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viernes, 30 de marzo de 2018

SEMANA SANTA EN SANCHONUÑO




LA LOCALIDAD PROCESIONA LAS TALLAS MÁS RECIENTES DE LA IMAGENERÍA RELIGIOSA DE LA PROVINCIA.
Como el resto de las poblaciones de la comarca, Sanchonuño desarrolla desde el Jueves Santo al Domingo de Resurrección los actos religiosos de Semana Santa en los que se mezclan tradición y un aire de renovación que enriquece las procesiones que desde antiguo se han realizado en el pueblo.
Lo más destacado del Jueves Santo es la recuperada procesión de la Carrera, cuyas raíces están en la desaparecida cofradía de la Vera Cruz, que era la encargada de su desarrollo recorriendo las cruces de un calvario, del que hoy solo se conserva una de ellas, hasta la ermita del Humilladero. Procesionaban la cruz y el Santo Cristo y durante el recorrido se cantaban los versos de la también conocida como la carrera que no son sino los “Catorce romances de la pasión de Cristo”, cuya autoría corresponde al mismísimo Lope de Vega. Antiguamente eran dos personas las que llevaban el rezo de estos romances a los que respondían todos los asistentes con otra parte de los mismos.
En el mismo día se montaba el monumento, altar adornado en el que se depositaba el santísimo sacramento después de la misa de la tarde de este día y para la comunión del día siguiente.




La procesión por excelencia de toda la Semana Santa es la del Silencio, que tiene lugar en la noche del Viernes Santo. Antes procesionaban la Virgen de la Soledad (una imagen de vestir) y el Niño, imagen que representaba a Cristo a falta de otra talla más a propósito. Desde hace veinticinco años el lugar de la talla del Niño ha sido sustituido por un Cristo yacente, obra del artista Cruz Criado (Sanchonuño 1952), que pasa por ser la talla más reciente de la imaginería religiosa de la semana santa en la provincia. Este hecho no tuvo ningún tipo de trascendencia informativa en su día y por ello queremos reseñarlo aquí. Fruto de la colaboración del escultor con su parroquia natal, Sanchonuño cuenta con esta obra neobarroca de un gran naturalismo, que muestra a Cristo recién desenclavado y con los símbolos de la pasión: los clavos y la corona de espinas. Esta imagen ha dado un nuevo impulso a la procesión del viernes y despertado devociones que han pasado por comitentes que han patrocinado una urna para el Cristo, aunque el autor hizo la obra para ser tocada.
La procesión del Silencio se vio reforzada, al poco tiempo de la inclusión del Cristo yacente en la misma, por la participación musical de instrumentos de viento y percusiones que acompañan a los pasos desde su salida de la iglesia. Es de destacar, en determinados momentos de la procesión, la inclusión de carracas y matracas que a modo de tronadera crean un ambiente difícil de describir. No faltan ningún año las saetas con las que algunos vecinos se arrancan desde sus balcones, pero esto es tradición porque siempre se cantaron en Sanchonuño y sirva como ejemplo esta recuperada:

Virgen de la Soledad
Eres mi alivio y mi dolor,
Dame una de tus penas
Para que la sufra yo.
Terminada la procesión del Silencio, ya en la iglesia, se predicaba el sermón de la Soledad y hoy en día se siguen cantando Los siete dolores y La salve de la Dolorosa.


Se cierran los actos de la Semana Santa en Sanchonuño el domingo de Resurrección con la procesión del Encuentro. En ella sale la primera talla que realizó Cruz Criado para la parroquia: un Cristo resucitado que procesiona desde el año 1993 en sustitución también del Niño. Este Cristo se encuentra con su Madre (talla de la Virgen del Rosario del siglo XVI) en la plaza, y se hacen los rodillines, tres genuflexiones en el momento del encuentro.
 
J. Ramón Criado Miguel.




sábado, 3 de marzo de 2018

UNA NUEVA GENEALOGÍA PARA LOS VELÁZQUEZ DE CUÉLLAR (Y III)


LA CASA DE LA TORRE O PALACIO DE PEDRO I EL CRUEL: SUS MORADORES. (y III)



 


En las dos entregas anteriores hemos demostrado que el conjunto de bienes que había legado Don Juan Manuel a Elvira Blázquez (viuda de Pero González Dávila), en 1348, seguía agrupado y se transmitía por mayorazgo dentro de la rama principal de la familia Velázquez. Cuando María de Toledo, viuda del Ldo. Juan Velázquez, dicta su testamento en 1505, en lo que respecta a Ortún Velázquez solo tiene que expresar la fórmula “lo que le toca”. Como hijo mayor del matrimonio todos asumen lo que le corresponde: la Casa de la Torre, y el palacio y heredades en Viloria, pinares, tierras, prados y molinos. (1)




ORTÚN VELASCO O VELÁZQUEZ. CABEZA DE LOS VELÁZQUEZ.

Primogénito, como se ha dicho, del Ldo. Juan Velázquez y de Dña. María de Toledo. Natural de la villa de Cuéllar. Heredero del mayorazgo de la Casa de la Torre, heredades y palacio de Viloria, pinares y molinos. Sin embargo, prefirió salir de Cuéllar para hacer carrera; fue otro favorecido de sus parientes de Arévalo (Gutierre y Juan Velázquez) que le reclamaron para que optara a cargos de relevancia como cliente familiar en la órbita de la corte de los Reyes Católicos.

El primer destino del que se tiene noticia es el de alguacil de la ciudad de Soria, por el Ldo. Gutierre Velázquez, su tío, corregidor de la misma, en el año 1493. Gutierre, como mayordomo de la reina viuda Isabel de Portugal, se hizo con el corregimiento de Soria, como oficial absentista. Es decir, delegaba las funciones en otras personas que le representaban, miembros de su clientela, en las funciones de gobernar e impartir justicia en Soria y su Tierra. Sorprende que, una vez muerta la madre de Isabel la Católica, su hijo Juan Velázquez de Cuéllar siguiera ostentando este cargo de corregidor de Soria, que en justicia ya no le correspondía y lo fue incluso después de la muerte de Fernando el Católico. Sin duda, Juan Velázquez se mantuvo como corregidor de Soria por merced que le harían los Reyes Católicos, que le tenían en mucha estima. Por allí desfilarían otros parientes de Cuéllar, pues también fue un oficial absentista como su padre Gutierre Velázquez.

Después de otras funciones que realizó como contino de los reyes, incluso en Andalucía, Ortún Velasco, dentro de la órbita de su primo Juan Velázquez de Cuéllar, contador mayor, fue nombrado teniente de contador de la reina Juana. Coincidió en este desempeño con San Ignacio de Loyola, que también había recalado en Arévalo en casa de Juan Velázquez de Cuéllar y María de Velasco, su mujer, con el mismo objetivo de ser promocionado en la corte al amparo de esta influyente familia.

La caída en desgracia en 1517 de Juan Velázquez de Cuéllar por la oposición que hizo a la entrega de la villa de Arévalo a Germana de Foix, supondría también dificultades en los progresos de sus protegidos. Ignacio de Loyola volvió a su patria y el seguimiento de Ortún Velasco se complica en la documentación. En el año 1531 figura el contador Ortún Velasco como alcaide del castillo de Arévalo (se le libraron 100.000 maravedíes para obras en el mismo). Creemos que se trata del de Cuéllar.

Los pleitos mantenidos por los Velázquez, de la rama principal, en Viloria nos informan sobre los miembros de la familia y de cómo los vecinos de ese pueblo habían ocupado parte de las posesiones de la casa. Estas posesiones consistían en una casa situada en el pago que llamaban Los Quiñones, que puede corresponderse con el nombrado palacio de Viloria, una serie de prados (La Requijada) y otras tierras por las que los Velázquez recibían una renta de veinte fanegas en pan partido (mitad trigo y mitad cebada). El origen de los pleitos se remontan a principios del siglo XVI, aún viva Dña. María de Toledo, y siguen durante bastantes años ya que los vecinos de Viloria les ocupaban y les disputaban a estos Velázquez la propiedad de esos bienes, habiendo roturado parte de los prados.

En el pleito de 1527 es Ortún Velasco, contador de la reina, quien da poder a sus procuradores de Cuéllar para que traten sobre los prados que le tienen ocupados, partidos y divididos, el concejo y hombres buenos de Viloria.

De nuevo nos encontramos para la primera mitad del siglo XVI con alguna dificultad para establecer de manera continuada la descendencia por la línea principal de los Velázquez. Contábamos con bastantes piezas, pero quedan pendientes de hacerlas encajar.

Nos falta saber quién fue la mujer de Ortún Velasco I, hijo del Licenciado Juan Velázquez de Cuéllar y de María de Toledo. La línea del mayorazgo de la Casa de la Torre seguiría por Marina Velázquez I, hija de Ortún I, que casó con Sancho de Salinas (consorte del mayorazgo), que se transmitía también por línea femenina. Del matrimonio nacieron varios hijos y el primero llamado a heredar fue Ortún Velasco II, nombrado como su abuelo, que casó con Juana Rodríguez de Noreña. Este matrimonio no tuvo descendencia.





 

MARINA VELÁZQUEZ I, CONTINUADORA DE LA LÍNEA.

Deducimos que Marina Velázquez I fue hija de Ortún Velasco I porque en 1555 el marido de la primera, Sancho de Salinas ya viudo, actuó como curador de los bienes de su hijo Ortún Velasco II y los defendió contra los vecinos de Viloria (habían cambiado el cauce de un arroyo que perjudicaba a los molinos de los Velázquez). Con Sancho de Salinas viudo, como consorte de la heredera de la Casa de la Torre, Dña. Marina, los derechos del mayorazgo pasaron a su hijo mayor, Ortún Velasco II, por ser la madre quien traspasaba esos derechos. Al morir Ortún sin sucesión, el mayorazgo pasó a su hermano Luis Velázquez de Salinas o, sencillamente, Luis de Salinas.

De esta manera, hacia mediados del siglo, o poco después, quien figura como heredero principal de la Casa de la Torre es dicho Luis Velázquez de Salinas, hijo de Sancho de Salinas y de Dña. Marina Velázquez I. Aparece en 1555 solicitando permiso para pasar al Perú, pero si estuvo en América, acabó pronto regresando a Cuéllar. (2) Casó con Dña. Manuela Velázquez, hija de D. Francisco Velázquez de Gijón, quien fuera gobernador de Yucatán, y de Dña. Luisa Soria, y de ese matrimonio nació su única hija y heredera de la Casa de la Torre con los bienes asociados en Viloria. Nos referimos a Dña. Marina Velázquez, nombrada como su abuela paterna, que quedó huérfana de padre y madre siendo niña.

Se dio la circunstancia de que Luis de Salinas nombró en su testamento heredera universal a su hija Marina, pero le puso unos tutores, para que le administrasen sus bienes hasta la mayoría de edad, diferentes a los que le instituyeron sus abuelos maternos, D. Francisco Velázquez de Gijón y Dña. Luisa Soria; el primero había fallecido de regreso de América en el año 1580. Esto dio lugar a un pleito más entre los tutores propuestos por cada parte.

Marina Velázquez heredó también algunas deudas de su padre y abuelo y como tal heredera tuvo que hacer frente a las demandas. Es significativo que en estas reclamaciones se le quisiera embargar la Casa de la Torre, como propietaria de ella. En concreto, en el pleito que le puso Juan Bernardo Rodríguez de Noreña, sobrino de Dña. Juana Rodríguez de Noreña, sobre 400 ducados que le reclama por debérselos su difunto padre, Luis de Salinas. (3)

Para hacer frente a dichas deudas, los ejecutores confiscaron en Segovia cuatro cajas de añil, tinte que el abuelo de Marina Velázquez de Salinas, Francisco Velázquez de Gijón, había hecho llegar a esta ciudad en su regreso como gobernador desde Yucatán. Y para alcanzar la cuantía de la deuda también embargaron en Cuéllar unas casas que llaman Casa de la Torre que son de la dicha Dña. Marina Velázquez.

En un viejo memorial del siglo XVII, lleno de patrañas que algunos colegas dan crédito, hallamos una noticia que tenemos por cierta. Dña. Marina Velázquez  II, la triste niña huérfana, descendía de Ortún Velázquez y era señora del Palacio que llaman de la Torre, de Viloria, Tierras, Pinares y Molino. Sigue diciendo que casó en Segovia con D. Juan Gerónimo de Contreras, regidor de dicha ciudad, cuyo hijo fue D. Luis Jerónimo de Contreras, caballero de Santiago, Vizconde de Laguna Contreras y Conde de Cobatillas, Corregidor de Madrid, del Consejo Real de Hacienda, de capa y espada, con sucesión.

Con esto se confirma nuestra hipótesis inicial y mantenida para la rama principal de los Velázquez: fueron por mayorazgo, desde que se instituyera en el año 1348, dueños de dicha casa en Cuéllar y de los pinares, prados, molinos y palacio de Viloria. De este enlace, como se ha dicho, nació D. Luis Jerónimo Velázquez de Contreras, en quien cayó el mayorazgo de la rama principal de los Velázquez, así lo expresa el propio Melchor Manuel de Rojas en sus Apuntaciones.

 

EL MÉTODO CONSTRUCTIVO.

En el desarrollo del presente estudio (reconstrucción de la línea principal de los Velázquez) hemos aplicado un método de trabajo que me gusta definir como constructivo. Lo aplico como docente y consiste en partir de los datos conocidos para seguir complementando con otros nuevos, construyendo, eliminando, si procede, lo mal estructurado o erróneo. Nada tengo que decir sobre el abundante número de documentos consultados (cuarenta para este caso). No he conjeturado nada, o muy poco. Contra quienes me acusan de beber en otros historiadores que me confunden, es tan obvio que sobra la justificación. Frente al método de los historiadores de salón, sobre titulados o auto acreditados, que desmontan todo lo existente para conjeturar sobre barrido. Los documentos en letra procesal y enrevesada que los trabajen otros, o ni siquiera se plantean que existan porque ni los buscan, y por eso tienen que conjeturar. Frente a la retórica totalitaria, pero vacía, y casi siempre errónea en el contenido. Suerte que el lector es inteligente y no sucumbe a cantos de sirena. (4)

Partimos de los elementos conocidos: donación a Elvira Blázquez (1348) por parte del infante D. Juan Manuel de las casas de San Esteban, palacio, prados, molinos, pinares en Viloria. Luego era la poseedora Dña. Elvira de la casa en dicha parroquia cuando en ella se celebraron las bodas de Pedro I con Juana de Castro. Pergamino capital: es su carta de propiedad.

El segundo poseedor fue Blasco Pérez Dávila, que fue procurador en Cortes por Cuéllar en el año 1390. Casó con Juana Bermúdez, según las genealogías tradicionales.

El otro documento conocido es el testamento de María de Toledo, viuda del Ldo. Juan Velázquez, en el año 1505. Muy fiable pues es el Marqués de Mondéjar quien hizo su recensión sobre el original y nos da cuenta de quiénes fueron sus hijos y herederos y de que era parroquiana de San Esteban en Cuéllar, aunque viviera largos periodos en Viloria, en la casa del mayorazgo.

Entre los dos documentos, distanciados siglo y medio, aparece Melchor Manuel de Rojas y en sus Apuntaciones pone en entredicho las genealogías del cronista Pellicer. Nos hace referencia al testamento del Dr. Ortún Velasco (1436), tercer poseedor de la Casa de la Torre, que él usó y a partir de dicho testamento, construye su árbol genealógico. Sobre todo en lo referente a los que fueron sus hijos: el Ldo. Juan de Cuéllar, que sigue la línea, Pedro de Cuéllar, Ruy Sánchez, Francisco Velázquez, Gutierre Velázquez, Sancho Velázquez y Constanza.

El testamento del Dr. Ortún Velázquez, usado por Rojas, ofrece garantías al ser cotejado hoy con otras fuentes. Coincide con citas de la Colección Documental de Cuéllar y con los datos aportados por el Marqués de Mondéjar (siempre para nosotros historiador fiable) en su Genealogía de la familia Segovia. Las piezas se complementan y encajan y vamos añadiendo ladrillos en el muro. Pero sobre todo, el testamento nos sirve para desambiguar a dos personajes que llevaron el mismo nombre (Ortún Velázquez) y de los que se han confundido sus biografías en una sola. Nos referimos al Dr. Ortún Velázquez, al que corresponde el testamento, muerto en base a dicho documento hacia 1436, y que fue corregidor de Sevilla y oidor de la audiencia del rey, entre otros cargos, y su homónimo Ortún Velázquez, hijo de Alfonso Caballero, que fue clérigo destacado de la curia castellana, Deán de Segovia y obispo de León, muerto en 1460. Esto a pesar de la terquedad de anticuarios redactores de las entradas de la wikipedia, que se autocitan retroalimentando sus errores; o de acreditados juristas, que insisten en la mentira evidente, porque toman como fuente a un historiador reputado que lo afirma (!). Los que siguen defendiendo que hubo un solo Ortún Velázquez. Ya he dicho en otro lugar que esta es la otra historia perdida, la que se cuenta mal por no tener la suficiente preparación, pero sobre todo por la ausencia de espíritu crítico con las fuentes (cuando las usan) y la bibliografía. Flaco favor nos hacen.




 

UN DOCUMENTO CLAVE

Por si fuera poco lo que aclaran las referencias hechas por Rojas al testamento del Dr. Ortún Velázquez, respecto a su descendencia y a los moradores de la Casa de la Torre, que no son otros que ellos mismos, un nuevo documento, hallado en el camino, apuntala toda la estructura, abriendo un vano en el muro por el que entra la luz iluminando el edificio. Una ventana geminada, si quieren, como las de la fachada de la casa que nos ocupa, con sus dos arcos con sus respectivas claves y dovelas.

Nos referimos al pleito entre los hermanos Ortún Velasco, Francisco y Diego Velázquez, hijos del Ldo. Juan Velázquez de Cuéllar, difunto, y de María de Toledo, contra el arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca II, señor de Coca y Alaejos, en el año 1494. En él se desvanecen todas las dudas que se nos pudieran plantear sobre la línea hereditaria que defendemos. Son los demandantes a su vez nietos del Dr. Ortún Velázquez. Viene recogido en el pleito.

En este contencioso, y por seguir un orden cronológico, se hace referencia a una donación hecha en el año 1428, al Dr. Ortún Velázquez de 10.000 maravedíes en las tercias de Coca, que le pertenecían a Juan de Navarra, señor de Cuéllar, que es quien le da esa merced. Todo en reconocimiento a los servicios prestados por el doctor a Fernando de Antequera, padre de Juan de Navarra y a él mismo. Señal inequívoca de que los Velázquez fueron partidarios y fieles servidores de estos nobles, señores de Cuéllar, entrando en ocasiones en conflicto con el rey de Castilla.

Esta merced no debió ser cumplida por los que se hicieron después con el señorío de Coca y es así que Alonso de Fonseca I, arzobispo de Sevilla, en su testamento redactado en 1460 (se recuperó de su enfermedad y moriría trece años después) estableció la siguiente cláusula:


Ítem, por seguridad de nuestra conciencia, mandamos al dicho Fernando de Fonseca, nuestro hermano, informados los testamentarios, que den e paguen al Licenciado Juan Velázquez de Cuéllar lo que se fallase que nos le debemos y somos en cargo de los maravedíes situados que el dicho Licenciado tenía del Rey de Navarra por las tercias de la dicha nuestra villa de Coca.


Se desconoce que Alonso de Fonseca I hiciera otros testamentos posteriores a este de 1460. Su hermano Fernando murió en la segunda Batalla de Olmedo (1467) y el heredero pasó a ser su hijo Alfonso de Fonseca II. Este testamento ha sido publicado y estudiado por historiadores de prestigio, pero no nos consta que se hayan metido a analizar esta cláusula porque para ello hacía falta saber qué Juan Velázquez sea el licenciado. Sin duda, no el de Arévalo, porque nació precisamente ese año de 1460. Pero para lo que nos importa al caso, para nosotros no representa ninguna duda y se refiere al hijo del Dr. Ortún Velázquez, cabeza de la familia. (5)

Fallecido el Ldo. Juan Velázquez, el de Cuéllar, un poco antes de 1490, su hijo Ortún Velasco, en nombre de sus hermanos, demandó al responsable de pagarles los 10.000 maravedíes en las tercias de Coca: Alonso de Fonseca II, que le había quitado a su tío la silla arzobispal de Sevilla. Llevaban veinte años sin percibirlas. El arzobispo se defendió bien y argumentó que el que había sido en su tiempo rey de Navarra y señor de Cuéllar, el infante D. Juan, fue un desleal al rey de Castilla y que con su marcha, expulsado de estos reinos, acabaron todos sus derechos sobre sus señoríos en el reino castellano. Por lo tanto también la merced que en su día había otorgado al Dr. Ortún Velázquez a quien reprocha haber sido un hombre leal al señor de la villa de Cuéllar, y por extensión también desleal al rey de Castilla. Señala el prelado que el propio padre de la parte contraria en el pleito, el Ldo. Juan Velázquez, se enfrentó a su rey y señor natural, Juan II de Castilla, en las batallas de Pampliega, en 1444, y Olmedo, al  año siguiente. Lo que supone una prueba más de que fuera el Ldo. Juan Velázquez el Licenciado Cuéllar que citan las crónicas en dicha batalla de Olmedo y de que los Velázquez fueron fieles a la causa del rey de Navarra, en el mejor de los casos agentes dobles.

A pesar de tan contundentes argumentos, la Chancillería falló en contra del arzobispo Alonso de Fonseca II, dando la razón a los Velázquez de Cuéllar. Tal vez pesaría en los oidores que quien había otorgado esta merced en las tercias de Coca, allá por 1428, no era otro que Juan de Navarra, el mismísimo padre del rey reinante en el año de la sentencia, D. Fernando el Católico. Los ganadores, conscientes de lo difícil que sería en el futuro mantener el cobro de esta merced, traspasaron al poco tiempo al monasterio de La Armedilla  el derecho a seguir percibiéndola.

Cerramos aquí el relato para los dueños de la Casa de la Torre en el siglo XV: el Dr. Ortún Velázquez, tercer poseedor; su hijo el Ldo. Juan Velázquez de Cuéllar, cuarto poseedor; Ortún Velasco o Velázquez, descendiente de los anteriores, quinto poseedor. Y el lector vuelve a la cabeza de este artículo que empezaba justamente con dicho Ortún Velasco, para sus poseedores en el siglo XVI.

Detenemos aquí este método constructivo. Haremos en el futuro ejercicios similares. Tenemos ya las piedras: algunas llevan nuestra marca de cantero. 

J. Ramón Criado Miguel.

(Publicado en la revista LA VILLA. Nº 61 Cuéllar, abril de 2017) 




 

 

 

 

NOTAS.

1.- Nos excusamos de publicar la parte correspondiente a las biografías de Gutierre Velázquez y de su hijo Juan Velázquez de Cuéllar, los de Arévalo, habida cuenta de que aparecen recogidas en nuestro libro, recientemente publicado, “Cuéllar: la historia perdida”. Allí se demuestra que ninguno de los dos fueron dueños de la Casa de la Torre. Solo Gutierre vivió en ella como hijo que fue del Dr. Ortún Velázquez, siendo niño y hasta su salida de Cuéllar.

2.- Real Cédula del rey concediendo licencia de armas a Luís de Salinas para que pase a Perú y Chile, las que sean necesarias para la defensa de su persona. Valladolid, 3-10-1555. AGI LIMA,567,L.7,F.522R. De la misma fecha: Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación para que den licencia a Luis de Salinas, vecino de Cuéllar, para pasar a Perú y Chile (extracto). AGI INDIFERENTE,1965,L.12,F.340V.

3.- ACHVA. Ejecutorias. Caja 1457,58. Año 1581. Alonso Vélez de Guevara, tutor de Dña. Marina, defendió bien los derechos de la niña y no se llegó a ejecutar el embargo.

4.- Dejo con este artículo zanjadas, por el momento, mis diferencias con mis detractores respecto al palacio, mal llamado para alguno, de Pedro I el Cruel. Está claro que a mí no me hablan los pájaros (no he llegado a ese nivel) y que rastreo y cotejo documentos originales. No me contamino por otros historiadores y, menos, no pretendo ser tóxico, sino aclarar y construir. La identificación de dicho palacio con las casas en San Esteban que el infante D. Juan Manuel legó a Elvira Blázquez es inequívoca. Pero otros no quieren ni oírlo porque se desmontaría toda su hipótesis basada exclusivamente en conjeturas y en ningún título de propiedad para Juana de Castro. Mi método reconstruye la historia y no la reinventa. No se equivoquen y piensen que su método arqueológico no nos es válido; nos es insuficiente cuando no va acompañado de una base documental. Y la hay, como se ha demostrado, pero es más cómodo ser historiador de salón y luego enrocarse en tu misma creencia eludiendo el debate.  No existen los hechos, tan solo las interpretaciones, dices. Pero si desconocemos a los protagonistas de esos hechos (o erramos en su identificación) difícilmente podremos interpretar nada. Sobre los Velázquez, moradores en esa casa, te pongo sobre el tapete qué Juanes sean estos, y tú los sigues confundiendo en errores que no son lapsus. Son desconocimiento. Porque no me lees. Yo a ti sí, para tratar de entenderte y para darme cuenta de que si arremetes con vehemencia contra historiadores locales decanos ¿qué puedo esperar yo que para ti soy un recién llegado?  Yo me considero modesto, pero mi pluma ya no, cuando va cargada de razones y se rebela para que la Historia no se eche a perder.

5.- Mire nuestra archivera no haya un  traslado del testamento de Alonso de Fonseca I en nuestro archivo de Cuéllar: Archivo Ducal de Alburquerque. Nº 351, lego 4, n.o.1. Sevilla 5 de noviembre de 1476.