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jueves, 30 de junio de 2016

ARROYO DE CUÉLLAR: ANA SERRANA.


En la Villa de Cuéllar, dos días del  mes de marzo de mil e seiscientos y veinte y nueve años, ante su merced D. Gaspar de Figueroa y Mendoza, correxidor en ella y su Tierra y ante mí el escribano, Don Jun Velázquez de Atienza presentó la petición siguiente:

Petición: Don Juan de Atienza y Velázquez, natural de la villa de Cuéllar, hixo lexítimo de Don  Gómez Velázquez de Atienza, difunto, y Doña Isabel de Lorenzana, mis padres legítimos, vecinos de esta Villa, en la mejor forma que a lugar en derecho:

Digo que yo pretendo pasar a los reinos de las Indias y otras provincias fuera de España y quiero averiguar con información de testigos mi limpieza y otras cosas tocantes a mi persona. A vuestra merced pido mande recibírmela al tenor de estas preguntas y que se me dé autorizada en pública forma y manera que haga fe interponiendo a ella su autoridad y decreto judicial para que valga y haga fe en juicio y fuera de él, sobre que pido justicia. Don Juan Velázquez de Atienza.

Interrogatorio: Primeramente sean preguntados los testigos por esta pregunta si me conocen a mí y a Doña Isabel de Lorenzana, mi madre, y si conocieron a Don Gómez Velázquez de Atienza, mi padre, y a Juan de Atienza y Doña Francisca de Gijón y Velázquez, mis abuelos paternos, vecinos de esta Villa de Cuéllar, y a Cristóbal Velázquez y a Magdalena de Lorenzana y Monroy, mis abuelos maternos, vecinos que fueron de la villa de Olmedo, y si tienen noticia de sus partes y calidades digan en todo lo que han visto y oído decir.

2. Ítem si saben que los dichos Juan de Atienza y Doña Francisca Gijón y Velázquez estuvieron casados y velados según ordena la Santa Madre Iglesia de Roma y durante su matrimonio entre otros hijos hubieron y procrearon por su hijo legítimo a D. Gómez Velázquez de Atienza y por tal su hijo le criaron y alimentaron y los testigos le vieron criar y alimentar, llamándole hijo y él a ellos padre y madre, y tal es público y notorio en esta Villa donde vivieron y moraron y de donde eran vecinos y naturales, digan los testigos lo que saben.

3. Ítem si saben que los dichos Cristóbal Velázquez y Magdalena de Lorenzana y Monroy fueron marido y mujer, casados y velados in facie eclesia y durante su matrimonio hubieron y procrearon por su legítima hija a la dicha Doña Isabel de Lorenzana, y tal es público y notorio en esta villa, digan lo que saben.

4. Ítem si saben que los dichos D. Gómez Velázquez de Atienza y Doña Isabel de Lorenzana estuvieron casados y velados según ordena la Santa Madre Iglesia de Roma y como tal hicieron vida maridable y durante su matrimonio entre otros hijos hubieron y procrearon por su hijo legítimo a D.  Juan de Atienza Velázquez y por tal su hijo le criaron y alimentaron y los testigos le vieron criar y alimentar, llamándole hijo y él a ellos padre y madre, y tal es público y notorio, digan los testigos lo que saben.

5. Ítem si saben que D. Juan de Atienza y Velázquez y sus padres y abuelos paternos y maternos y sus pasados son y han sido buenos cristianos viejos hijosdalgo notorios y limpios de toda mala raza de moros y judíos y de los nuevamente convertidos a nuestra santa fe católica, no castigados ni penitenciados por el Santo Oficio de la Inquisición ni por otra justicia eclesiástica ni seglar afrentosasmente, en público ni en secreto, y por tales cristianos viejos limpios e hijosdalgo notorios los testigos los han tenido y tienen y lo han visto ansí en sus tiempos y lo han oído decir en esta Villa  a sus mayores y común opinión, digan lo que saben.

6. ítem si saben que el dicho Don Juan de Atienza y Velázquez ni sus padres ni abuelos ni pasados descienden de los Pizarros ni otros prohibidos al pasaje de las Indias, digan lo que saben.

 
7. Ítem si saben que D. Juan de Atienza y Velázquez es moço soltero por casar, no sujeto a orden ni religión y que es quieto y pacífico, de buena vida y costumbres, digan lo que saben.

8. Ítem si saben si el susodicho es de edad de veinte años poco más o menos, porque nació a veintidós de febrero del año de mil y seiscientos y nueve, y que está baptizado en la iglesia de Santa Lucía del lugar del Arroyo, jurisdicción de esta Villa de Cuéllar por el Ldo. Antonio Balbás de la Cruz, cura que fue de la dicha iglesia, y fueron sus padrinos Francisco Velázquez, difunto, vecino que fue de esta Villa, y Ana Serrana, mujer de Blas Gil, su primero marido, vecino del dicho lugar y le pusieron por nombre Juan y se asentó en el libro del bautismo del dicho lugar, digan lo que saben por se haber hallado presentes o por otras raçones bastantes.

9. Ítem si saben que todo lo contenido en las preguntas es la verdad, público y notorio de pública fama y común opinión, sin haber visto ni oído cosa en contrario. D. Juan de Atienza y Velázquez.
(...)

Testigo: Ana Serrana, vecina del lugar de Arroyo de Cuéllar.

Testigo: Ana Serrana, de 43 años, poco más o menos, mujer al presente es de Juan Gil, vecino de Arroyo. De esta testigo interesa su respuesta a la pregunta 8, donde declara haber sido ama de cría de Juan Velázquez de Atienza.

  1. A la octava pregunta dijo esta testigo que sabe que D. Juan de Atienza y Velázquez es de veinte años poco más o menos porque nació a veinte y seis días de febrero del año de mil y seiscientos nueve, y lo sabe porque luego que nació se le dieron a esta testigo para que le criase y diese leche, y está bautizado en la iglesia de Santa Lucía, del lugar del Arroyo, jurisdicción de esta Villa de Cuéllar, donde esta testigo es vecina, y le bautizó el licenciado Antonio Balbás de la Cruz, cura que entonces era del dicho lugar y al presente dicen lo es del lugar de Valseca, jurisdicción de Segovia. Y fueron sus padrinos del cristianismo esta testigo y Francisco Vázquez, vecino de Cuéllar, difunto, y le pusieron por nombre Juan y le asentó en el libro del bautismo del dicho lugar, y lo sabe esta testigo por las razones que lleva dadas y haber sido su madrina de pila con el dicho Francisco Vázquez y haberle criado como va dicho, y esto responde.

 

Testigo: Juana de la Torre, 56 años, viuda de Francisco Vázquez, vecina de Cuéllar. En la respuesta 8 dice:


Que Juan de Atienza nació en sus manos en el mes de febrero de mil seiscientos y nueve y que luego que nació esta testigo le sudó en la cama y luego otro día le llevó a su casa y de allí Francisco Vázquez, su marido, le llevaron al lugar del Arroyo, jurisdicción de esta villa de Cuéllar, y se le entregaron a Ana Serrano, mujer de Blas Gil, su primer marido, para que le criase y diese leche, y de allí a diez o doce días volvieron al dicho lugar del Arroyo Francisco Vázquez, su marido, y esta testigo a bautizar al dicho D. Juan de Atienza y Velázquez, y se bautizó en la iglesia de Santa Lucía del dicho lugar. Y le bautizó el Ldo. Antonio Balbás de Santa Cruz, cura que al presente era de la dicha iglesia, y fueron padrinos de pila los dichos Francisco Vázquez, marido de esta testigo, difunto, vecino que fue de Cuéllar, y Ana Serrana, mujer del dicho Blas Gil, que es el ama que le criaba y daba leche, vecina del dicho lugar, y le pusieron por nombre Juan, y lo sabe esta testigo por haberse hallado presente a todo lo que lleva dicho, y esto responde.

 

Testigo: Pedro de las Cebadas, de 64 años, vecino de Arroyo. Corrobora lo declarado por las testigos anteriores en la pregunta 8.




 

miércoles, 29 de junio de 2016

UN SANTO PARA CUÉLLAR.


J. Ramón Criado Miguel

 

Retomamos en este número la obra historiográfica llevada a cabo por D. Melchor Manuel de Rojas a mediados del siglo XVIII.  Este cuellarano, al realizar la copia del Cartulario del siglo XV del Hospital de la Magdalena, en el año 1763, incluyó en ella una Historia de Cuéllar que tenía escrita. Esta historia era el resultado de la recopilación de datos recogidos a lo largo de su vida como buen lector y curioso que era. Y allí quedó, a buen recaudo, como regalo suyo a las futuras generaciones.

Decididamente estamos dispuestos a sacar adelante una edición, con su estudio, de las Apuntaciones de la Villa de Cuéllar y Vida de Gómez González. Solos o en compañía de otros. Hemos dedicado el suficiente tiempo en su análisis para que sean otros los que se beneficien de ese esfuerzo. A pesar de los renuncios en los que hemos pillado al autor, la obra merece ser dada a conocer, advertido el lector de las incorrecciones en que incurre Rojas y la intencionalidad de las mismas. Por el contrario, en lo positivo,  la obra tiene su valor porque también aporta datos inéditos y originales. En conjunto, la historia de D. Melchor, es digna de darse a conocer entendiéndola en su contexto, por ser la primera historia de Cuéllar que se conserva. La invitación para esta edición queda hecha a organismos y fundaciones interesadas.

El presente artículo se basa en los trabajos preparatorios del estudio de las Apuntaciones de la Villa de Cuéllar, con la libertad que me da un medio divulgativo como es la revista LA VILLA. Sorprenderá al lector del siglo XXI el tema elegido como presentación y muestra de dicho estudio, pero le invito a que se ponga en el lugar del cuellarano del siglo XVIII, para así entenderlo mejor. Haremos un recorrido por los varones, y mujeres, ilustres de la villa de Cuéllar que se significaron por su virtud, esto es, por haber hecho méritos para haber sido reconocidos como beatos o santos. Esta era la gran falta que Melchor Manuel de Rojas echaba para Cuéllar: no haber contado, entre tanto insigne en otros campos, con un santo que fuera seña de la villa.

 

VARONES ILUSTRES DE  CUÉLLAR.

Melchor Manuel de Rojas recurre en su obra a presentar los personajes destacados de la Villa y Tierra de Cuellar clasificándolos por categorías.

El modelo de presentar el catálogo de personajes importantes en la historia de Cuéllar, naturales de la villa, separadamente y con los méritos de cada uno, fue un recurso común en las historias locales de la Edad Moderna. Podrían ponerse numerosos ejemplos. Solo referiremos a Gil González en su Historia Eclesiástica, o a Colmenares en la segunda edición de su Historia de Segovia, por ser obras que consultó y usó Melchor Manuel de Rojas. Remontándonos en el tiempo, el propio San Isidoro utilizó este formato. Estos catálogos se ofrecen como modelos de vida que hay que imitar.

El inconveniente de este método radica en que la figura del personaje ilustre en el catálogo, queda desgajada de su contexto histórico. En algunos casos, incluso sin la orientación de una mínima cronología.

En el elenco de Rojas se aprecia una jerarquización en las diferentes clases de hombres ilustres siguiendo este esquema:

1.-  Clase primera: virtud. Mártires y venerables. Con siete entradas.

2.- Clase segunda: Varones ilustres en letras y puestos eclesiásticos. Con catorce entradas.

3.- Clase tercera: Escritores. Siete entradas.

4.- Clase cuarta: Empleos seculares distinguidos. Treinta y cinco entradas.

5.-Armas. En la conquista de América. Treinta conquistadores presentados por familias.

6.- Clase sexta: Armas fuera de la conquista. Veintinueve entradas.

7.- Clase séptima: Valor Heroico. Francisco Cabrero.

 

En un principio iba a constituir un cuerpo a parte de las Apuntaciones, pero por la brevedad de éstas formaron una unidad con ellas.

Llama la atención el historiador Balbino Velasco Bayón sobre la gran cantidad de hombres ilustres que, habiendo nacido en Cuéllar, ocuparon puestos relevantes tanto en política como en la ciencia o la virtud. Estos varones ilustres saldrían en su mayoría del Estudio de Gramática y constituyen una grata sorpresa para el investigador.

Rojas, por su parte, y lo expresa claramente, echa en falta un santo nacido en la villa de Cuéllar. Así, empezará la relación de hombres ilustres por los que habían destacado o hecho méritos en el camino de santidad.

 

Las principales operaciones del hombre son las de la virtud, porque éstas tienen seguro el premio y siguen a la eternidad. Todo tiene fin menos la virtud.

 

Esta idea cabe muy bien en el pensamiento del hombre medieval y en el del Antiguo Régimen. El hombre por formación durante su vida, adoctrinado desde el seno de la Iglesia, piensa que debe hacer lo necesario para asegurarse la vida eterna. Cada uno en la medida de sus posibilidades. Por esto, Rojas se fija en primer lugar en los ejemplos de sus paisanos que han destacado por haber iniciado un camino de ascetismo y por haber hecho meritos para la santidad.

 

PRIMERA CLASE: VIRTUD.

Por delante incluso del fundador del Hospital y Estudio, D. Gómez González, considera al cuellarano Fray Alonso Gómez de Encinas, mercedario y mártir en Perú, en el año 1624.  Desarrolla Rojas una biografía del misionero que no se dará con esa extensión en otros personajes de sus Apuntaciones y a la altura de historiadores de nuestro tiempo. Incluye datos exclusivos como su año de nacimiento (1561) y su filiación segura a la parroquia de San Andrés, que contaba en tiempos de Rojas con una imagen en talla de este hombre venerable. Estamos ante un grado de virtud por debajo de santos y beatos. Un mártir venerado solo por los fieles de su parroquia y de su villa natal. También por los miembros de la orden mercedaria en Barcelona, porque lo incluyeron entre sus mártires. (1)
Alonso Gómez de Encinas (1561-1624). Fraile mercedario martirizado en el Perú. Tuvo imagen de culto en la iglesia de San Andrés, su parroquia.


Tampoco estaba ni siquiera beatificado el venerable hermano Pedro de la Magdalena (1567-1609), natural de Cogeces del Monte. Sin embargo, la memoria que se tenía en su pueblo de su vida y supuestos milagros llevó al párroco D. Juan de Rodrigo a incluir su imagen en piedra en el frontispicio de la iglesia parroquial. Sería otro ejemplo de hombre venerable con culto local en su momento. Los ejemplos de veneración a personas no canonizadas se repitieron de modo abundantísimo entre los siglos XVI y XVIII.  Pedro de la Magdalena junto a su paisano Rodrigo y a Pánfilo Narváez, nacido en Navalmanzano, son los únicos hombres ilustres de la relación nacidos en la Tierra de Cuéllar y no en la Villa.
Imagen en piedra de Pedro de la Magdalena (1567-1699) en la fachada de la iglesia de Cogeces del Monte. La mandó poner el párroco D. Juan de Rodrigo.


Puede sorprender al lector de este siglo la inclusión, en la lista de gente virtuosa, de las dos monjas del Convento de Santa Ana: las venerables Dña. María Núñez y Dña. Isabel Velázquez y Arias. Por una parte son las dos únicas mujeres con entrada propia en el catálogo de la primera clase: virtud. (2) Por otra, por los hechos que se relatan, referidos sobre todo a la primera de ellas, relacionados con visiones del maligno y posesiones diabólicas narradas con detalles de los que no hace uso para otros personajes de la relación de varones ilustres. Sin embargo, no es atípico que la historiografía barroca dedique un apartado a este tipo de fenómenos en relación con monjas de demostrada virtud.

Según Caro Baroja, son muy frecuentes las referencias a visiones del diablo en biografías y autobiografías de monjas de los siglos XVI y XVII. También en mujeres que no entraron en ninguna orden, pero que tuvieron fama de santidad. No era incompatible padecer este tipo de visiones con ser una monja, o una mujer seglar, virtuosa. (3)

Sin embargo, Rojas no dejó ninguna referencia cronológica de las dos monjas cuellaranas. Hasta el momento no hemos encontrado sus nombres en ninguna de las comunidades del Convento de Santa Ana que hemos visto hasta el año 1620. Es en el siglo XVII en el que, a priori, cabe situar la vida de Dña. María Núñez y Dña. Isabel Velázquez y Arias. Partiendo del año de la fundación del convento de Santa Ana (1571) y del de la redacción de las Apuntaciones de Rojas (1763).

El fundador del Hospital de la Magdalena y Estudio de Gramática, D. Gómez González, aparece con el número dos de los varones ilustres por su virtud. Para Rojas es otro hombre venerable que no llegó más allá en su carrera hacia los altares tal vez, apunta, porque la orden de la Cartuja, en la que profesó los últimos años de su vida, tenía prohibido solicitarlo para sus monjes según su regla. Méritos, para Rojas, no le faltaron y nos remite a la lectura de la vida de Gómez González para que hallemos allí las pruebas.

Se echa en falta a Simón de Rojas, más cuando su beatificación estaba anunciada en los años de la redacción de las Apuntaciones. El autor de las mismas lo deja fuera por no ser nacido en Cuéllar. La regla de ser oriundo de la villa se la aplica incluso a personaje tan señalado en los días de Melchor de Rojas. Porque, si bien su estancia en el convento cuellarano de los Trinitarios había sido fugaz, todavía quedaba memoria de él y de ello se había encargado su orden religiosa. San Simón de Rojas nació en Valladolid en 1552 y murió en Madrid en 1624. En la primera fase de su vida, ya trinitario, fue de convento en convento, entre ellos el de Cuéllar en 1587, alternando la enseñanza con actividades más místicas, entre maceraciones, penitencias, tentaciones y visiones. Se halla representado en la parroquial de Sanchonuño en un lienzo anónimo del retablo de la Virgen del Rosario. (4) La iconografía coincide con la que existe de él en Madrid, en el comedor del Ave María que él fundó. Solo que en el cuadro de Sanchonuño, además del cilicio que la Virgen le facilita para superar las tentaciones carnales, el Niño le da también un rosario. En este sentido, hay que profundizar más sobre por qué los trinitarios cuellaranos estaban detrás de la difusión del rezo del rosario y del culto a esta virgen. Además de Sanchonuño, encontramos a santos trinitarios o su cruz, con los brazos rojo y azul, en los retablos de la Virgen del Rosario en Chañe y en Santibáñez de Valcorba, hasta donde sabemos. (5)
El Beato Simón de Rojas. Lienzo en el retablo de la Virgen del Rosario de la iglesia de Sanchonuño (1773).


La segunda fase de la vida de Simón de Rojas va ligada a la corte del rey Felipe III, en Madrid. Sus milagros se multiplican y todos viven pendientes de ellos. Él sigue a la corte, incluso en su mudanza a Valladolid. Es posible que visitara entonces Cuéllar. Acabó metiéndose en asuntos políticos. Al plantearse la expulsión de los moriscos, el padre Rojas dictamina que hay que aplicar radicalmente la medida. Arremete contra el arte y música profanas, contra las fiestas, contra la prostitución. Muerto Felipe III, fue nombrado confesor de la nueva reina, Isabel de Borbón, con la influencia y poder que este cargo suponía. En resumen, y en palabras de Caro Baroja, fue un “adalid de la Santa España”. (6)

Contemporáneo de Simón de Rojas fue el venerable padre D. Fernando Velázquez que murió en el Monasterio de El Paular en 1633. Había profesado en su orden cincuenta y cinco años y destacaba por sus cualidades virtuosas. En ese tono hagiográfico de las vidas de monjas, frailes y gente virtuosa de la historiografía barroca del siglo XVII, relata Melchor Manuel de Rojas la vida de su paisano. Ha contado para ello con las informaciones que le remitió el padre Carlos Recarte, prior que era de El Paular a mediados del siglo XVIII. Por esto, la entrada de Fray Fernando Velázquez es rica en datos y más extensa en contenido que las citas en historiadores del siglo XX. Había además retrato de este fraile en dicha casa de su convento.

Se completa el elenco de hombres y mujeres virtuosos con la inclusión del jesuita padre Diego de Ledesma (1519-1575), pero desarrolla su biografía dentro de la clase segunda, distinguidos en puestos eclesiásticos y escritores. Conserva también el texto de Ledesma un claro estilo de exaltación de su vida, redactada, a partir de las fuentes que usa, con un marcado estilo religioso. No falta aquí tampoco la recurrente escena barroca de la aparición de Jesucristo o la Virgen para sacar al jesuita de un bache vocacional y carnal, en el mismo sentido que hemos señalado para Simón de Rojas.

 

PRODIGIOS EN EL CONVENTO DE SANTA ANA.

Ahora abandono el aire academicista mantenido a duras penas hasta aquí, porque se contamina por esa retórica religiosa de los textos a los que nos hemos referido. Es muy contagiosa. Lo hago con intención y, aprovechando la libertad de este medio, doy un giro de 180º  y hago de abogado del diablo. Ese diablo que zarandeaba a Dña. María. Debo de ser objetivo a la hora de tratar a la monja Dña. María Núñez. Qué monja, qué voto de pobreza si hasta conservó el don de su grupo social y tenía criada en el convento. Los hijosdalgo de Cuéllar, los cofrades de la Virgen Digna. Don Melchor de Rojas no dejó ninguna referencia cronológica de esta monja. Cuando se refiere a los personajes o hechos próximos a su tiempo no lo hace. No piensa en los lectores del siglo XXI. Da por hecho que sus contemporáneos saben de lo que habla. ¿Nos ha colado otra falsa noticia? ¿Existió realmente María Núñez? ¿Cómo se tomarán los lectores del presente la lectura de este relato?

No cambio nada de lo que tengo redactado. Con probabilidad es un personaje del siglo XVII. Se ha dicho arriba. Archivo Histórico Nacional. Dos legajos y dos libros del Convento de Santa Ana, Cuéllar, Segovia. Hay documentos para rato. Pero no hay tiempo. A por ellos. No hay suerte. Censos y más censos. La mayoría no se cobra. El convento hace aguas y no solo por las tormentas. Primera tormenta, se la cita en un papel suelto. Año1638, el escribano García Álvarez de la Vega levanta testimonio de los daños causados por una tormenta con mucho aparato eléctrico, 26 de junio por la tarde. Firman el informe las monjas del convento en ese año: Dña. Isabel de Torres, Magdalena de Torres, Isabel Altamirano, María Ulloa, Catalina Cobos, Dña. Isabel Velázquez, Dña. María Núñez, Isabel de Rojas, Elvira de Contreras, Ana de Torres, Francisca de Contreras, Isabel de las Peñas, Dña. Juana Montaña, Dña. Luisa de Mendoza,. Dña Isabel Vélez de Espinosa, Dña. María de Cartagena, Beatriz de Íscar, Francisca Ponce, Dña. Isabel Narváez, Dña. Ana de Stisso? Menudo elenco de apellidos nobles, parece un convento para gente de bien. Las religiosas piden testimonio por escrito del escribano y que dé cuenta de lo que consideran milagro o prodigio. La centella que entró por una pared del altar mayor no produjo sino daños materiales. Habiendo salido las monjas, que estaban rezando en el coro, ilesas. En el retablo todo estaba ahumado, excepto las imágenes y el sagrario del mismo. Una talla de bulto de la Virgen había caído desde un altar muy alto sin sufrir desperfectos. En acción de gracias celebrarían cada año esa fecha. Nos importa que ya tenemos una firma y una primera fecha para Dña. María Núñez y de Dña. Isabel Velázquez, religiosas del convento y coetáneas. Año 1638.

Convento de Santa Ana de Cuéllar, donde profesó Dña. María Núñez.


Segunda tormenta, descrita a continuación del texto de la primera, cien años después, 1746, en el mismo papel. Se da cuenta de otro rayo que cayó en el convento el 22 de julio de ese año, día de la Magdalena. Firman todas las monjas lo que consideran milagro. Habían bajado durante la tormenta (de 5 a 6 de la tarde) a rezar una salve al coro a Ntra. Señora la Cautiva, que estaba en el altar mayor, encima del sagrario, con su corona de plata y su peluca. Esta imagen la había regalado al convento Dña. Ana de la Cueva, Duquesa de Alburquerque, y era muy milagrosa, según las religiosas. Al llegar al te aclamamos, vieron entrar un rayo por la ventana de la capilla, por el lado de la epístola, cayendo sobre el altar mayor. Allí, a pesar del humo, se seguía viendo la imagen de la Virgen en un halo de claridad asombroso y la talla salió sin daño. Las monjas también. Dieron fe de lo que vieron el padre guardián de San Francisco y uno de los regidores de la villa, Agustín de Velasco, que vio un gran resplandor de fuego dentro de la iglesia y que a saber qué hacía en el coro bajo del convento si era una orden de clausura.

Pues vaya milagro, me dice un amigo más escéptico que yo, bajan a rezar la salve para espantar el nublado y les arrea allí mismo la exalación. Más bien parece un aviso. No sé qué te diga.

(El padre Balbino ha pasado por aquí, 1970. De su letra ha quedado un papel verde en el legajo, solicitando algunas fotocopias del mismo. Forma ya parte del documento).

 

EL TRUCULENTO CASO DE LA MONJA DOÑA MARÍA NÚÑEZ.

Es en el primero de los dos libros de cuentas conservados donde encontramos los datos concluyentes de la existencia de Dña. María Núñez en la segunda mitad del siglo XVII. Se daban cuentas cada tres años. Se reflejan los censos a favor del convento. Destaca una escritura contra el Conde de Lemos de 935.200 maravedíes de principal y 42.509 maravedíes de renta pagado a Navidad y San Juan. Pasó ante Juan Bautista Martínez de Párraga, escribano de Valladolid, año 1607. Se trata de Don Pedro Fernández de Castro (1576-1622), VII conde de Lemos, presidente del Consejo de Indias y virrey de Nápoles. El que fuera amigo y protector de Cervantes, el cual le dedicó la segunda parte del Quijote, las Novelas ejemplares y el Persiles. Hay otro censo contra la Ciudad de Valladolid, otro contra el Marqués de Villena. Pero las rentas de estos censos no se pagan sistemáticamente y aboca al convento hacia la penuria.

Tal vez la mala economía sea la razón de buscar devociones hacia las imágenes y hacia las propias monjas del convento para captar limosnas que alivien la falta de dineros. El Convento de Santa Ana, extramuros de la villa. ¿Estamos ante la necesidad de testimoniar prodigios en el mismo para salvar al convento de la ruina? El colofón sería la exhumación de Dña. María Núñez incorrupta, hacia 1730, pero de este hecho solo nos da testimonio Rojas.

La siguiente anotación que da fe de la existencia de Dña. María Núñez en el convento aparece en la relación de cuentas del trienio 1647-1650 en la partida de Dotes, alimentos y pisos:

Dña. María Núñez. Más cien ducados que dio al convento Dña. María Núñez, religiosa de este convento para ponerlos a censo con patente de nuestro padre Fray Juan Gutiérrez, ministro provincial, con calidad que sus réditos haya de gozar por tres días y después los ha de gozar el convento.

Objetivo cumplido. Dña. María Núñez existió realmente, pero no hallaremos en la frialdad de este libro de cuentas nada que tenga que ver con los presuntos prodigios sobrenaturales acaecidos en el convento o padecidos por la monja.

Realmente tuvo una criada a su servicio. En una apuntación se le anotan sesenta ducados que debió pagar por el piso de su criada, por tres años hasta febrero de 1687, a razón de 20 ducados por año. No era una excepción, pues, contar con criada en el convento de Santa Ana. Consta que otras monjas también la tenían: Dña. Catalina y Dña. Juana de la Cueva, Dña. Juana de Montaña,  Dña. Ana de Contreras, Dña. Isabel Velázquez y Dña. Ana Irurzun. Otras monjas tomaban criada puntualmente durante sus convalecencias, enfermas, por tres o cuatro meses. De servicio común, para todo el convento se habla de una o dos criadas internas, a cien reales cada una. Además del sacristán, que era el marido de la casera, que vivían en la casa conventual, y las lavanderas, a las que también se daba su salario. Preocupadas las religiosas por su salud, tenían también una iguala con el barbero, Bartolomé de la Zarza, de 66 reales al año.

Puede inferirse de todo esto que la vida de las monjas del convento de Santa Ana no era de un excesivo ascetismo, que era un retiro muy relajado. Así lo percibió el padre visitador en 1676 que las reprendió severamente. Llama la atención a las hermanas sobre el excesivo número de fiestas que celebran en el convento. Que solo hagan la de Santa Isabel, que ha de ser también la del santísimo sacramento. Luego cede en que se celebre también la de Santa Ana, pero en ambos casos con sermón. Se sorprende el visitador de los grandes gastos en botica, pues gastaban en medicina sin reparar lo mucho. Advierte que solo den medicinas en los casos estrictamente necesarios (calentura continua u otro accidente). Que a las religiosas enfermas habituales y a las que por prevención se quieren purgar no se les dé botica sino a costa suya. Que no se pongan hachas en el novenario cuando muere alguna religiosa, aunque haya sido prelada. Que las gallinas que se dan a las religiosas purgadas se quiten y no se den, pues el convento no puede hacer estos gastos. Que se quite la colación de Navidad y Semana Santa.

No hay nada en estos textos que nos informe de los prodigios de Dña. María Núñez, ni de las visiones que padeció según Melchor Manuel de Rojas. El rapapolvo del visitador se corresponde con un año en el que ella profesaba en el convento. Podemos asegurar que  María Núñez queda realmente documentada en el convento de Santa Ana durante la segunda mitad del siglo XVII. Sin que podamos fechar su muerte, porque aunque en las cuentas se reflejan los gastos empleados en los entierros de las hermanas, este libro consultado concluye en 1692. El siguiente no se conserva en el Archivo, salta al año 1754 cuando era abadesa Dña. Elena María Ruiz de Herrera, de otra familia insigne de la villa.

Las dificultades por las que pasaba el convento en el año en que Rojas escribe las Apuntaciones eran evidentes. En las cuentas del trienio 1761-1763, se anotan préstamos de particulares de Cuéllar (D. Manuel de Burgos, 150 reales, y la Comunidad de monjas de Santa Clara, 100). El vicario eclesiástico de la villa, Joseph Cachorro, tiene que prestarles 200 reales de los caudales del Cabildo. En el apartado de limosnas, hasta la misma reina les había mandado 600 reales, el cura de Cantalejo 90 y 300 de Dña. Josefa Minguela, residente en la corte, más otras menores de devotos bienhechores. Emprenderá el convento en años siguientes una batería de pleitos en el Consejo de Castilla para exigir los réditos de los censos que no le pagan, verdadera causa de su decadencia. Este asunto requiere un tratamiento aparte, como la inversión importante que realizarán las monjas en la compra de un molino en el Vado de la Vaca, en el río Cega.

Concluimos aquí. Ahora será el lector el que juzgue el texto de Melchor Manuel de Rojas tal como lo escribió para sus Apuntaciones. Ya está prevenido de lo que se va a encontrar. He dejado de lado el prodigio atribuido a su contemporánea, la monja del mismo convento, Dña. Isabel Velázquez y Arias, para otra ocasión. Queda asimismo documentada en este periodo de la historia. El mismo emplazamiento hacemos para el caso del fraile de Cogeces Pedro de la Magdalena.




 

LOS DOCUMENTOS  DE ROJAS.

Convento de Santa Ana. Convento ahora de religiosas Franciscas y en su origen colegio de Beatas que podían salir fuera y salían. Ya profesan clausura. Hállase actualmente Convento muy necesitado. Le fundó la Sra. Dña. Francisca de la Cueva, Condesa de Luna, hija mayor del III Duque de Alburquerque, el Sr. Don Beltrán, y de Dña. Isabel Girón, año de 1571, de cuya casa ha habido en él religiosas.

Está situado extramuros de la Villa, entre la puerta de Carchena y el Convento de San Francisco.

 

6. La Venerable Madre Dña. María Núñez, natural de esta Villa, religiosa profesa en el Convento de Santa Ana de ella. Fue dechado de pobreza, humildad y recato. No comió por espacio de cuarenta años más que yerbas crudas. Las rentas que tenía de alguna sustancia todas las consumía en auxilio de las religiosas pobres y ornamentos de la iglesia. Maceraba cruelmente sus carnes indispensablemente tres veces al día. Siempre la sirvió de lecho una estrecha tarima sin más adorno ni ropa que dos talegos de vides. Padeció fuertes molestias del maligno espíritu con ruido grande y horrendas figuras, que la daba de golpes muchísimas veces. En los últimos meses de su penosa vida, viendo su amarillez, achaques, senectud y penitencias, la Prelada la estrechó a que comiera cada día de carne un cuarterón y media libra de pan y, no pudiendo faltar a la obediencia, pareciéndola que así su cuerpo estaba muy regalado, apretaba cuanto podía los ejercicios.

En el coro y otras partes tenía notables éxtasis. Cuando iba a comulgar el Demonio la asía a vista de las religiosas y de medio cuerpo arriba le daba mil vueltas, poniéndola con velocidad increíble el rostro a las espaldas, pero después de la comunión quedaba en profunda tranquilidad.

La mandaron los Prelados en virtud de santa obediencia que tomase criada para que la asistiese de noche y de día, escogiendo para este fin una persona de virtud y valor; duraban poco, por lo regular, no pudiendo sufrir los nocturnos estruendos y figuras Diabólicas que advertían, haciéndoselas insoportable servidumbre su compañía, aunque las alentaba con cariño usando de estas palabras: “No temáis, hijas, que es un perro atado”.

 Dio claras señales de tener espíritu profético. Siendo Maestra de Novicias, estando en una celda del noviciado, de la que nunca salía, en ocasión de que un mozo del Convento se hallaba malo, interrumpiendo la oración en que estaba, salió arrebatadamente de la celda a decir a sus Novicias le encomendasen a Dios por cuanto acababa de expirar.

 Un domingo primero de Cuaresma, al empezarse las vísperas, se salió del coro diciendo a la Prelada: “Benedicite; ya llegó el fin de mi vida”. Luego que se concluyeron, cuidadosas algunas, acudieron a su celda y la hallaron introducida en el lecho de la criada con un letargo profundo. Acudió el médico, se hicieron apósitos, más todo fue en vano, porque espiró a la una de la noche, dejando a la Comunidad su tránsito un grande desconsuelo. Treinta años después de su óbito fue abierto cuidadosamente su sepulcro y se la admiró tan flexible y fresca como si estuviese viva.

 

 

NOTAS:

  1. La fecha de su nacimiento que da Melchor Manuel de Rojas se acerca mucho a los 44 años que aproximadamente declara tener cuando pasó a Nueva España en el año 1609.  Era alto, lampiño y tenía tres lunares en el carrillo derecho. Ver Balbino Velasco. Historia de Cuéllar, páginas 366-368.
  2. Y de toda la obra si descartamos referencias indirectas a otras mujeres, caso de Dña. Francisca de la Cueva, fundadora del Convento de Santa Ana en 1571.
  3. Julio Caro Baroja. Las formas complejas de la vida religiosa. (Siglos XVI y XVII). Madrid 1985.
  4. El retablo de la Virgen del Rosario de Sanchonuño, de estilo barroco-rococó, es obra del artista de Peñafiel Felipe Durán. Aunque en el contrato, firmado en el año 1771, no se expresa que debería incluir este lienzo, al final se puso. Había sido beatificado Simón de Rojas por Clemente XIII en 1766. Finalmente, fue canonizado en 1988 por Juan Pablo II.
  5. En los dos casos se trata de San Juan de Mata, fundador de la Orden Trinitaria. En Chañe en lienzo, en escultura de bulto redondo en Santibáñez. Emilio Olmos Herguedas. En torno al pasado histórico de Santibáñez de Valcorba. Valladolid 2000.
  6. Julio Caro Baroja. Op. Cit. Pág. 103.

 
FUENTES:
Archivo Histórico Nacional. Clero secular regular. Convento de Santa Ana. Cuéllar. Legajos 6246 y 6247. Libros: L.11663 y L.11664.

Balbino Velasco Bayón, Historia de Cuéllar, 5ª Edición, Segovia 2013

Melchor Manuel de Rojas: Copia del Cartulario del Hospital de la Magdalena. Manuscrito. Cuéllar, 1763.

Julio Caro Baroja. Las formas complejas de la vida religiosa. (Siglos XVI y XVII). Madrid 1985.