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sábado, 5 de marzo de 2016

Tradiciones: La Sierra Vieja


Entre las costumbres de Sanchonuño (Segovia) hay una que se mantiene, después de haberse dejado de hacer durante las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, y a la que merece la pena dedicar la atención para desentrañar su significado. Tratar de ver qué es lo que se esconde detrás de su nombre. Esta fiesta es la que se conoce como la “Sierra Vieja”.

La Sierra Vieja es una cuestación que los niños y niñas realizan con sus maestros el jueves que caiga aproximadamente en mitad de la cuaresma. Los chicos van por las casas del pueblo pidiendo comestibles (huevos, patatas, torreznos, arroz…) con los cuales, en algún lugar concreto, se prepara una comida para todo los muchachos, a las que asisten sus maestros, y que es cocinada por las madres o alguna persona mayor.

Preguntando a la gente mayor del pueblo, que han vivido en su niñez esta costumbre, ninguno nos supo explicar su origen o significado de su nombre. Cuando vivimos la fiesta nos quedamos con lo lúdico y divertido de la misma (más un día sin escuela) sin preguntarnos otras cuestiones sobre la misma.

Nos queda como recurso analizar los elementos inmateriales de esta manifestación para tratar de explicarla. El primer elemento, en este sentido, es el componente musical: las canciones que cantan los niños al llegar a las casas a pedir. Las que se han conservado (no sabemos si alguna vez se cantaron otras) son estas dos:

Angelitos somos

del cielo venimos

a pedir por Dios

huevos y torreznos

si no nos los dan

la puerta serraremos.

 

Cuchillitos de oro

veo relucir

tocino y longana

nos van  a partir.

Cuchillitos de oro

veo relumbrar

tocinito y longana

nos van a sacar.

 

El otro elemento a analizar es el serrucho como arma “coactiva” para presionar en las casas. Para que aporten lo que sea, si no se amenaza con serrar la puerta, que parece que no tiene que ver nada con “serrar la vieja”.  (Al final, el buen humor llevaba a que los que pedían marcaran la puerta con un ligero golpe de serrucho). Hay, pues, materialmente un serrucho para serrar, pero ¿dónde está la “vieja”?

 

LA CUARESMA

Julio Caro Baroja, gran estudioso de las costumbres ibéricas, en su libro El carnaval, aborda las cuestiones relacionadas con la Cuaresma. Señala cómo este periodo, que precede a la Semana Santa, desde muy antiguo era muy rígido desde el punto de vista religioso. Se prohibía incluso dar culto a los santos y había otras prohibiciones severísimas, como celebrar matrimonios o bautizos. Juegos y espectáculos quedaban clausurados. Otras leyes de carácter civil hacían de la Cuaresma un periodo de excepción. Por el contrario, los servicios religiosos se multiplicaban, así como las comuniones y sermones. Las alegrías exteriores se limitaban por completo.

Con todo esto, no era de extrañar que a la gente no se le ocurriera otra cosa que representar a la Cuaresma como una “vieja”.

Así, en Madrid y otras localidades era costumbre hacer el mismo Miércoles de Ceniza una gran vieja de cartón o papel, con siete piernas flacas, que simbolizaban las siete semanas de la Cuaresma, cuya representación era dicha vieja.

Esta representación de la Cuaresma mediante la vieja de las siete patas se popularizó mucho y cada casa tenía la suya a modo de calendario: por cada semana de la cuaresma que pasaba se le cortaba una pata a la vieja. Por razones de economía, lo normal era doblar dicha pata y así servía para años posteriores.


Relacionado con lo dicho hasta aquí, existía también la costumbre de “partir la vieja”. Parece ser que en el siglo XVI la gente de Madrid se reunía en la Plaza Mayor, a mitad de Cuaresma, con el objeto de ver partir o “aserrar” a una vieja. Acudían con escaleras, linternas, faroles y velas y veían, o fingían creérselo, que era posible ver partir a una mujer anciana por la mitad. Este acto indicaba que el periodo cuaresmal también se había partido. (La cosa tenía mucho de broma y guasa porque corría la voz de que si las velas se apagaban, bien por un golpe de viento, bien por intencionado soplo de los graciosos, no se vería tal partición o “aserramiento”.

En Andalucía, otros testimonios dan cuenta de que en el siglo XIX los niños se disfrazaban e iban tocando tambores y matracas y gritando “¡A serrar la vieja, la pícara pelleja!” Por la noche, los mayores llamaban a las puertas repitiendo lo mismo. Al final, se aserraba por la mitad la figura de una vieja que representaba la Cuaresma.

Estos datos nos invitan a pensar que el elemento que ha perdido la “Sierra Vieja”, en Sanchonuño y otros pueblos, es ese monigote de madera en forma de vieja, que representaba la Cuaresma. Nos encontramos aquí ante una sierra vieja esquematizada por dicha pérdida.





Las similitudes con otras “sierras viejas” aparecen también en regiones tan distantes como en Cataluña. En Planes  y el Vallés también existía esta costumbre de serrar la vieja. El tercer miércoles de Cuaresma los chicos, en grupos de tres, recorrían el pueblo. Uno llevaba una sierra, otro un trozo de madera y el tercero una cesta. Delante de las casas conocidas se paraban a serrar la madera, cantando al compás:
Serra la vella                                                        

que fá de bon será

tres de pá

tres de vi,

tres de carn de bou,

donéunos la paga

que ja hem serrat prou.

Donéunos una butifarra

que la serra está a mossada.

Donéunos un pasell d´ous,

que demá será dijous.

 

De esta manera hacen su cuestación o pedida de alimentos. Sorprende el parecido de esta canción con las de Sanchonuño y las otras recogidas por Pablo Zamarrón en la provincia de Segovia. Parecido no solo en la letra, sino seguramente también en el ritmo.

En pueblos del sur de Navarra existe todavía la costumbre de ir a “matar la vieja”, a mediados o fines de Cuaresma. Allí tampoco hacen representación de la Cuaresma. Los chicos con palos recorren el pueblo cantando:


A matar la vieja

por todo el lugar;

si no nos dan huevos,

ellas caerán.


En las casas que no les dan huevos golpean las puertas de tal forma que están a punto de caer, y en algunos sitios tiran realmente las puertas de casas en ruinas.

 

J. Ramón Criado

 

(Versionado a partir del artículo publicado en la revista “Espadaña”, nº 4, mayo-junio 1986, páginas 14 y 15)

 




3 comentarios:

  1. Hace años publique como se celebraba en Santovenia la Sierra la Vieja. Por la mañana se engalanaba una cruz de madera con cintas de colores que portaba un niño o niña mayor. De la cruz colgaban dos cintas que cogían dos niños pequeños.
    Recorriamos todas las casas del pueblo cantando una canción que decía " Ángeles años, del cielo venimos, cestas traemos, huevos pedimos, si no nos dan en el paraíso lo verán. En que pareiso? En el de Jesucristo, en el de Santiago, florido y amado, amen Jesús. Esta casa es un palacio, la señora es una reina si nos quiere dár limosna á l9s niños de la escuela. Si nos dan huevos que no nos los den hueros, si nos dan cuartos que no nos los den falsos y si no nos dan na que no nos entretengan mas.
    En cada casa se rezaba por los difuntos,por las animas del purgatorio y por nuestras aplicaciones.
    Por la tarde se salia de mer8enda, normalmente a Teldomingo y nos juntábamos con los niños de Femenino y Laguna.
    Jugábamos hasta la hora de la merienda y después en un gran corro sacabamos cada uno nuestra fiambrera.. Se rezaba una oración que un año en medio del corro dirigió Jesús Chamorro.
    Eran los tiempos de Doña Carmen, de feliz memoria.

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  2. Los niños pequeños que no iban a la escuela también salían a la era. Nada mas llegar se comían la merienda a las tres de la tarde y se volvían a casa.

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