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viernes, 1 de marzo de 2019

PIONEROS DE LA ARQUEOLOGÍA SEGOVIANA.



La toponimia ya daba cuenta de la existencia de un campo de cuerpos en aquel lugar. Junto a la ermita del Santo Cristo del Corporario, en el pueblo segoviano de Castiltierra, se constató la existencia de una necrópolis de época visigoda al realizar un desmonte para la construcción de una carretera provincial. Eran los años veinte del siglo pasado.



Desde el primer momento de su descubrimiento, chamarileros y gente del pueblo expoliaron y dispersaron numerosas piezas de los ajuares que afloraban en Castiltierra. Un curioso personaje aparece entonces en aquel escenario: Juan García Sánchez (Sanchonuño 1889-1958), artista-pintor y después anticuario, aficionado a la arqueología y las antigüedades. Conocedor de las noticias y rumores, acudió a Castiltierra en el verano de 1930 y se interesó por los objetos expoliados que los vecinos del pueblo tenían en su poder. Los adquirió para cederlos después, según les dijo, a un museo de Madrid. El Museo Arqueológico Nacional (MAN) compró así, entre 1930 y 1932, piezas procedentes de las intervenciones clandestinas que el pintor de Sanchonuño había adquirido en el pueblo segoviano. Así dio a conocer a las autoridades culturales de la República la importancia de esta necrópolis y las actuaciones en ella de los castilterranos. El director del MAN dedujo la conveniencia de efectuar excavaciones oficiales en el lugar y comisionó a García para seguir recabando de los vecinos cuantos objetos pudiera.

La prensa de la provincia se hizo eco de los hallazgos señalando su carácter visigótico y la importancia de los mismos. Excavar las sepulturas en Cerro Moro, fue una actividad que se convirtió en habitual para ganarse algún dinero, pues las adquisiciones de García para Madrid habían incentivado este fenómeno. Los lugareños siguieron buscando cuadros, que así llamaban a las hebillas de cinturón, con los otros objetos de los ajuares, y un presunto gran tesoro en la necrópolis. La afición a las excavaciones clandestinas no cesó: se siguió excavando durante la contienda civil y en los años siguientes.

El presidente de la Diputación, Sr. Cáceres, llamó a Segovia a García Sánchez que le informó de las actividades llevadas a cabo por él en relación a los hallazgos de Castiltierra. Pero la institución segoviana y la Comisión Provincial de Monumentos, quedarían relegadas en la recepción de piezas, que sí les llegó a prometer el de Sanchonuño.

La Junta de Excavaciones dio luz verde a algunas de las peticiones que el pintor había presentado: excavar en la parte sur de Sanchonuño, lugar de su residencia, y en el paraje denominado Las Suertes, entre Bernardos y Migueláñez. En estas solicitudes se ajustó a la legalidad vigente, solicitando permiso a los dueños de los terrenos afectados y mandando las pertinentes memorias. Constan dos escritos de García a la Junta dando cuenta de los resultados de sus trabajos: manifiesta que en su pueblo no había descubierto nada digno de mención. El Sanchonuño arqueológico no era una quimera de Juan García. La abundante cerámica antigua, que aparecía en los lugares donde solicitó permiso para excavar, era su principal argumento y prueba de culturas pasadas. Sin embargo, no tuvo suerte en los sitios elegidos para sus catas arqueológicas. O las matronas de época visigoda de su pueblo, si las hubiera encontrado, no lucirían ajuares tan ricos y vistosos como las del otro lado de la provincia.

Cerámica de época indeterminada recogida por Juan García en Sanchonuño y dibujada por A. Molinero.
 

La valoración que de Juan García han hecho recientemente los arqueólogos del MAN, que han puesto orden en los materiales de Castiltierra, es contradictoria. Se le valora una parte positiva en su comportamiento en relación a los hallazgos de Castiltierra y su esfuerzo por salvar las piezas excavadas por los labradores y lograr su compra, así como su decisión de implicar al MAN en la necrópolis. Su participación y colaboración como ayudante en las campañas oficiales de excavación fue determinante. Negativa, en cambio, es su actitud mercantilista posterior. Manifestó sus quejas por las bajas tasaciones unilaterales y precio pagado por las piezas vendidas al Arqueológico de Madrid, que muestra su interés en lucrarse en la intermediación.

Es en la reclamación, por el mal trato recibido por los organismos oficiales, donde Juan García se arroga el mérito del descubrimiento de la necrópolis de Castiltierra, en la que había invertido su dinero para adquirir las piezas que vendía al MAN y por lo que había recibido finalmente una exigua cantidad (2900 pesetas por 42 cartones con fíbulas, collares y hebillas de cinturón). Por esto, buscó otros compradores y museos, como el Lázaro Galdiano, y anticuarios expertos, donde conseguiría mejores precios. Martín Almagro, director del Arqueológico de Barcelona, adquirió en 1941 un importante lote de piezas de Castiltierra al Sordillo. El museo catalán no quería quedarse sin materiales de este periodo histórico. Si bien, Almagro sabe que el segoviano había compuesto las piezas que le vendió según su gusto y criterio, mezclando elementos y cuentas de collar procedentes de distintos yacimientos (Siguero, Duratón o Castiltierra), persiguiendo más una querencia por lo estético que por el rigor histórico. 

Campaña en Castiltierra, 1933. Posan delante de la ermita del Cristo del Corporario, de izquierda a derecha: Juan García Sánchez, Francisco Álvarez-Ossorio (director del Arqueológico), ¿?, Emilio Camps y Joaquín Mª de Navascués, los dos últimos los arqueólogos de la excavación. (Fotografía MAN)


LAS EXCAVACIONES OFICIALES (1932-1935)

En 1932 se iniciaron las campañas arqueológicas oficiales, dirigidas por Navascués y Camps, complementados por Juan García y Luis Pérez Fortea, restaurador del MAN. Álvarez-Ossorio, director del museo, fue hábil al darle a García funciones dentro del equipo responsable, porque vio que sus conocimientos sobre el  terreno serían útiles. Así, sus gestiones fueron importantes de cara a conseguir los permisos de los dueños de las tierras donde se pensaba intervenir, mostrándose conocedor de los pueblos de la zona y de sus moradores, suavizando las reticencias de Fresno de Cantespino, del que Castiltierra ya era pedanía. La campaña del 32 duró diez días a finales de septiembre, excavándose principalmente en las inmediaciones de la ermita y contando para el efecto con 20 obreros en tres turnos. Se descubrieron 78 individuos de los que dos tercios dieron ajuar. La confianza del arqueólogo Camps en el pintor de Sanchonuño era tal que algún día le dejó al frente de la excavación. Ese año, García solicitó licencia para marchar un día antes del final de la campaña y llegar a tiempo de las fiestas del Rosario en su pueblo.

La prensa de la provincia volvió a hacerse eco de Castiltierra elogiando la labor de Juan García como auxiliar en la excavación, en la que participaba muy motivado por ser el que descubrió aquellos terrenos, de donde ahora se extraen tantos objetos antiguos.

Las excavaciones en Cerro Moro se reanudaron al año siguiente y se aumentó el número de obreros. Las zonas excavadas coincidían con las que había solicitado el Sordillo en su petición de excavación. Se exhumaron 198 individuos de los que solo la tercera parte de ellos presentaron ajuar.

Los resultados en la campaña de 1935 siguieron siendo muy positivos, pero los trabajos se detuvieron cuando llegaron a la zona más prometedora y antigua de la necrópolis, con sepulturas interesantísimas con espadas y ajuares sin parangón en los cementerios hispanos de la época. Alentados por estos resultados, se las prometían muy felices para la siguiente campaña que ya tenían autorizada, pero el conflicto bélico desatado en 1936 truncó los planes que los arqueólogos tenían para continuar con el proyecto.

. Ajuar típico de una sepultura de Castiltierra, procedente de las excavaciones oficiales. Época visigoda. (MAN).


LOS NAZIS Y CASTILTIERRA.

Acabada la guerra, el nuevo jefe de excavaciones del régimen franquista, Julio Martínez Santa-Olalla, puso sus ojos en Castiltierra y se la reservó para sus intereses. Burgalés, falangista y germanófilo, vio en lo visigodo el nexo cultural que relacionaba lo hispánico con lo ario y en la necrópolis segoviana tenía los materiales que lo fundamentaran.

Mandó a Navascués y a Camps a excavar yacimientos de la Edad del Hierro en la provincia de Ávila y Santa-Olalla se hizo dueño de Castiltierra. Sin embargo, no prescindió de la colaboración de Juan García que, aunque desconozcamos su grado de implicación, se le sigue citando en relación a las excavaciones del falangista y las que llevaron a cabo arqueólogos alemanes invitados por Santa-Olalla. (1) El yacimiento alcanza su cenit durante la visita del mandatario nazi Heinrich Himmler a España en octubre de 1940. Santa-Olalla, por formación, hablaba alemán y sería el intérprete del jefe de las SS en sus visitas a Toledo, El Escorial y a Montserrat, en un viaje con tintes esotéricos donde el reich furer perseguía poco menos que hallar el santo grial.

. El arqueólogo Martínez Santa-Olalla, en el centro de la fotografía,  con Himmler y otros alemanes de su séquito durante la visita de este a España en octubre de 1940.


Santa-Olalla y Himmler coinciden en su interés por el mundo visigodo y por las cuestiones ideológicas citadas. En el programa figuraba una visita a Castiltierra el 22 de octubre de 1940, saliendo a las 10.30 de Segovia. Días antes de la llegada prevista de Himmler, Santa-Olalla envió a  su segundo, el arqueólogo Barradas, a contratar trabajadores para abrir tumbas en una excavación de urgencia en la necrópolis, para la visita prevista del dirigente nazi. “Se buscaron en la comarca de Fresno de Cantespino obreros rubios y altos para que Himmler viera la vinculación germánica”, refieren algunos autores que han relatado recientemente este hecho. El alemán, sin embargo, nunca pisó Castiltierra. La visita se canceló por frío, lluvias y retrasos en el programa, igual que hubo de suspenderse la corrida  organizada en Las Ventas para el alemán en el tercer toro. Aun así, el interés germano por los restos no cedió. En agosto de 1941 arqueólogos alemanes participaron en las excavaciones dirigidas por Santa-Olalla e informaron a Himmler. Exhumaron 400 sepulturas, según el Arqueológico, y se llevaron materiales aún pendientes de ser devueltos.

Santa-Olalla irá pasando a un segundo plano porque, según avanzaba la guerra en Europa, al régimen dejaba de interesarle mantener posturas pro alemanas. Por esto, por la acción de sus detractores y porque le colocaron algunas piezas visigodas falsificadas, que dio por buenas y que le dejaron en evidencia, el falangista derivó hacia otros objetivos en sus estudios.

PINTOR Y ANTICUARIO.

A nivel local, fue un gran dinamizador de la vida cultural a través del folclore y entusiasta de todo tipo de iniciativa en este sentido. Juan García dejó una no reconocida huella importante en el mundo del arte y la artesanía. Con sus hijos, abordó la pintura general de muchas iglesias de la provincia, dejando en algunos templos obras de pincel, como en el presbiterio del santuario de El Henar, con dos cuadros, obra del año 1945, donde se pueden seguir contemplando. (2) En el arte del hierro forjado, fundó un taller que hoy sigue regentado por sus nietos como taller familiar-artesano, cuyos trabajos son muy conocidos y apreciados.

Un profundo problema de sordera condujo a Juan García al trabajo autodidacta y a la lectura de todo tipo de libros y a esa inquietud que le llevó al conocimiento de la necrópolis de Castiltierra. Muy habilidoso para la factura artesanal, reprodujo y reconstruyó piezas originales del yacimiento visigodo. Fue además juguetero y aficionado a las piezas históricas, legando a su familia un negocio de antigüedades y el citado taller de forja artística.

Igual de habilidoso fue para generar las adquisiciones y compras para su negocio de antigüedades. En contacto continuo, por su trabajo de pintor, con los párrocos de los pueblos, presuntamente negociaba con ellos el pago de parte de su trabajo en especie, por algún elemento artístico dañado y por trueques por retablos de marquetería que realizaban en una carpintería de Sanchonuño y que suplían a alguno antiguo. Propuestas que hay que entender en el contexto de la época. Juan García vivía de ello y los curas necesitaban alternativas para pagar las obras de restauración y pintura y contarían con el permiso tácito del obispado para dar salida a alguna obra menor para sufragar los gastos.

En octubre de 1958, una señora muy importante de la época, Carmen Polo, recaló en auto en Sanchonuño. La visita de la mujer de Franco se ha conservado en la memoria colectiva de los que la vivieron. La prensa nacional hizo una reseña del evento: Visitó esta localidad la esposa de S.E. el Jefe del estado, doña Carmen Polo de Franco. Aunque el viaje era de riguroso incógnito, el vecindario la dispensó un cariñoso recibimiento.

Dña. Carmen entró en casa de Juan García. Ese era el destino de su viaje. ¿Qué interesante obra de arte reservaba el anticuario de Sanchonuño para despertar el interés de tan distinguida y mal pagadora dama? Si lo averiguo, prometo contárselo en la próxima ocasión.

Notas:


1 - Francisco Gracia Alonso. Relations between Spanish Archaeologists and Nazi Germany (1939–1945). “In the excavations of 1941, Juan García, alias the Deaf, collaborated with Martínez Santa Olalla; he was an antique merchant from whom the Barcelona Museum had purchased objects originating from this site (Castiltierra)”.
2 - Se trata de dos pinturas murales de considerables dimensiones (4m x 3 m aprox.) que reproducen sendas copias de cuadros de Murillo. En el lado izquierdo se representa el cuadro Santa Ana enseñando a leer a la Virgen (Prado) y en el lado de la epístola se recoge La Sagrada Familia del pajarito, también copia del pintor sevillano. Están firmados: J. García. En el coro cuelga un lienzo de la Virgen del Carmen que luce esta inscripción en su base: Pintado y donado por Juan García de Sanchonuño. Que decoró este Santuario. Año 1945.




Fuentes
Archivo Parroquial de Sanchonuño
Archivo General de la Administración. Alcalá de Henares. La  
Isabel Arias Sánchez y Javier Balmaseda Muncharaz. La necrópolis de época visigoda de Castiltierra (Segovia). Excavaciones dirigidas por E. Camps y J. M.ª de Navascués, 1932-1935. MAN. 2015.
Antonio Molinero Pérez. Aportaciones de las Excavaciones y Hallazgos Casuales (1941-1959) al Museo Arqueológico de SegoviaExcavaciones Arqueológicas en España, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1971.
Carlos Porro. La indumentaria tradicional de Sanchonuño. San Benito de Gallegos. A.C.,  nº 8. Diciembre de 2015.
Martín Almagro Basch. Algunas falsificaciones visigodas. 1941.