HERMANOS
DE LECHE (IV)
(Para evitar la
vergüenza a la familia del recién nacido, Juana de la Torre, la
comadrona que había asistido al parto, busca un ama de cría para la
criatura en una aldea distante de la villa).
LOS
HERMANOS DE LECHE.
Crió
y le dio su leche el ama a Juan Velázquez más de veinte meses en su
casa de la aldea. Así surgieron los lazos que le unían con su hijo,
fueron hermanos de leche por haber compartido el mismo pecho.
En
Cuéllar, algún tiempo más tarde, subió una mañana Gómez
Velázquez, padre de la criatura, a entrevistarse con Francisco de la
Cueva en sus casas. Tenemos que arreglar esto, le dijo. Lo había
hablado con Isabel y estaban dispuestos a casarse y a legitimar su
situación y al hijo habido entre ellos. No opuso muchos obstáculos
el cuñado, salvo en lo que les tocaría de los bienes que compartían
entre ellos, y en el mes de julio se casaron en la iglesia de San
Miguel de la villa.
Dejó
la madre natural que Ana Serrana terminara de amamantar al niño,
pero en cuanto pudo lo requirió a su lado. Sin embargo, no se
cortaron los lazos de hermanos de leche entre Juan Velázquez y el
hijo del ama, Antonio Gil. Dejaban al de Cuéllar bajar en junio a
pasar algunos días en la aldea y Antonio, en el arroyo que daba
nombre al pueblo, le enseñó a pescar renacuajos. Juan soportó los
ritos de iniciación que le aplicaron los otros chicos, que le dieron
hasta los galguillos. Aprendió también a pescar ranas en la laguna
Adobera. Buscaban el cebo en las toperas donde, arrodillados,
dirigían una abundante meada directa a la entrada de la cueva del
grillo, hasta inundar la galería del insecto que acababa saliendo a
la hierba para no morir ahogado y luego ser atado en la caña. Cuando
no tenían grillos, sujetaban en el hilo de la caña un trocito rojo
de tela a por el que se lanzaban, inexplicablemente, los batracios
con toda su bocaza abierta. Después las desollaban para llevarlas de
vuelta a casa donde la madre se las guisaba, descubriendo de esta
manera el de Cuéllar el valor culinario de aquel manjar.
La
hora de la siesta era el momento de escapar al otro punto de
encuentro con los muchachos del pueblo. Era en la laguna Lagartera,
escuela de de nadadores primerizos, donde había un bodón* muy apto
para probadillas* y aguadillas, entre juegos.
Tenían
en casa de Antonio una galga que cortaba el aire con su carrera ágil.
Su piel era parda y jaspeada y le pusieron por nombre Culebra, por
recordar a la de una serpiente. A la caída de la tarde, los hermanos
de leche salían con el perro a las tierras entre pinares, burlando
al guarda de los panes. De cada cinco años, uno era de muy buena
cosecha. Aquel lo había sido y el viento mecía los sembrados de
trigo y centeno, ya casi listos para ser segados, entre el verde y el
amarillo. Liberaban a Culebra del tanganillo
que colgaba de su cuello y comenzaba la caza furtiva.
La galga desaparecía en el laberinto de las espigas para volver al
poco con una codorniz en la boca. El cascalé* que
se oía de estas aves era la señal de que sería también un buen
año de caza. Con cuatro o seis piezas se daban por conformes y con
ese premio, que escondían en un morral,
regresaban de nuevo al pueblo.
Cuando
Antonio subía a la villa con su madre, entraban en la casa de los
Velázquez con toda la confianza y eran bien recibidos, como de la
familia. Juan guiaba luego a su hermano, para el que aquello era un
laberinto, por las calles de la villa. Entre Santa Cruz y la calle de
Carchena, hasta salir por la puerta de San Juan. Sastres, zapateros,
cabestreros... trabajando en sus tiendas y talleres. Las casonas con
escudos de las familias ilustres...
Por
la tarde, don Gómez les aparejaba
el caballo trotón y, subidos los dos en la grupa, recorrían las
lomas
de Cuéllar, hasta asomarse en el mirador de Castilviejo. Juan ponía
su mirada en las torres esbeltas de las iglesias de la villa: San
Esteban, San Miguel, Santa María de la Cuesta, Santa Marina.... Y en
la Casa de la Torre, propiedad y casa solar de la rama principal de
su familia, los Velázquez de Cuéllar; tan fuerte como todos sus
antepasados. Antonio miraba a su izquierda, trataba de localizar, en
el mar de pinares, el caserío de su aldea. Habían dormido en la
misma cuna, tomado la misma leche, pero su sangre y el futuro
marcaban para cada uno un destino diferente.
(Continuará)
bodón: Zona más
profunda de agua en un río o laguna.
Cascalé: Onomatopeya
para referirse al canto que emiten las codornices.
Probadilla: Prueba o
reto que se ha de superar en algún juego.
ACTIVIDADES
*Colecciono
palabras. Busca en el diccionario las palabras destacadas en negrita
que aparecen en el texto y copia su significado en tu cuaderno.
Elige
cuatro de ellas y escribe sus oraciones correspondientes.
*Casona
es una palabra derivada de casa. Escribe tú otras cinco
palabras derivadas de casa.
*Redacción.
El
texto carece de diálogos entre los personajes. Escribe tú un
diálogo entre los hermanos de leche (Juan y Antonio) referido a
alguna de las situaciones que aparecen en la lectura. No olvides usar
correctamente la raya como hemos estudiado en clase. Entre ocho o
diez renglones, cuatro intervenciones para cada uno.
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