En la primera parte nos referíamos al origen
cordobés de la familia López de Córdoba Hinestrosa y a su
establecimiento en Cuéllar en las primeras décadas del siglo XV.
Leonor López de Córdoba, mujer singular, y Ruy Gutiérrez de
Hinestrosa serían los ancestros andaluces del primer Hinestrosa en
la Villa. Si bien no se podía asegurar, en base a la documentación
que aporta Melchor Manuel de Rojas, que el primero en establecerse
fuera Ruy González de Henestrosa o Ruy López de Henestrosa.
Hijo de Gabriel López de
Henestrosa, descendiente de los anteriores, fue Martín López de
Córdoba Hinestrosa, mejor documentado que sus antepasados y que
es el protagonista de esta segunda parte.
Preocupado Rojas porque sus
contemporáneos no le reprocharan que elogiaba a los que con él
tuvieron parentesco, es muy conciso en los datos que señala sobre
Martín López: fue Maestresala del rey Enrique IV y también
Regidor de esta Villa de Cuéllar. Su familia es oriunda de Córdoba
y desciende de los antiguos Señores de Vizcaya. Su casa está en San
Pedro y afrenta con la de los Rojas.
Muy poco, pero podría haber escrito mucho más,
habida cuenta de que sabemos que Rojas tuvo en su poder el testamento
de Martín López que éste otorgó en el año 1523 ante un escribano
cuellarano. Aprovechando este documento, que también obra en
nuestras manos, trataremos de ir más allá, tal vez donde Melchor de
Rojas habría llegado si además de lo dicho, la velocidad con qué
escribió sus Apuntaciones, le hubiera dejado más tiempo.
Pero antes de abordar el desarrollo del testamento
de Martín López, expondremos los datos biográficos aportados por
otras fuentes e historiadores. Con ellos, sin que podamos precisar la
fecha exacta de su nacimiento ni de su muerte, ya que cuando redacta
su testamento todo indica que goza de perfecta salud, podemos
establecer que vivió el último tercio del siglo XV y el primero del
siglo XVI (circa 1465-1530). El análisis forense de su momia,
hallada en su sepultura de San Esteban, establece que pertenece a un
varón de entre 55 y 70 años.
En el año 1499, aparece Martín López como
regidor en el Regimiento de la villa que va a encargar la redacción
de las Ordenanzas de dicho año y que luego serán reformadas en el
de 1546. En el año 1503 va a la guerra contra Francia acompañando
al II Duque Francisco Fernández de la Cueva. Se trata de la Campaña
de Salses, en el Rosellón, que se saldó con la retirada de las
tropas francesas en cuanto apareció el grueso del ejército de D.
Fernando. No era la primera vez que el Duque se movilizaba en
servicio del Rey Católico y en defensa de los intereses de la corona
de Aragón.
En 1506 sigue como regidor de la villa. Firma como
testigo en la cesión de una casa y portal de la parroquia de San
Miguel arrendada al Regimiento de la villa para su uso.(1)
En los años 1508-1509 encarga que se exculpan los
sepulcros en piedra que habrán de recibir los cuerpos de él y de su
mujer, Isabel de Zuazo.
Sin duda, las propias bulas adquiridas por Isabel
de Zuazo aportan información sobre la cronología del matrimonio. La
fecha de la más antigua (1484) no presupone que Isabel ya estuviera
en Cuéllar casada con Martín López, la podía conservar, con
otras, de su etapa de soltera y haberla traído a Cuéllar desde su
Olmedo natal. Lo que se puede afirmar es que las décadas puramente
fértiles del matrimonio fueron la última del siglo XV y la primera
del XVI. Esto en base a las bulas tomadas en el año 1498 donde se
citan las adquiridas para sus hijas Ana, María y Francisca, que
serían niñas. Faltan Diego, Beltrán y Juana, que tal vez no
habrían nacido. Cabe pensar que para el caso de los niños varones
no había costumbre de adquirir bulas.
Bulas propiamente pedidas por Martín López son
las de difuntos, tomadas también en dicho año de 1498, para sus
cuatro abuelos y sus padres, todos perfectamente identificables. No
así la que tomó para una tía, que por su testamento podríamos
identificar con Leonor López de Córdoba, hermana de su padre
Gabriel López, a tenor de lo que nos aporta dicho documento.
La preocupación por la salvación eterna de sus
almas, además de las bulas que fueron adquiriendo a lo largo de sus
vidas, llevó al matrimonio López de Córdoba-Zuazo a fundar dos
aniversarios en la iglesia de San Esteban, año de 1522, un año
antes de la redacción del testamento, en el que curiosamente no
aparecen explícitas. Estos aniversarios suponían la aplicación de
misas y responsos sobre las sepulturas de sus antepasados el día de
Santa Catalina y el lunes después de la Santísima Trinidad.
Hasta aquí lo que nos aporta la documentación.
Podemos conjeturar si no acompañaría al Duque también a la batalla
de Villalar, en defensa del Emperador, en 1521. Él y alguno de sus
hijos. Pero esto está por documentar; el contexto de las Guerras de
las Comunidades sí que lo vivió desde su cargo de regidor por el
estado de los caballeros en el Regimiento de Cuéllar. Que no
sintiera la llamada de la conquista americana, como sus sobrinos los
Rojas, sí que parece una realidad, y ni él ni sus hijos, Diego y
Beltrán, constan en esa aventura. La posición social y económica,
bien asentada en la villa, de la familia tal vez hiciera innecesario
correr riesgos.
EL TESTAMENTO: IN DEI NÓMINE, AMÉN.
En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu
Santo, tres personas y una esencia divina, Amén. El testamento
de Martín López de Córdoba Hinestrosa comienza, como ya estaba
establecido en la época, con un preámbulo religioso, lleno de
formulismos y de alabanzas a la Virgen, así como las habituales
consideraciones en torno a la angustia y asunción de la muerte como
algo natural e inevitable.
En el caso de Martín López, no dice que esté
enfermo en el momento de testar. Lo que indica, en contra de lo que
es la norma, que fue un testamento hecho con tiempo, no veía peligro
de muerte inminente en ese momento. Pretendía de esta manera dejar
bien atado todo lo concerniente a sus mandas espirituales, pero,
sobre todo, lo relativo al reparto de sus bienes entre sus herederos,
incluida la fundación de un mayorazgo en la persona de su hijo mayor
varón, Diego López.
Después del preámbulo religioso, y asumido el
cuándo, continúa el testamento con la expresión de dónde y cómo
quiere ser enterrado: que mi cuerpo sea sepultado con el hábito
de San Francisco, que yo tengo por su carta que para ello me dio Fray
Martín de Béjar, y que mi sepultura sea en la Iglesia del Glorioso
Mártir San Esteban, en la capilla mayor de ella, en la sepultura
delantera de las dos que yo hice hacer, que están fronteras a los
arcos y bultos donde están sepultados mis terceros aguelos, Alonso
García de León, contador que fue del rey don Enrique III, y Urraca
García de Tapia, su muxer, y con ella Gabriel López de Córdoba y
de Hinestrosa, mi señor padre y su biznieto de los dos.
Texto esclarecedor tanto para saber quiénes
ocupaban las sepulturas del lado del evangelio de la iglesia de San
Esteban, como para estar seguros de que la momia de su sepultura
corresponde a Martín López, amortajado con el hábito franciscano
de lana con su cordón. Este deseo de enterrarse con hábito de
fraile, dominico o franciscano, estaba muy extendido ya desde el
siglo XIV y se vería incentivado, en el caso de Cuéllar, con la
presencia de una Orden como la franciscana, modelo de humildad y
pobreza. Sin embargo, esta costumbre no fue solo una moda medieval y
se perpetúa en el tiempo más allá de lo que cabría pensar. Son
numerosos los testamentos de cuellaranos del siglo XVIII que siguen
ordenando ser enterrados con el hábito de San Francisco, bien en San
Esteban o en la parroquia que a cada uno le correspondía, incluido
el propio Melchor Manuel de Rojas, en el año 1765.
Continúa el testamento de Martín López con las
honras fúnebres del día de su entierro y siguientes, cuyo boato es
proporcional a la categoría social del difunto. Por un lado, convoca
a todos los clérigos del Cabildo cuellarano, que deben asistir con
las respectivas cruces de sus parroquias. Este acompañamiento de las
cruces parroquiales, que portaban los sacristanes, era habitual en
los entierros de personas de categoría, los más ricos y los propios
clérigos del Cabildo, que lo tenían recogido así en sus estatutos.
Esta puesta en escena daba lugar a ceremonias solemnes y muy
vistosas, que imitaban también en sus entierros los pudientes y los
curas de las aldeas de la Tierra de Cuéllar que se agrupaban en
cuatro cabildos eclesiásticos (Cuartos).
Por otro lado, convoca también a la comitiva de
su entierro a las cofradías de las que él era cofrade, aunque no
dice cuáles son. Con seguridad sería de la de la Cruz, cofradía
por excelencia de la aristocracia villana. Y es posible que lo fuera
de la de San Gregorio, en la iglesia de San Esteban, aunque él era,
por proximidad de su casa, feligrés de la de San Pedro. Para la
fábrica de dichas dos iglesias dejará doscientos maravedíes a cada
una.
Expresa que su cuerpo sea sepultado con misa mayor
y las honras correspondientes a la calidad de su persona, que se
prolongarán durante tres días. En estos ceremoniales, manda se
lleven como ofrenda ocho fanegas de trigo, diez cántaras de vino y
cuatro carneros. Ordena encender seis hachas de velas, cuatro en el
altar y dos en su sepultura, delante de la cruz.
Para los conventos de San Francisco y de Santa
Clara de la villa manda sendos lotes de una fanega de pan cocido y
dos cántaras de vino con un carnero.
Pensando en los pobres, ordena que se dé de comer
a cuantos fueran a su casa el primer día, lo que hace pensar que el
cuerpo era expuesto para su velatorio en el propio domicilio. Manda a
sus testamentarios que den medio real a cuantos pobres vergonzantes
hallaran en la villa y sus arrabales, con condición de que rogaran
por su alma.
Las mandas piadosas por su alma se complementan
con un treintanario en San Esteban y las misas de San Amador.
Encomienda al monasterio de Santa María del Pino, en La Mata, del
que era cabeza de su Patronato, otras tantas misas con limosna de mil
maravedíes. Ordena un generoso añal (doce fanegas de trigo
más el vino y cera) que se irá aportando los domingos en la misa
según que en esta villa se hace.
Se concluye con el cabo de año en el que se
vuelve a repetir el mismo protocolo y convocatoria de gentes
(cabildo, cofrades, pobres, limosna a los conventos...) que el día
de su entierro.
FUNDACIÓN DEL MAYORAZGO: DIEGO LÓPEZ.
Para mantener un nivel económico digno a lo largo
del tiempo, la nobleza procuraba salvaguardar la integridad de su
patrimonio mediante el establecimiento de mayorazgos. El mayorazgo
constituye una forma de propiedad vinculada, legalmente inealineable,
que debía de ser transmitida intacta a las sucesivas generaciones.
Sin entrar aquí en los diferentes tipos de mayorazgos que había, se
puede decir que el que fundó Martín López en su hijo mayor, Diego
López, lo hizo sin agraviar en lo económico los derechos de su
otro hijo, Beltrán López. La parte que heredará el menor es
equivalente en su valor (300.000 maravedíes) a la del hermano mayor,
pero en este caso sin estar sujeta a las normas de mayorazgo.
Además de los bienes que constituirán el
mayorazgo es importante destacar cómo Martín López indica que le
cede a su hijo Diego, como cabeza del mayorazgo, todo lo que yo he
gastado en el estudio, lo que nos da cuenta de que éste tenía
cierta formación, lo que no sabemos es de qué nivel.
Pasando al mayorazgo propiamente
dicho, éste se fundará sobre la casona solariega de la familia, en
la que vive Martín López, cuyos linderos quedan bien especificados:
de la una parte la calle que sale de la de San Pedro y va a dar en
la puerta de Carchena y de la otra la cerca de esta villa, delante de
la Puerta de San Pedro, las cuales yo le mando con el dicho gasto de
estudio... y que las dichas casas vengan en su hixo mayor varón
desde ahora en adelante para siempre (...) con condición que no las
pueda vender ni enajenar, ni parte de ellas...
La propiedad más importante sobre la que se
fundamente el mayorazgo en lo económico parece ser el molino de
Gómez Sancho, en el Cega, del que se habló en la primera parte y
que fue adquirido por su padre Gabriel López. Se completa esta
heredad con la correspondiente pesquera del molino y con tierras y un
alamar entre el citado río y el Cerquilla. Una cláusula establece
que mientras vivieran las hermanas de Diego López, María y Juana
de Hinestrosa, que eran monjas de clausura en las clarisas de
Rapariegos, se les había de pasar una pensión de cuatro ducados
anuales a cada una.
Recibe Diego López, en mayorazgo, toda la
hacienda que Martín López tenía en San Cristóbal y Vallelado, más
la heredad de San Mayor y La Esa, con su palomar. Destaca el
horno de hacer tejas que le deja en Lastras de Cuéllar.
Le manda también las tres partes de las casas que
yo tengo en el lugar de Frumales, las cuales fueron de Gómez de
Rojas y de la señora, mi hermana, María de Torres, su mujer, que
hayan gloria, las cuales compré, según de que les cupieron por sus
suertes a sus hijos Manuel de Rojas e Francisco de Rojas e Gabriel de
Rojas, con todo lo que les pertenecía.
Termina lo que le corresponde al hijo mayor, por
mayarazgo, con tres viñas que se hallan en el término de Óvilo y
que se sitúan todas en su ladera.
PATRONATO DE ALONSO GARCÍA DE LEÓN.
Alonso García de León, llamado el de
Cuéllar, fue persona muy vinculada a la villa, su regidor y
procurador; Alcaide del alcázar de Segovia y Contador Mayor de
Enrique III, que le cita en su testamento. Fundó el Monasterio de
Nuestra Señora de Gracia del Pino y una Capellanía perpetua en la
Ermita de San Julián. Tatarabuelo de Martín López de Córdoba
Hinestrosa, en éste había recaído el patronato de sus fundaciones
por línea femenina de su abuela Urraca Alfonso de León.
Alonso García de León es el titular, junto con
su esposa Urraca García de Tapia, del sepulcro del lado
izquierdo de la iglesia de San Esteban. Ambos aparecen representados
en esculturas de bulto redondo en dicha sepultura, en frente de la de
Martín López y su mujer, Isabel Zuazo.
Alfonso García de León y su mujer, habían
otorgado en 1403 un documento por el que donaban al Cabildo de
Clérigos de Cuéllar una aceña y otros bienes en San Miguel del
Arroyo. El Cabildo se comprometía a realizar una serie de misas por
el remedio de sus almas y de los que tenían cargo. Esto constituía
una Capellanía perpetua y los otorgantes de dicha Capellanía la
establecen con el Cabildo porque consideran a esta institución más
duradera en el tiempo que la propia familia, para garantizarse que se
cumplirán sus mandados. Sin embargo, cien años después, Martín
López tuvo que actuar al respecto porque el Cabildo no estaba
cumpliendo con lo establecido. El pretexto era que la ermita de San
Julián, lugar donde se oficiaban las misas, estaba ruinosa y no apta
para el culto, el caso es que no estaba al corriente el legado de los
fundadores. En el año 1505 Martín López firmó un concierto con el
Cabildo para que siguiera cumpliendo íntegra la Capellanía
perpetua. El concierto pasó ante el escribano Juan de Arce Lezcano y
aprobado por el visitador del obispo Bernardino de Soto al año
siguiente. Consiguió que el Cabildo diera cuenta cada año de las
misas que se hubieran dejado de decir y reservarse el derecho de
elegir qué clérigos habrían de decir los oficios. Todo está
recogido al detalle en el testamento de Martín López y de ello se
deduce el celo que tuvo en que se guardaran los aniversarios de sus
antepasados, y no solo el de sus tatarabuelos.
Respecto a la ermita de San Julián, situada en la
calle de su nombre en la colación de San Miguel, se deduce que no
fue obra de nueva construcción de Alfonso García de León. Sino no
se explica su estado de ruina en solo cien años. Él parece que solo
mandó hacer una reforma, incluida la realización del altar mayor,
dedicado a San Pedro, a pesar de ser San Julián la advocación de la
Iglesia. Martín López de Córdoba, para poner remedio a esta
situación de ruina y para que las memorias no perezcan mandó
rehacer la ermita de cal y canto, por más perpetua, que se había
caído, sin tener yo obligación para ello a la reparar. Para el
futuro, cedió una pequeña renta a la parroquia de San Miguel para
el mantenimiento de la ermita. De esta importante intervención
de Martín López en San Julián debían de ser sus escudos
heráldicos de los cinco leones en aspa que documentan algunos
autores en dicha ermita.(3)
Similar celo encarga a sus sucesores se tenga con
los aniversarios de su madre, Juana García de León. Era
responsable de las misas de esta memoria la Cofradía de San
Gregorio, en la iglesia de San Esteban, en la Virgen de Septiembre y
el día de San Gregorio. El mismo Martín López había traspasado un
censo de cincuenta maravedíes anuales, sobre una casa en la colación
de San Esteban, a esta Cofradía para su mantenimiento.(4)
Vuelve a referirse a su madre para indicarnos que había dejado
ciento cincuenta maravedíes, renta anual del censo de una casa en la
villa, para destinarlos a la cera que habría de arder en el altar
mayor de la iglesia de San Esteban, por su ánima y de Gabriel
López, mi señor padre, adonde junto a él en dicho altar yace
sepultada. Interesante información para poder afirmar que Juana
García pudo ocupar el hueco por debajo de Alfonso García de León
en el sepulcro de éste, y por detrás de su marido Gabriel López,
el cual sí ha aparecido en dicha sepultura.
Especial predilección o compromiso debía de
tener Martín López con su tía Dña. Leonor López de Córdoba,
hermana de su padre. Ya la hemos señalado como segura destinataria
de esa bula sin nombre que adquirió para ella su sobrino Martín
López de Córdoba en el año 1498. Encarga a los herederos de su
mayorazgo que vigilen se cumplan las dos misas semanales que los
clérigos de Santiuste, Tierra de Coca, deben decir por su alma junto
a otras memorias de su testamento. Indica que su tía estaba
enterrada en la iglesia de dicho lugar junto al altar mayor a la
parte del evangelio. Para el cumplimiento de este legado había
dejado una yugada de tierra en Ciruelos de Coca y otros bienes que
debían revertir al Convento del Pino si dejaban de cumplir con su
obligación los curas de Santiuste.(5)
Hasta aquí lo que le correspondía a Diego López
como cabeza del Mayorazgo y patrón del Convento del Pino y
Capellanía de San Julián. Omitimos algunas de las mandas recogidas
en el testamento referidas a estas obras pías por no ser prolijos.
Se sustentan en rentas de viñas, en el término del despoblado
Óvilo, y de casas en Cuéllar.(6)
BELTRÁN LÓPEZ.
Sigue el testamento con lo que
habrá de heredar su otro hijo varón, Beltrán López, a
quien igualará, en el valor de su parte, con su hermano Diego. Así,
le corresponderá toda la heredad que su padre tenía en los
lugares e término de Chañe y la Fresneda, aldeas de esta Tierra,
con las casas e corrales, cercas e trojes. También le
corresponde a Beltrán un molino que en este caso está sobre el río
Pirón, entre Samboal y Gómez Ovieco, hoy despoblado, con las
tierras y prados, alamares de dicha aceña, que según se dice en el
testamento Martín López les había comprado a las monjas del
Convento de Santa Clara, en Rapariegos, donde profesaban sus hijas
María y Juana.
Heredará Beltrán López otro
horno de teja en La Lastra, hoy Lastras de Cuéllar, valorado en cien
mil maravedíes. Debía de ser esta actividad muy rentable habida
cuenta que ya no se permitía construir tejados pajizos en las aldeas
y mucho menos en la villa, por el alto riesgo de incendio.
Se cita otra aceña o molino en el
río Cerquilla, donde se juntaba con el Cega, sobre la cual le deja
en herencia el censo que sobre ella tenía de cuarenta fanegas de
trigo anuales, por un préstamo que había hecho a Velasco Bermúdez
y Manuel de Rojas, cuñados y propietarios del molino.(7)
Más dieciséis fanegas de pan,
diez de trigo y seis de centeno de un censo contraído por el concejo
de Hontalbilla, por cincuenta mil maravedíes.
Heredará también su hijo Beltrán
las casas en la Colación de San Pedro, junto a dicha iglesia, con lo
que había junto a ellas que también le había comprado su padre a
su tío Gómez de Rojas: linderos de la una parte las casas de
Manuel de Rojas y de la otra casas de Sancho Sarabia. Se valora
el inmueble en 48.000 maravedíes.
Como bienes rústicos le
corresponden otras tres viñas en la ladera de Óvilo, que son la
de San Boal, la Higuera y la Payernela. Su valor 40.000
maravedíes. Se completa con la mitad de una huerta y la mitad de un
palomar.
Termina señalando respecto a lo de Beltrán López
que le hace heredero de todas sus armas y aderezos, lo que nos da
pistas sobre la formación eminentemente militar de su segundo hijo
varón.
LA HERENCIA DE LAS HIJAS.
Ya hemos dicho como María y Juana de Hinestrosa,
monjas clarisas en Rapariegos, habían sido despachadas en la
herencia con la renta de cuatro ducados anuales, de por vida, sobre
las rentas del molino de Gómez Sancho. Más lo que sus padres habían
dado de dote para el ingreso en el convento. En todo caso dicha dote
no fue tanta como la que tuvieron que pagar por el casamiento de su
hermana: Francisca López de Córdoba. Martín López no le
manda nada en su testamento porque especifica que para su casamiento
con Carlos de Briginel, vecino de Medina de Rioseco, yo le mandé
e di cierta cuantía de maravedíes para su dote de casamiento con lo
qual que está llena su legítima e por eso no le mando otra cosa en
este mi testamento. De hecho, Martín López tuvo que vender tres
yugadas y media de tierra en términos de Alcazarén y Valviadero,
(8) para ayuda a la
dote de su hija Francisca que calcula en valor de 300.000 maravedíes.
Estas tierras las tenía él de la dote de su mujer Isabel de Zuazo y
estaban valoradas en 95.000 maravedíes.
Se deduce te todo esto que emparentar a una hija
con un marido, del mismo estatus social, suponía un dispendio muy
importante que dejaba tocada la economía familiar. Tal vez sea una
de las razones para que las otras hermanas tuvieran que elegir la
clausura en el Convento de Rapariegos.
A su mujer, Isabel de Zuazo y Cotes, la
deja como usufructuaria de por vida de toda la hacienda, salvo de los
molinos y de lo de Chañe y La Fresneda. También quiere que siga
ocupando la casa familiar todos los días que viviere, aunque
Diego López viva en ellas. Deja además a su mujer 150.000
maravedíes en dinero.
Termina el documento nombrando como testamentarios
al reverendo Alonso López, vicario y cura de la iglesia de San
Esteban, al Mayordomo Diego de Arenza y a su mujer Isabel de Zuazo.
Concluye con la protocolaria datación y firmas del escribano,
testigos y del interesado.(9)
Es significativo el papel de Isabel de Zuazo que como mujer, si bien
no puede firmar como testigo, sí es testamentaria de su marido, y
éste hace constar en el testamento que su esposa estuvo presente
durante su redacción y que era conocedora de su contenido.
EL CADÁVER 2 a: DOÑA ANA JARAMILLO.
Cuando falleció Martín López de Córdoba
Hinestrosa, le sucedió su hijo mayor Diego López de Hinestrosa como
cuarto señor de la casa y del Patronato. Casó en Íscar con Dña.
Catalina de Quesada. Melchor Manuel de Rojas en sus Apuntaciones
de la Villa de Cuéllar dice que este matrimonio no se enterró
en San Esteban sino en el Monasterio del Pino, en su sacristía. Para
ello se basa en la inscripción que él mismo leyó en dicho lugar:
Aquí está sepultado Diego López de
Henestrosa y de Córdoba, 4º nieto por línea femenina del Sr.
Alonso García de Cuéllar y León, Fundador y dotador de esta Santa
Casa, Contador Mayor que fue del Rey D. Enrique III de
gloriosa memoria y su Tesorero y Alcaide del alcázar de Segovia, el
qual está sepultado en la Capilla mayor del Señor San Esteban en la
Villa de Cuéllar; y el dicho Diego López de Henestrosa falleció en
24 días del mes de Enero, año 1565. Assí mismo está aquí
sepultada la Sra. Dª Cathalina de Quesada, su mujer.
Por lo tanto queda descartado el enterramiento de
este matrimonio en la iglesia de San Esteban, donde por otro lado las
sepulturas más nobles ya estaban ocupadas.
Por la muerte de Diego López de Hinestrosa sin
descendencia, recayó el mayorazgo de la familia en su hermano
Beltrán López de Hinestrosa y Córdoba, quinto señor de la casa y
Patronato. Beltrán casó en Sepúlveda con Dña. Ana Jaramillo
y tuvieron una hija llamada Isabel López de Hinestrosa, rama
femenina por la que continúa la línea del mayorazgo Hinestrosa.
La reciente intervención arqueológica en los
sepulcros de la iglesia de San Esteban deja sin resolver la
identificación del cadáver denominado 2 a, aparecido en el
sepulcro de Urraca García de Tapia, cuyos restos se habrían pasado
junto a su marido Alfonso García de León.
A la luz del testamento presentado en este
artículo y de los datos que aporta Melchor Manuel de Rojas, es
verosímil que dicho cadáver 2 a se corresponda con el cuerpo
de la nuera de Martín López e Isabel de Zuazo: Ana Jaramillo.
Los estudios genéticos indican que se trata de
una mujer y la relacionan como madre de los dos neonatos depositados
encima del cuerpo de Martín López, en la tumba del que sería su
abuelo. El perfil genético de la mujer 2 a no coincide con
ninguno de los individuos adultos que trata la intervención
arqueológica y forense. Esto quiere decir que estaríamos ante una
hija política de Isabel de Zuazo y de Martín López. Como tenemos
la certeza de que Catalina de Quesada, una de las dos nueras, fue
enterrada en el Convento del Pino, en La Mata, y junto a su marido
Diego López, todo nos lleva a atribuir la identificación pendiente
a Ana Jaramillo, mujer de Beltrán López.
De Ana Jaramillo podemos decir que fue una mujer
con carácter, ya que al quedar viuda se hará cargo de defender el
Mayorazgo familiar, que había recaído en su hija Isabel de
Hinestrosa y su marido Gregorio de Vellosillo. Dicho Mayorazgo
quedó amenazado para hacer frente a las deudas dejadas por Beltrán
López, que las contrajo con el Duque de Alburquerque siendo alcaide
de su castillo de Cuéllar. La cantidad era importante, 300.000
maravedíes, justo el valor de cada una de las partes que Martín
López había dejado en su herencia a cada uno de sus hijos varones.
Los representantes del Duque iniciaron pleito contra los herederos de
Beltrán López para recuperarlos. Pero este asunto va más allá de
los objetivos que nos habíamos propuesto aquí.
J. Ramón
Criado Miguel.
NOTAS:
1.-
Por ir este documento a continuación de otro fechado en 1483 y
relacionado con el mismo asunto (arrendamientos de espacios anejos a
la iglesia de San Miguel), se ha considerado esta fecha como la del
testimonio más antiguo para documentar a Martín López. Realmente
aparece como testigo del que los transcriptores fechan en 1506 por el
que el Regimiento arrienda ese espacio anejo a la iglesia de San
Miguel. C.D.C. Nº 745.
2.-
Hay fotografías antiguas de esta casona con los escudos heráldicos
de los Henestrosa y los Zuazo a los lados del arco de medio punto de
grandes dovelas. Esta casa perteneció pues a Martín López y a
Isabel de Zuazo y no a al conquistador Diego Velázquez como en
tiempos se afirmó. Estaba en el solar que luego ocupó el popular
cine “La Muralla” en la calle de San Pedro. El error de esta
equivocada identificación, con la ubicación de la casa solariega de
los Henestrosa, lo adelantó Jorge Herrera Mesón en el nº 34 de la
revista LA VILLA,
de abril de 2008 en su artículo Los
Rojas (II), remitiéndonos
al interior de la Casa Joven para observar los dos escudos en su
situación actual.
3.-
Larios: Nobiliario
de Segovia, Tomo V pp. 156. En
la ermita de San Julián estaban los escudos de los Hinestrosa junto
a los del fundador Alonso García de León. Citado por Marqués de la
Floresta (1986).
4.-
Sobre el posible establecimiento de la Cofradía de San Gregorio por
parte del Arcediano Gómez González puede verse nuestro artículo
Las misas de San
Gregorio de la Iglesia de San Esteban. Revista LA VILLA. Nº 50.
Agosto 2013.
5.- Se refiere a Santiuste
de San Juan Bautista. Leonor López de Córdoba aparece en las
genealogías casada con Francisco de Lubiarca, Alcaide de Roa.
Acabarían estableciéndose en dicho pueblo.6.- Es curioso cómo las viñas tienen cada una un nombre propio que la identifica dentro de los pagos: Doscientos maravedíes a la viña la Menija, que es al pavo de La Moña.
7.- Velasco Bermúdez y Manuel de Rojas son sobrinos de Martín López. Los dos están en la conquista americana y tal vez hayan necesitado el dinero prestado para su empresa. Sobre el primero, Melchor Manuel de Rojas nos dice que constaba de los papeles del archivo familiar que había pasado a la conquista con Gabriel Bermúdez, su padre, y nos informa de la relación de parentesco con Manuel de Rojas. La venta de otros bienes de los hermanos Rojas a su tío Martín López, puede estar relacionada con esta necesidad de dinero.
8.- Valviadero. Lugar, hoy despoblado, en el margen derecho del río Eresma entre los términos de Pedrajas de San Esteban y Alcazarén.
9.- E porque esto sea cierto e no venga en duda otorgué mi testamento ante Diego Zorrilla, escribano, al que rogué que lo escribiese e ficiese escribir e lo signare de su signo, e a los presentes que fueron testigos, e lo firmé de mi mano, que fue fecho y otorgado este testamento en la manera que dicha es en la villa de Cuéllar, miércoles a catorce días del mes de enero, dentro en las casas de mi morada del dicho Martín López de Ynestrosa, año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil e quinientos e veinte y tres años.
BIBLIOGRAFÍA:
La
iglesia de San Esteban de Cuéllar, Segovia.
VV.AA. Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León.
Colección
Documental de Cuéllar (934-1492). B.
Velasco, J. Montalvillo, M. Herrero, S. Pecharromán. Ayuntamiento de
Cuéllar. 2010.
Alfonso de
Ceballos-Escalera y Gila. Marques de la Floresta. Los
sepulcros gótico-mudéjares de San Esteban de Cuéllar. 1986.
Melchor
Manuel de Rojas. Copia
del Cartulario del Hospital de la Magdalena. Manuscrito.
Cuéllar, 1763.
PIES
DE FOTO:
1.-
Casa solariega de los Hinestrosa, en la parte baja de la calle de San
Pedro. Desaparecida.
(Ayto.
Cuéllar. Turismo)
2.-
Iglesia de San Esteban. Asignación propuesta para los enterramientos
en el sepulcro del lado del evangelio: 1. Alonso García de León,
junto a los restos de su mujer Urraca García de Tapia, (reducidos
desde el sepulcro 2). 2. Dña. Ana Jaramillo, mujer de Beltrán
López. 3. Juana García de León. 4. Gabriel López de Hinestrosa.
(3 y 4 padres de Martín López de Córdoba Hinestrosa).
3.-
Escudo de Martín López de Córdoba Hinestrosa. Procede de su casa
de la calle de San Pedro.
Estimado señor: Desearia consultarle sobre algunas familias de Cuéllar.
ResponderEliminarUn caluroso saludo
José de Herrera
Estimado J. de Herrera. Escríbame para lo que desee a jrcriado04@yahoo.es.
EliminarUn saludo.
J. Ramón Criado.
Queda mucho por hacer, pero le responderé gustoso en lo que esté a mi alcance. Hay varios estudios en ciernes pero no han visto aún la luz.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso. J.R. Criado
Estimado José Ramón,
ResponderEliminarMuchas gracias por tu blog.
Quería pedirte un favor ¿Podrías decirme dónde pudiste acceder al artículo de Ceballos sobre los sepulcros de San Esteban? No lo encuentro en ninguna biblioteca. Gracias.
E.C.
Estimad@ E.C. Este uno de los primeros trabajos de Alfonso Ceballos-Escalera y Gila, del año 1986, se editó en un formato algo precario, desde mi punto de vista, y posiblemente tuvo una edición limitada en número y difusión. Por ello es más fácil encontrar el ejemplar en el entorno segoviano que fuera de la provincia. Yo no recuerdo ahora quién me lo proporcionó y cómo me hice con la fotocopia. En el Archivo Provincial de Segovia o bibliotecas de esta ciudad es casi seguro que lo tengan. Si necesitas algo en concreto, quedo a tu disposición. Un saludo.
EliminarJ. Ramón Criado.
Muchísimas gracias José Ramón. Un saludo
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