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viernes, 1 de septiembre de 2023

SANCHONUÑO EN EL CRIMEN DE LA CORREDERA.

 

SANCHONUÑO EN EL CRIMEN DE LA CORREDERA


El reconocimiento.

Se representará en Sanchonuño durante la Semana Cultural la obra de teatro Cierva acosada, que escribiera la poetisa y autora cuellarana Alfonsa de la Torre y que recuperara para la imprenta Carmen Gómez Sacristán. Esta obra se basa en el conocido como crimen de la Corredera, el asesinato nunca resuelto de nuestra paisana Sofía Miguel Puentes, acaecido el 6 de septiembre de 1935. Digo nuestra paisana porque sistemáticamente se omite que la familia de la desafortunada Sofía era de Sanchonuño, como si la villa quisiera adueñarse hasta de la crónica negra. Sanchonuño puso la víctima, cosa tan segura como que Sanchonuño no puso al asesino. Lo afirmo en base al documento que que extraje de las diligencias del juicio, a las que tanto me costó acceder por la oposición de una funcionaria de la Audiencia.

Efectivamente, la noche del 7 de septiembre, día en el que fue hallado el cadáver de Sofía en la conocida como Senda del Pozo, a espaldas de la casa de la Charca, se presentó en Sanchonuño una pareja de la guardia civil con la orden del juez instructor para que se realizara un examen corporal a todos los varones del pueblo, entre los 18 y los 65 años. Para ello se procedió a un pregón, convocando a los hombres al ayuntamiento donde serían examinados por el médico titular, el doctor Fernández Arrieta (descendiente del médico que curó al pintor Francisco de Goya). Levantaría acta de la diligencia a realizar el secretario Cervero, que lo era de Sanchonuño. Desde las 11 de la noche hasta las 3 de la madrugada fueron pasando por este reconocimiento todos y cada uno de los llamados. El primero Albino Callejo, Majete, que quiso voluntariamente con ello despejar cualquier duda sobre su culpabilidad, amén de que el día de autos todos le habían visto aventando en las eras.

Iban entrando de uno en uno, con el torso descubierto, para que el médico comprobara que no tuviera heridas ni arañazos recientes que pudieran significar una posible implicación. Solo tres presentaron algunos rasguños y pasaron a un examen corporal completo, demostrándose que eran resultado de las labores cotidianas en el campo.

La colaboración fue tan espontánea y natural que no se le dio la importancia que tenía. Ni siquiera se ha conservado en la tradición oral. Eso es lo que he comprobado cuando he preguntado a los más mayores, nada se recordaba de la llegada de los guardias y del examen a los hombres. Pero la prueba de ese examen está ahí, firmada por el médico y el secretario del pueblo, cumpliendo las órdenes que les llegaron. También he comprobado que la reacción es diferente según el que oiga este relato sea de Sanchonuño o de Cuéllar, por ejemplo. Porque la pregunta que salta automáticamente es: ¿dónde más se llevó a cabo esta diligencia? La respuesta es que sólo aquí. Por razones de proximidad al lugar donde fue hallado el cuerpo de Sofía (a menos de 3 kilómetros de Cuéllar y a más de 7 de Sanchonuño) también debería haberse llevado a cabo en la villa, pero en Cuéllar no se hizo. A la autoridad le tembló la mano y no firmó la orden para realizarla allí, ni con la rapidez con que se hizo aquí, por su mayor dificultad logística o por la alarma social que ello acarrearía. O no, puede que los cuellaranos hubieran acudido tan voluntarios como los de Sanchonuño a ese reconocimiento. Pero esto nunca lo sabremos, como tampoco podremos afirmar con rotundidad, por la misma razón, que el asesino no fuera de la villa.

El resultado de todo un cúmulo de despropósitos durante la investigación fue que el crimen quedara sin resolver y tan lamentable como la muerte de Sofía sería no haber dado con el que fuera su agresor.

El asesino en la niebla.

Cuando Petronila caminaba aquel sábado por el pinar hacia Dehesa Mayor para saber por qué su hermana no había regresado al molino, Majete sí estaba trabajando en su mata. La saludó y le dijo que había subido el miércoles a ver a Sofía, quería con ello hacerle ver que el noviazgo iba en serio. Pero Petronila no atendió y siguió su camino porque tenía prisa, tenía un mal presentimiento. Llegó a su destino y supo que su hermana había salido el día anterior a las diez y media de la mañana, aquello ya fue un mal pálpito. Regresó sobre sus pasos acompañada por un vecino de la Dehesa, recorriendo otros posibles senderos que hubiera podido tomar. Y la hallaron, allí estaba tendida en el pinar, muerta.

Cuando Majete se enteró del desgraciado destino de Sofía estaba en la casilla del caminero del Puente Segoviano. Había ido a cambiar la azuela, pues era allí donde se las guardaban. Se derrumbó y expresó un lacónico “qué le vamos a hacer...”, que resume la impotencia y la resignación del hombre castellano ante un hecho irreversible.

En Cuéllar se corrió la voz de que habían encontrado muerta a la molinera, bajaron muchos al lugar de los hechos y nadie los supo mantener al margen para que no alteraran el lugar del crimen. Lo alteraron todo, las huellas dactilares en la botella que traía Sofía, las que pudiera haber en la arena, cambiaron los objetos de lugar. Son muestra de las deficiencias de las primeras diligencias realizadas por un juez que era interino y novato. Luego la mala suerte de que la noche de ese día lloviera borrando algunas huellas que se podrían haber considerado. Cuando llegaron a Cuéllar dos inspectores de la Brigada de Investigación ya habían enterrado a Sofía.


El presunto culpable.

Descartada la participación de Albino Callejo y la del otro resinero de Sanchonuño, Virgilio Nevado, que trabajaban en los pinares de la zona del crimen, la investigación se centró en otros, acabando encarcelado Felipe de Benito, resinero residente en Cuéllar y natural de Samboal. Sin embargo, ¿cómo se podía acusar a alguien que no presentó, al ser detenido, ni un leve arañazo, ni mancha de sangre, ni un roto en la camisa? El crimen había provocado tal alarma social que se necesitaba que al menos hubiera un acusado. Felipe, apodado el Chucho, resinaba el día del crimen muy cerca de donde éste se produjo. Tuvo que oír los gritos y es posible que hasta se acercara y viera al asesino (estando en la cárcel confesó a un compañero de celda que él no había sido pero que sabía quién lo había hecho). El Chucho se dejó tres pinos sin resinar y huyó del lugar muy pendiente de su reloj de pulsera para justificar que él ya no estaba en el pinar en el momento del crimen. Hizo una serie de movimientos para dejarse ver en determinados momentos por personas distintas, desde las 11:25. Había quedado para fumarse un cigarro con otro resinero a las 12 pero Felipe pasó por allí poco antes y desde lejos rehusó entretenerse con su colega para fumar con él. Luego pasó por la casa de la Charca y se dejó ver por Milagros, la criada, llenando la botija, hablando incluso con ella. Desde allí se fue a la fuente del Puente Segoviano, a cinco minutos en su bicicleta, allí también fue visto. A las 12:05 estaba en las Cirvianas para comer con su padre, también resinero. Parece claro que preparaba una coartada bien cronometrada para no tener nada que ver con la muerte de Sofía, ni siquiera como testigo. La pregunta que se nos plantea es ¿a quién vio, qué categoría social tenía para que Felipe no se atreviera a denunciarlo?

Sobre el crimen y violación de Sofía Miguel, y como resultado de que la investigación no llegaba a nada concluyente, se hicieron muchas elucubraciones. Una de ellas era la de la presunta participación de un personaje importante de la alta sociedad, pero por lo que fuera no interesó que esto saliera a la luz y no salió.

El señor abogado jugaba a dos bandas. Por un lado confundió al padre de la víctima, Juan Miguel, para convencerlo de que el asesino no podía haber sido otro que Felipe de Benito, y en este empeño siguió el tío Juan actuando incluso como acusación particular. Por otro, el influyente personaje mantenía una relación cordial con la familia del Chucho, teniéndoles al corriente de que su liberación sería próxima por falta de pruebas para implicarlo en el crimen. ¿Por qué se interesaba D. … por la situación del preso? Después viene la pregunta clave de Eulogia, la madre del Chucho, a un periodista: ¿por qué el hijo estudiante de este señor se fue de Cuéllar a raíz de cometerse el crimen? Este hijo no había vuelto ni para pasar las Navidades con su familia. ¿Por qué?


El 10 de marzo de 1937 se dictaba sentencia absolutoria para Felipe de Benito por los delitos de asesinato y violación, de los que había sido acusado provisionalmente. El fiscal no había hallado los indicios suficientes para inculparlo. La familia de Sofía también desistía en mantener la acusación particular. El juez ordenaba la puesta en libertad del procesado.


J. Ramón Criado Miguel

Agosto 2022


Cruz Criado: Retrato de Sofía Miguel Puentes.



Pie de foto:


Estado del molino de la Corredera en 1935. (Revista Crónica)