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lunes, 1 de enero de 2018

EL TALLER DE ARNAO DE BOLDUQUE EN CUÉLLAR (CIRCA 1540-1560)

¿Qué taller realizó el encargo del retablo del altar mayor de la parroquial de Sanchonuño? En principio habría que solucionar, a falta de documentación que lo acredite, el problema de la datación de la obra. Este asunto ya lo hemos tratado tomando como referencia lo aportado por Collar de Cáceres que sitúa el retablo de Sanchonuño en un grupo de obras que denomina de dispar significación, impregnada de un importante goticismo con influencia de la pintura toledana o palentina del momento. En este grupo incluye también el retablo del descendimiento de la iglesia de San Esteban en Cuéllar. Estilísticamente indica que corresponden a un pintor arcaizante y de muy limitadas dotes, apreciando una mayor calidad en las pinturas del banco (bustos de los cuatro apóstoles representados en él) que en las dedicadas a la vida de Santo Tomás, lo que refuerza la propuesta de que es una obra de taller. Collar de Cáceres data la obra como posterior a 1530, señalando que la mazonería o soporte del retablo es característica de los años cuarenta del siglo XVI.
Se documenta en Cuéllar, en dicha década, la actividad artística de Arnao de Bolduque, escultor y entallador de origen flamenco. Las noticias sobre este artista van apareciendo con cuentagotas. Fue padre de los más modestos Diego y Juan de Arnao, también vecinos de Cuéllar y entalladores, nunca llamados Bolduque en su mayoría de edad. Falta la certeza de que fueran parientes de Pedro Bolduque (pero en ningún caso Pedro sería hijo de Arnao, como se llegó a pensar por parte de algún autor), Collar de Cáceres señala una común procedencia de Flandes, reforzada por la coincidencia en lo profesional y de precedencia en la villa de Cuéllar. Arnao Bolduque casó en 1550, y era en segundas nupcias, con la vallisoletana Francisca Ortiz, hija de un cantero que trabajaba en la zona de Valladolid y por lo tanto relacionado con el mundo de la construcción: “Sepan cuantos esta carta de dote y (tachado: arras) casamiento vieren cómo yo Catalina de Oviedo, viuda que fui de Ortuño de Marquina, difunto que Dios haya, vecina de la villa de Valladolid, digo que por cuanto con la bendición de Dios es tratado palabra de casamiento entre Francisca Ortiz, mi hija y del dicho marido, y Arnao de Belduque, entallador vecino de Cuéllar, natural del condado de Flandes, del lugar de Belduque, por tanto que el dicho matrimonio haya efecto y para ayuda a sustentar las cargas del matrimonio otorgo y conozco por esta presente carta que me obligo a dar y pagar y que daré y pagaré al dicho Arnao de Belduque o a quien vuestro poder hubiere por bienes dotales de la dicha mi hija cuarenta y cinco mil maravedís en esta manera: los treinta mil en dineros y los quince mil en ajuar, con que no se ha de tasar los vestidos cotidianos de la dicha mi hija, el cual dicho ajuar ha de ser tasado por dos personas, la una nombrada por mí y la otra nombrada por vos el dicho Arnao…” Otorgada en Valladolid el 22 de septiembre de 1550. AHPV. Once años después, Francisca figura casada en segundas nupcias con un maestro de carpintería y albañilería (Francisco López Curiel) según una escritura de poder, que dio a conocer Manuela Villalpando, para ejercer, no la curaduría de los hijos de su primer marido (Juan y Mariana de Arnao de Bolduque) sino para pleitear con ellos y recuperar sus bienes dotales que llevó al matrimonio con Arnao. Lo afirmo con seguridad por haber cotejado en el Archivo Provincial de Segovia recientemente este documento al que Villalpando hace referencia sobre este asunto en su libro. La autora comete errores en la transcripción del apellido de Francisca (entiende de la Cruz donde dice claramente Ortiz)y el nombre propio de su primer marido lo deja en puntos suspensivos por no haber descifrado que dice Arnao, claramente y con hache la primera vez. Aunque bien sé que otros colegas han apostado por que pondría Mateo en dichos puntos suspensivos, pero claro está que no emplearon una mañana en localizar el documento, interesante para lo que nos interesa, y en el que el nombre propio del escribano no es tampoco Jerónimo sino Ambrosio de Mercado, lo que nos dificultó dar con él. La fecha es la correcta: 1561.
Estos documentos nos permiten fijar la actividad de un taller local en Cuéllar dependiente de Arnao Bolduque desde antes de 1540 y hasta 1560, aproximadamente, y fue él quien llamaría a los pintores Maldonado para trabajar a su cargo. El taller sería continuado al menos por su hijo del primer matrimonio con Ana Muñoz, Juan de Arnao (no hemos visto a Diego como hermano de este en el pleito con su madrastra Francisca Ortiz), que tendría en el momento del conflicto con la segunda mujer de su padre menos de 25 años (como menor de esta edad se le requerirá un curador que le represente y defienda sus intereses) y posiblemente más de 20, edad que nos permite suponer que se formó como entallador en el taller paterno. Nuestra contribución objetiva para la historia del arte de la villa de Cuéllar fue documentar la procedencia de los Maldonado (Horcajo de las Torres, en la Tierra de Arévalo) y el adelantamiento de su presencia en Cuéllar al año 1545, a partir del pleito para demostrar su hidalguía que contra el Regimiento de Cuéllar entabló Juan Maldonado. Dejamos en su día un documento en cuarentena porque no terminábamos de encajarlo con el resto de las piezas. Ahora nos hallamos en condiciones de afirmar que, efectivamente, el pintor Juan Maldonado llegó a Cuéllar hacia 1545, procedente de Olmedo, donde habría colaborado en otros retablos. Una partida de bautismo de la parroquia de San Pedro nos da fe de este hecho. El padre del bautizado, a quien se le llamó como a su progenitor, es el pintor Juan Maldonado, estante en Cuéllar viviendo en casa de Arnao de Bolduque. De esto se infiere que el pintor vino a la villa y se instaló en casa del escultor, que le habría llamado para trabajar en su taller. La prolongación del pleito por su hidalguía hasta el año 1555, desde el 47 en que lo comenzó, asegura el asentamiento y continuidad del pintor en Cuéllar. (4)
Curiosamente, en el mismo libro de bautizados, en el año 1541, consta que se cristianó en Cuéllar un hijo de Mateo Bolduque, padre de Pedro Bolduque, escultores los dos, si bien se tiene constancia de que este último nació en Medina de Rioseco en el año 1545, posiblemente se trate de Juan Mateo Bolduque, primogénito de la familia. No hay que descartar entonces la relación entre Arnao y Mateo Bolduque, pudiendo incluso haber sido hermanos. Queremos decir que Mateo pasaría a la villa vallisoletana desde Cuéllar, donde se le documenta trabajando dese los primeros años de la década de los cuarenta del siglo XVI. Allí nacieron el resto de sus hijos, (incluido Pedro de Bolduque), por lo tanto, la relación entre este y Arnao y Mateo Bolduque sería más estrecha de lo que se pueda pensar. Partida de bautismo de Mateo Bolduque menor: (Juan Mateo Bolduque) Sábado tres días del mes de agosto de mil y quinientos y cuarenta y un años, se cristianó un hijo de Mateo de Belduque flamenco y de Juana (Muñoz) su mujer, llamose Mateo. Fueron sus padrinos la que es cocinera del duque y Arnao flamenco y su mujer de Juan de Portillo sastre? Y la de Arnau parientas del infante de … la madre y la de Arnao hermanas. Frutos de Mercado, cura. Se dice en la partida que la madre del niño y la mujer de Arnao Bolduque son hermanas: Juana Muñoz y Ana Muñoz. Con lo que de no confirmarse que Mateo y Arnao fueran hermanos, supone que en todo caso Juan de Arnao y Pedro Bolduque fueron primos carnales y este parentesco y la actividad común que compartían hicieron que Pedro Bolduque recalara con el tiempo en Cuéllar como colaborador en el taller de su pariente reclamado sin duda por Juan de Arnao. Indiciariamente, fue el taller de Arnao Bolduque el que realizó el retablo de Sanchonuño, porque cubriría la demanda de retablos no solo en la comarca, sino también en la propia villa. Arnao no tiene obra atribuida hasta la fecha y habría que considerar no sea una de ellas el retablo de la Virgen, de la iglesia de San Esteban de Cuéllar, mandado pintar precisamente por estos años: Hízole pintar Juan Gómez de Herrera el año de 1546. Sin embargo, la calidad de estas pinturas, estudiadas por Collar de Cáceres y Llorente, pero sin haberles atribuido autor, es superior a las de Sanchonuño. Me inclino a pensar que detrás de esta obra está la mano de un Maldonado, pero la de Julián. La calidad pictórica de Juan Maldonado, el hermano mayor, sería inferior a la de Julián y a él se le encargarían los retablos menos exigentes de las aldeas, aunque la colaboración entre ellos en una misma obra se realizara puntualmente. Juan Maldonado aparece documentado como autor de los desaparecidos retablos mayores de Gomezserracín y Pesquera (despoblado cerca de Chañe). Era cura de Sanchonuño por estos años, Antonio Martínez, natural de Zarzuela pero que se había establecido en Gomezserracín, donde había sido sacristán, para luego acabar siendo durante bastantes años cura del primer pueblo. D. Antonio sería quien encargó el retablo de Santo Tomás para la iglesia de su parroquia, pues siempre estuvo pendiente de lo que se hacía en su pueblo de origen, donde conservó el derecho a poder seguir cazando en el Soto de Santa Olalla. Desgraciadamente el retablo de Gomezserracín se echó a perder durante la pujanza del barroco y hoy no podemos comparar las dos obras carracillanas. Pararemos aquí por no incurrir en los errores que denunciamos en los demás, pero una hipótesis puede valer como propuesta cuando no hay otra anterior y documentada. Queda claro que no es habitual encontrar retablos con la advocación de Santo Tomás Apóstol en la pintura, ni siquiera en el gótico, por lo que el atractivo del retablo de Sanchonuño es aún mayor, especialmente por la representación de escenas de la leyenda del apóstol, difícilmente toleradas posteriormente por el espíritu de la Contrarreforma que vigilaría con más celo qué tipo de iconografía se pondría en los templos.

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