hoy despoblado, con las tierras y prados, alamares de dicha aceña, que según se dice en el testamento Martín López les había comprado a las monjas del Convento de Santa Clara, en Rapariegos, donde profesaban sus hijas María y Juana.
Heredará Beltrán López otro horno de teja en La Lastra, hoy Lastras de Cuéllar, valorado en cien mil maravedíes. Debía de ser esta actividad muy rentable habida cuenta que ya no se permitía construir tejados pajizos en las aldeas y mucho menos en la villa, por el alto riesgo de incendio.
Se cita otra aceña o molino en el río Cerquilla, donde se juntaba con el Cega, sobre la cual le deja en herencia el censo que sobre ella tenía de cuarenta fanegas de trigo anuales, por un préstamo que había hecho a Velasco Bermúdez y Manuel de Rojas, cuñados y propietarios del molino.(7)
Más dieciséis fanegas de pan, diez de trigo y seis de centeno de un censo contraído por el concejo de Hontalbilla, por cincuenta mil maravedíes.
Heredará también su hijo Beltrán las casas en la Colación de San Pedro, junto a dicha iglesia, con lo que había junto a ellas que también le había comprado su padre a su tío Gómez de Rojas: linderos de la una parte las casas de Manuel de Rojas y de la otra casas de Sancho Sarabia. Se valora el inmueble en 48.000 maravedíes.
Como bienes rústicos le corresponden otras tres viñas en la ladera de Óvilo, que son la de San Boal, la Higuera y la Payernela. Su valor 40.000 maravedíes. Se completa con la mitad de una huerta y la mitad de un palomar.
Termina señalando respecto a lo de Beltrán López que le hace heredero de todas sus armas y aderezos, lo que nos da pistas sobre la formación eminentemente militar de su segundo hijo varón.

LA HERENCIA DE LAS HIJAS.
Ya hemos dicho como María y Juana de Hinestrosa, monjas clarisas en Rapariegos, habían sido despachadas en la herencia con la renta de cuatro ducados anuales, de por vida, sobre las rentas del molino de Gómez Sancho. Más lo que sus padres habían dado de dote para el ingreso en el convento. En todo caso dicha dote no fue tanta como la que tuvieron que pagar por el casamiento de su hermana: Francisca López de Córdoba. Martín López no le manda nada en su testamento porque especifica que para su casamiento con Carlos de Briginel, vecino de Medina de Rioseco, yo le mandé e di cierta cuantía de maravedíes para su dote de casamiento con lo qual que está llena su legítima e por eso no le mando otra cosa en este mi testamento. De hecho, Martín López tuvo que vender tres yugadas y media de tierra en términos de Alcazarén y Valviadero, (8) para ayuda a la dote de su hija Francisca que calcula en valor de 300.000 maravedíes. Estas tierras las tenía él de la dote de su mujer Isabel de Zuazo y estaban valoradas en 95.000 maravedíes.
Se deduce te todo esto que emparentar a una hija con un marido, del mismo estatus social, suponía un dispendio muy importante que dejaba tocada la economía familiar. Tal vez sea una de las razones para que las otras hermanas tuvieran que elegir la clausura en el Convento de Rapariegos.
A su mujer, Isabel de Zuazo y Cotes, la deja como usufructuaria de por vida de toda la hacienda, salvo de los molinos y de lo de Chañe y La Fresneda. También quiere que siga ocupando la casa familiar todos los días que viviere, aunque Diego López viva en ellas. Deja además a su mujer 150.000 maravedíes en dinero.
Termina el documento nombrando como testamentarios al reverendo Alonso López, vicario y cura de la iglesia de San Esteban, al Mayordomo Diego de Arenza y a su mujer Isabel de Zuazo. Concluye con la protocolaria datación y firmas del escribano, testigos y del interesado.(9) Es significativo el papel de Isabel de Zuazo que como mujer, si bien no puede firmar como testigo, sí es testamentaria de su marido, y éste hace constar en el testamento que su esposa estuvo presente durante su redacción y que era conocedora de su contenido.

EL CADÁVER 2 a: DOÑA ANA JARAMILLO.
Cuando falleció Martín López de Córdoba Hinestrosa, le sucedió su hijo mayor Diego López de Hinestrosa como cuarto señor de la casa y del Patronato. Casó en Íscar con Dña. Catalina de Quesada. Melchor Manuel de Rojas en sus Apuntaciones de la Villa de Cuéllar dice que este matrimonio no se enterró en San Esteban sino en el Monasterio del Pino, en su sacristía. Para ello se basa en la inscripción que él mismo leyó en dicho lugar:
Aquí está sepultado Diego López de Henestrosa y de Córdoba, 4º nieto por línea femenina del Sr. Alonso García de Cuéllar y León, Fundador y dotador de esta Santa Casa, Contador Mayor que fue del Rey D. Enrique III de gloriosa memoria y su Tesorero y Alcaide del alcázar de Segovia, el qual está sepultado en la Capilla mayor del Señor San Esteban en la Villa de Cuéllar; y el dicho Diego López de Henestrosa falleció en 24 días del mes de Enero, año 1565. Assí mismo está aquí sepultada la Sra. Dª Cathalina de Quesada, su mujer.
Por lo tanto queda descartado el enterramiento de este matrimonio en la iglesia de San Esteban, donde por otro lado las sepulturas más nobles ya estaban ocupadas.
Por la muerte de Diego López de Hinestrosa sin descendencia, recayó el mayorazgo de la familia en su hermano Beltrán López de Hinestrosa y Córdoba, quinto señor de la casa y Patronato. Beltrán casó en Sepúlveda con Dña. Ana Jaramillo y tuvieron una hija llamada Isabel López de Hinestrosa, rama femenina por la que continúa la línea del mayorazgo Hinestrosa.
La reciente intervención arqueológica en los sepulcros de la iglesia de San Esteban deja sin resolver la identificación del cadáver denominado 2 a, aparecido en el sepulcro de Urraca García de Tapia, cuyos restos se habrían pasado junto a su marido Alfonso García de León.
A la luz del testamento presentado en este artículo y de los datos que aporta Melchor Manuel de Rojas, es verosímil que dicho cadáver 2 a se corresponda con el cuerpo de la nuera de Martín López e Isabel de Zuazo: Ana Jaramillo.
Los estudios genéticos indican que se trata de una mujer y la relacionan como madre de los dos neonatos depositados encima del cuerpo de Martín López, en la tumba del que sería su abuelo. El perfil genético de la mujer 2 a no coincide con ninguno de los individuos adultos que trata la intervención arqueológica y forense. Esto quiere decir que estaríamos ante una hija política de Isabel de Zuazo y de Martín López. Como tenemos la certeza de que Catalina de Quesada, una de las dos nueras, fue enterrada en el Convento del Pino, en La Mata, y junto a su marido Diego López, todo nos lleva a atribuir la identificación pendiente a Ana Jaramillo, mujer de Beltrán López.
De Ana Jaramillo podemos decir que fue una mujer con carácter, ya que al quedar viuda se hará cargo de defender el Mayorazgo familiar, que había recaído en su hija Isabel de Hinestrosa y su marido Gregorio de Vellosillo. Dicho Mayorazgo quedó amenazado para hacer frente a las deudas dejadas por Beltrán López, que las contrajo con el Duque de Alburquerque siendo alcaide de su castillo de Cuéllar. La cantidad era importante, 300.000 maravedíes, justo el valor de cada una de las partes que Martín López había dejado en su herencia a cada uno de sus hijos varones. Los representantes del Duque iniciaron pleito contra los herederos de Beltrán López para recuperarlos. Pero este asunto va más allá de los objetivos que nos habíamos propuesto aquí.

J. Ramón Criado Miguel.
NOTAS:
1.- Por ir este documento a continuación de otro fechado en 1483 y relacionado con el mismo asunto (arrendamientos de espacios anejos a la iglesia de San Miguel), se ha considerado esta fecha como la del testimonio más antiguo para documentar a Martín López. Realmente aparece como testigo del que los transcriptores fechan en 1506 por el que el Regimiento arrienda ese espacio anejo a la iglesia de San Miguel. C.D.C. Nº 745.
2.- Hay fotografías antiguas de esta casona con los escudos heráldicos de los Henestrosa y los Zuazo a los lados del arco de medio punto de grandes dovelas. Esta casa perteneció pues a Martín López y a Isabel de Zuazo y no a al conquistador Diego Velázquez como en tiempos se afirmó. Estaba en el solar que luego ocupó el popular cine “La Muralla” en la calle de San Pedro. El error de esta equivocada identificación, con la ubicación de la casa solariega de los Henestrosa, lo adelantó Jorge Herrera Mesón en el nº 34 de la revista LA VILLA, de abril de 2008 en su artículo Los Rojas (II), remitiéndonos al interior de la Casa Joven para observar los dos escudos en su situación actual.
3.- Larios: Nobiliario de Segovia, Tomo V pp. 156. En la ermita de San Julián estaban los escudos de los Hinestrosa junto a los del fundador Alonso García de León. Citado por Marqués de la Floresta (1986).
4.- Sobre el posible establecimiento de la Cofradía de San Gregorio por parte del Arcediano Gómez González puede verse nuestro artículo Las misas de San Gregorio de la Iglesia de San Esteban. Revista LA VILLA. Nº 50. Agosto 2013.
5.- Se refiere a Santiuste de San Juan Bautista. Leonor López de Córdoba aparece en las genealogías casada con Francisco de Lubiarca, Alcaide de Roa. Acabarían estableciéndose en dicho pueblo.
6.- Es curioso cómo las viñas tienen cada una un nombre propio que la identifica dentro de los pagos: Doscientos maravedíes a la viña la Menija, que es al pavo de La Moña.
7.- Velasco Bermúdez y Manuel de Rojas son sobrinos de Martín López. Los dos están en la conquista americana y tal vez hayan necesitado el dinero prestado para su empresa. Sobre el primero, Melchor Manuel de Rojas nos dice que constaba de los papeles del archivo familiar que había pasado a la conquista con Gabriel Bermúdez, su padre, y nos informa de la relación de parentesco con Manuel de Rojas. La venta de otros bienes de los hermanos Rojas a su tío Martín López, puede estar relacionada con esta necesidad de dinero.
8.- Valviadero. Lugar, hoy despoblado, en el margen derecho del río Eresma entre los términos de Pedrajas de San Esteban y Alcazarén.
9.- E porque esto sea cierto e no venga en duda otorgué mi testamento ante Diego Zorrilla, escribano, al que rogué que lo escribiese e ficiese escribir e lo signare de su signo, e a los presentes que fueron testigos, e lo firmé de mi mano, que fue fecho y otorgado este testamento en la manera que dicha es en la villa de Cuéllar, miércoles a catorce días del mes de enero, dentro en las casas de mi morada del dicho Martín López de Ynestrosa, año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil e quinientos e veinte y tres años.

BIBLIOGRAFÍA:
La iglesia de San Esteban de Cuéllar, Segovia. VV.AA. Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León.
Colección Documental de Cuéllar (934-1492). B. Velasco, J. Montalvillo, M. Herrero, S. Pecharromán. Ayuntamiento de Cuéllar. 2010.
Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila. Marques de la Floresta. Los sepulcros gótico-mudéjares de San Esteban de Cuéllar. 1986.
Melchor Manuel de Rojas. Copia del Cartulario del Hospital de la Magdalena. Manuscrito. Cuéllar, 1763.

PIES DE FOTO:
1.- Casa solariega de los Hinestrosa, en la parte baja de la calle de San Pedro. Desaparecida.
(Ayto. Cuéllar. Turismo)

2.- Iglesia de San Esteban. Asignación propuesta para los enterramientos en el sepulcro del lado del evangelio: 1. Alonso García de León, junto a los restos de su mujer Urraca García de Tapia, (reducidos desde el sepulcro 2). 2. Dña. Ana Jaramillo, mujer de Beltrán López. 3. Juana García de León. 4. Gabriel López de Hinestrosa. (3 y 4 padres de Martín López de Córdoba Hinestrosa).

3.- Escudo de Martín López de Córdoba Hinestrosa. Procede de su casa de la calle de San Pedro.

miércoles, 6 de abril de 2016

DESPOBLADOS EN LA COMARCA DE EL CARRACILLO: PELEGUGOS.


El paisaje, entendido como la percepción visual que podemos tener de un espacio vivido, conforma el documento más extenso, y el más accesible a la vez, de cuantos nos hayan podido legar nuestros antepasados porque, en esa interacción con el medio, el hombre ha sentido la necesidad de nombrar cada espacio, por muy pequeño que este fuera, para describirlo y diferenciarlo de otros en los que desarrolla su existencia. Es por esto que la toponimia constituye un nexo de unión directo con ese legado que nos han transmitido quienes se encontraban totalmente alejados del poder, de la riqueza y de la escritura, porque el paisaje es el resultado del esfuerzo secular de los más humildes.(1)

 

Tradicionalmente la ubicación del despoblado de Pelegudos, cuya existencia se ha relacionado siempre con el lugar de Campo de Cuéllar, se ha situado en torno a la Ermita de San Mamés, 1200 m al E/NE de dicho pueblo, en el cruce de caminos de Pelegudos con la Acequia de la Cañada. Esta tradición popular de Campo se apoya en la aparición de restos arqueológicos en los alrededores de dicha ermita. Así lo recoge el gran medievalista Gonzalo Martínez Díez en su libro Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana, obra en la que da dicha localización.

Sin embargo, nuevos documentos avalan una nueva ubicación para el solar de Pelegudos, además de informarnos de hasta cuándo perduró dicho núcleo poblado. Ambas cuestiones son las que pretendo responder en este trabajo, si bien tengo claro que, pasada la influencia y credibilidad de este artículo, para la conciencia y memoria popular, Pelegudos seguirá estando donde siempre se ha creído que estaba.

 


 
EL APEO COMO FUENTE PARA LA HISTORIA.

El apeo como tipo documental se consolida durante el siglo XV y supone la solicitud a la autoridad competente (duque, alcalde mayor, abad, etc) para realizar el deslinde, a la que sigue la orden para que este se lleve a cabo, después los pregones anunciando la intención de delimitar los términos, la toma de juramento a los apeadores, el amojonamiento o deslinde propiamente dicho y, por último, el traslado del apeo que hace el notario. Nos interesa la figura del apeador que suele ser una persona que se maneja en el cálculo de superficies y sobre todo que es conocedor del terreno y de los linderos donde se realiza el apeo. Suele haber dos en cada aldea y una vez citados para el deslinde se les advierte que serán sancionados con una multa si no se presentan a la convocatoria, si bien cobrarán un salario por su tarea.

Los documentos que nos responden a las cuestiones que nos ocupan constituyen un apeo y están recogidos en el libro Colección Documental de Cuéllar (934-1492), documentos números 616, 619 y 621:

Nº 616: El Bachiller Diego de Alba, alcalde mayor de Cuéllar, a petición de los clérigos  del Cabildo de la Villa, manda a Juan Garrido, Domingo Pérez de Sanchonuño, a Juan Muñoz y a Juan de Benito Fernández, vecinos de Arroyo, que apeen la heredad de dichos clérigos en los términos y labranzas de Pelegudos, El Campo y Arroyo, aldeas de Cuéllar. (8 de noviembre de 1465)

Nº 619: El escribano Juan Martínez toma juramento a los apeadores del documento anterior. (10 de enero de 1466)

Nº 621: Testimonio del apeamiento hecho por los apeadores y de la interposición de decreto y autoridad judicial que el alcalde puso al mismo (13 de enero de 1466). Este documento es el más interesante porque permite situar con seguridad la localización del despoblado de Pelegudos en torno a la laguna de este nombre, como confirma la toponimia que aporta el apeo.

Cronológicamente, hay un documento anterior en la misma Colección Documental (Nº 434) que nos pone sobre la pista de una localización distinta para Pelegudos. Se trata del apeo de las tierras del Convento de Santa Clara de Cuéllar en término del Campo, que al referirse a un lindero que coincide con el Camino de Pelegudos lo cita como “el camino por do vienen a misa”, expresado así por los apeadores que son de Campo, o carrera que va “facia la iglesia”, en el apeo de una tierra al lado del Arroyo Ternillo realizado en el año 1466. (2) Esto parece indicar que Pelegudos, al menos antes de su desaparición, no contaba con un edificio religioso ni pila bautismal en la aldea, que sería anejo de Campo y que se dirigían a oír misa a San Mamés o San Urbán, que también se le conoce con este nombre a la ermita, en cuyas inmediaciones confluye el camino, que en Campo llaman de Pelegudos, con el que va a Sanchonuño, cruzando en este recorrido el Ternillo. Siguiendo dicho camino, que sigue una dirección aproximada N/NE, dos eran los lugares con más probabilidades para situar el solar antiguo del despoblado y asociados al agua: bien en torno al Arroyo Ternillo, o bien en las inmediaciones de la laguna que aún hoy se llama de Pelegudos, en término de Sanchonuño, a la raya con Arroyo y pegada al Camino que viene de Cuéllar a Chatún (Carrachatún).

El Apeo de las heredades del Cabildo cuellarano en términos y labranzas de Pelagudos, Campo y Arroyo, realizado en enero de 1466, además de su pervivencia en esa fecha, viene a apoyar la segunda localización como la más segura y en ello ayuda mucho la toponimia menor comparando los términos que aparecen en el apeo con los que aún perduran, que son la mayoría. Son apeadores, como se ha dicho, vecinos de aldeas próximas (Sanchonuño y Arroyo) conocedores de las parcelas y sus linderos.

Destaca por su extensión entre las parcelas apeadas, una de 20 obradas donde nombran los Caces de Pelagudos, que tenía por límites la Carrera Vieja, la carrera de Valladolid (Carravalladolid) y tierras particulares de los herederos de  Gómez García y de Domingo Pérez. Hay pegadas a este pago otras dos tierras en el apeo por lo que cabe pensar que es en los Caces donde se concentra la labranza de Pelegudos. Se apean  dos tierras al arroyo Ternillo, que caerían en la vela de Campo, y las tierras que se citan en Santa María de Avienza en el término de Arroyo. Se cita el Cabze Grande, o Caz Grande, llamado todavía así por los vecinos de Arroyo, y Caz del Venado por los de Sanchonuño, importante referencia para saber a qué términos y lugares se refiere el apeo.

Son determinantes para la ubicación del despoblado las referencias a tres solares, diferenciados con este término de las tierras propiamente dichas, además de hablar de casas, que se describen dentro de lo que sería el casco o solar de la aldea: “tras las casas de Domingo Ferrández el Ombrado e de Domingo Munoz el Maroto, un solar, que afrenta en la laguna de la dicha aldea, que ay media obrada”, y que linda con otros solares que fueron de esos dos vecinos citados. Esto confirma la situación de Pelegudos junto a la laguna que hoy se sigue llamando así. Se cita a continuación y próxima una corraliza que linda con posesión de Juan Ferrández de Arqueros, solares de Domingo el Ombrado y con la carrera que va al Arroyo. Por último, aparecen los solares de Doña Sancha, en los que se apea una tierra de tres obradas con linderos en las carreras o caminos del Arroyo y de Chatún. 

En el cuadro Nº 1 presentamos un resumen de los topónimos de este apeo, su relación con el nombre actual, si se ha conservado, y las referencias para su localización.



 

 CONCLUSIONES.

El apeo de Pelegudos (1466), amén de la rica información toponímica que aporta, nos confirma su existencia hasta el último tercio del siglo XV y la localización de la aldea en torno a la laguna de su nombre y no en la ermita de San Mamés de Campo de Cuéllar. Si bien, los habitantes de este despoblado recorrían los 2500 metros que les separaban de dicha ermita, entonces iglesia, de la que queda su ábside en cuyos aledaños se enterrarían, por el camino que ellos llamaban Carraigleja, para ir a misa porque no había en la aldea templo ni pila. Que este camino era nombrado por los de Campo como Camino de Pelegudos y que hoy en día se puede recorrer, porque se libró de la concentración parcelaria, y sobre el terreno y sobre el plano, se ve claramente que lleva la dirección de la laguna de Pelegudos.

El apeo determina también una larga lista nominal de veinticinco personas entre apeadores, propietarios, vecinos, etc, que por cuestión de espacio no podemos analizar aquí. En el año del apeo, Pelegudos está herido de muerte, solo cita a tres vecinos vivos como residentes en la aldea que acabarán desplazándose a los pueblos cercanos (Campo, Arroyo, Sanchonuño).

Contestadas las cuestiones que nos planteábamos en el título de este artículo, otras preguntas quedan sin responder sobre Pelegudos y tal vez requieran un estudio más profundo. Me refiero sobre todo al “desde cuándo” existió dicha población. ¿Fue una aldea de repoblación de vida no muy prolongada? ¿Se trata de un núcleo de población de tradición visigoda, como otros atestiguados en la comarca, que pervive incluso después de la invasión musulmana? Las fuentes arqueológicas no ayudan al respecto ya que en el presunto solar aquí propuesto para Pelegudos nada queda. Sus restos útiles serían reaprovechados por las localidades próximas, por no hablar de su arquitectura efímera de adobe y madera, con casas con toda probabilidad todavía de tejados pajizos, que se documentan en algunas viviendas de pueblos de la comarca (Gomezserracín) iniciado incluso el siglo XVI. Sólo el nombre de la aldea, Pelegudos, donde se quiere ver una raíz goda, o el topónimo que aparece en el apeo de este estudio (Los Febillares/Los Hebillares) que haría referencia a un cementerio de esa época, son las bases para sostener una larga existencia de Pelegudos anterior al siglo VIII.

 Pero que no aparezca en la relación de pueblos de la diócesis de Segovia que realizó el Obispado en el año 1247 no es razón suficiente para afirmar que Pelegudos desapareció antes de esta fecha, porque si no se cita a Pelegudos es porque, como queda patente, no tenía ni iglesia ni pila bautismal. En este sentido, el binomio Campo/Pelegudos tendría una equivalencia con el de Pinarejos/Tirados: dos núcleos de población distintos, pero una sola iglesia y una sola pila para bautizar. Y en el caso de Pinarejos y Tirados además un solo Concejo, bien organizado y avenido, para administrar los recursos comunales en beneficio de toda la colectividad, para compensar la baja rentabilidad de sus tierras de cultivo, pero esa es ya otra historia. Un caso similar sería el dúo de aldeas San Martín/Muñoadrián, pero aquí ya nos encontramos con dos núcleos poblados con sus respectivas iglesias y pilas bautismales.

Quiero terminar haciendo una referencia al contexto histórico en el que se realizó el apeo de las tierras de Pelegudos pertenecientes al Cabildo Eclesiástico de Cuéllar. Ese contexto no es otro que el que refleja la serie de televisión Isabel, aunque en ella no se recoge ni de lejos la vida del súbdito de a pie. Dos años antes de la fecha del apeo, en 1464, D. Beltrán de la Cueva ha recibido el señorío de Cuéllar de manos de Enrique IV en compensación por el Maestrazgo y los servicios prestados a este rey. Este traspaso de Cuéllar y su Tierra de la jurisdicción real a la señorial provocó el levantamiento en armas de la nobleza cuellarana, con los Velázquez a la cabeza, y a la postre supuso el abandono de la villa de gran parte de esa nobleza de para trasladarse a otros lugares de realengo. D. Beltrán necesita a gente de su confianza venida de fuera para el gobierno de Cuéllar. Es ahí donde aparece el Licenciado Diego de Alba, judío converso y alcalde mayor citado en el apeo, pero ésta también es otra historia.

 

J. Ramón Criado Miguel

Licenciado en Historia.

 

NOTAS

1.-Emilio Olmos Herguedas. Agua, paisaje y ecohistoria. La comarca de Cuéllar a partir del siglo XIII. Universidad de Valladolid. 2011. Libro muy recomendable para todo que tiene que ver con la comarca.

2.-Apeo de las heredades de las Monjas de Santa Clara en Campo de Cuéllar. Colección documental de Cuéllar. Documento 434. Fecha: 18 de marzo de 1441.

Fotos del autor: Estado actual de la Laguna de Pelegudos. Ermita de San Mamés, Campo de Cuéllar.  (Marzo de 2013)

 


 

 

Cuadro Nº 1: Topónimos del apeo de Pelegudos (1466).

Topónimo 1466
Actual
Localización/Referencias
Cabzes de Pelegudos
s/l
Entre el camino de Valladolid y Carravieja.
Carrera Vieja
Carravieja
Continuación de Carravieja hacia el Oeste?
Carrera de Valladolid
Carravalladolid
Camino que va desde Sanchonuño a Valladolid.
Vina Tapiada
La Tapiada (CE)
Citada en CE en tierras sitas por La Coronilla.
Viñas de Abaxo
s/l
Posible pago con viñas al Oeste de la aldea.
El Travadal
s/l
Pega con Carravalladolid. Tierra del Cº  Carracillo.
Pozo de Pelgudos
s/l
En las eras de la aldea de Pelegudos.
Fuente de Pelgudos
s/l
Carrera de Chatún que va a la Villa. Caz Grande.
Carrera de Chatún a Villa.
Carrachatún
Topónimo conservado en la zona de la Coronilla.
Cabze Grande
Caz Grande (Arroyo)
 Caz del Venado en el término de Sanchonuño.
Bodón de la Parra
s/l
Afrenta con el Caz Grande.
Fondón de Arqueros
Arqueros**
Hacia Arqueros, al N, afrenta con Carravalladolid.
Laguna de Arqueros
Arqueros
La Lagunilla por abajo (S), Carravalladolid.
Las Naharras
s/l
Linda con un cornigal de tierra del Cº Carracillo.
Ternillo
Arroyo del Ternillo
 Junto al Ternillo y el Camino hacia la Iglesia.
La Correruela (caz)
s/l
Por encima de la Fuente de Pelgudos, Caz Grande
Los Febillares
s/l
Tierra para trigo y centeno.
Olmo de Aviença
Avienza (Arroyo)
Cementerio (de Avienza?), Cº del Carracillo.
Carrera a iglesia/Carrigleja
Carrileja
Camino de Pelegudos a San Mamés.

*s/l: Sin localizar. Cº del Carracillo: Cabildo del Carracillo, institución religiosa medieval que agrupa a los curas del Cuarto del Carracillo. CE: Catastro del Marqués de la Ensenada. ** Arqueros: Posible despoblado de otra aldea medieval.

 

 

lunes, 4 de abril de 2016

VIAJEROS A INDIAS EN EL SIGLO XVIII




FERNANDO DE NAVAS ARRANZ   


  Archivo General de Indias,CONTRATACION,5505,N.1,R.51


Este documento se refiere a Fernando de Navas Arranz, clérigo de la Tierra de Cuéllar a quien se le asigna una prebenda (racionero) en la Iglesia catedral de Valladolid de Michoacán, en Nueva España (México).


Certifico yo D. Fernando de Navas Arranz, Prebendado electo (por merced de su Majestad, que Dios guarde) de la Sta. Iglesia Catedral de Valladolid en la Provincia de Michoacán, en el Reino de la Nueva España, cura rector que he sido de las parroquiales del Sr. San Juan Bautista, de el lugar de Las Fuentes, y después de la de Santa Mª de la Cuesta, de la Villa de Cuéllar, en el Obispado de Segovia. Juro que hallándome como cura en Las Fuentes, fui al lugar de San Cristóbal, anejo de la de Vallelado, a bautizar a Fernando Fraile, mi sobrino carnal, hijo legítimo de Pedro Fraile y de Valentina de Navas, mi hermana, hijos que somos los dos de D. Alonso de Navas, ya difunto y de Doña Rosa Arranz, vecinos que fueron de la Villa de Cuéllar, cristianos viejos y limpios de toda raza. Con licencia del párroco, D. Lorenzo Gómez, el diez de agosto de mil setecientos cincuenta, poniéndole por nombre Fernando.

Siendo este mismo muchacho el que llevo en mi compañía con ánimo de destinarle a la aplicación de nuestros Sagrados Dogmas.

Cádiz, 20 de octubre de mil setecientos sesenta y un años.     Fernando de Navas


Catedral de Valladolid (México) según una litografía de principios del siglo XIX.

JUAN VELÁZQUEZ DE TORRES

Juan Velázquez de Torres falleció en la ciudad de Los Reyes (Perú), año de 1602. Natural de Cogeces de Íscar (Valladolid). Hijo de Andrés de Nicolás y de María Santos.
No estuvo casado y sin herederos ordenó que con el remanente de lo que sobre de su testamento se mandara comprar bienes en su pueblo natal (viñas y tierras de pan llevar). Y con lo que rentaran los dichos pesos se fundara una Capellanía en Cogeces de Íscar para que dijeran por su alma perpetuamente misas hasta donde alcanzaran. Se nombraría capellán de dicha capellanía al pariente suyo más cercano.