La toponimia ya daba cuenta de
la existencia de un campo de cuerpos en aquel lugar. Junto a la ermita del
Santo Cristo del Corporario, en el pueblo segoviano de Castiltierra, se
constató la existencia de una necrópolis de época visigoda al realizar un
desmonte para la construcción de una carretera provincial. Eran los años veinte
del siglo pasado.
Desde el primer
momento de su descubrimiento, chamarileros y gente del pueblo expoliaron y
dispersaron numerosas piezas de los ajuares que afloraban en Castiltierra.
Un curioso personaje aparece entonces en aquel escenario: Juan García Sánchez
(Sanchonuño 1889-1958), artista-pintor y después anticuario, aficionado a la
arqueología y las antigüedades. Conocedor de las noticias y rumores, acudió a
Castiltierra en el verano de 1930 y se interesó por los objetos expoliados que
los vecinos del pueblo tenían en su poder. Los adquirió para cederlos después, según
les dijo, a un museo de Madrid. El Museo Arqueológico Nacional (MAN) compró
así, entre 1930 y 1932, piezas procedentes de las intervenciones
clandestinas que el pintor de Sanchonuño había adquirido en el pueblo
segoviano. Así dio a conocer a las autoridades culturales de la República la
importancia de esta necrópolis y las actuaciones en ella de los castilterranos.
El director del MAN dedujo la conveniencia de efectuar excavaciones oficiales
en el lugar y comisionó a García para seguir recabando de los vecinos cuantos
objetos pudiera.
La prensa de la
provincia se hizo eco de los hallazgos señalando su carácter visigótico
y la importancia de los mismos. Excavar las sepulturas en Cerro Moro, fue una
actividad que se convirtió en habitual para ganarse algún dinero, pues las
adquisiciones de García para Madrid habían incentivado este fenómeno. Los
lugareños siguieron buscando cuadros, que
así llamaban a las hebillas de cinturón, con los otros objetos de los ajuares,
y un presunto gran tesoro en la
necrópolis. La afición a las excavaciones clandestinas no cesó: se siguió
excavando durante la contienda civil y en los años siguientes.
El presidente de la Diputación, Sr.
Cáceres, llamó a Segovia a García Sánchez que le informó de las actividades
llevadas a cabo por él en relación a los hallazgos de Castiltierra. Pero la
institución segoviana y la Comisión Provincial de Monumentos, quedarían
relegadas en la recepción de piezas, que sí les llegó a prometer el de
Sanchonuño.
La Junta de Excavaciones dio luz
verde a algunas de las peticiones que el pintor había presentado: excavar en la
parte sur de Sanchonuño, lugar de su residencia, y en el paraje denominado Las
Suertes, entre Bernardos y Migueláñez. En estas solicitudes se ajustó a la
legalidad vigente, solicitando permiso a los dueños de los terrenos afectados y
mandando las pertinentes memorias. Constan dos escritos de García a la Junta
dando cuenta de los resultados de sus trabajos: manifiesta que en su pueblo no
había descubierto nada digno de mención. El Sanchonuño arqueológico no era una quimera de
Juan García. La abundante cerámica antigua, que aparecía en los lugares donde
solicitó permiso para excavar, era su principal argumento y prueba de culturas
pasadas. Sin embargo, no tuvo suerte en los sitios elegidos para sus catas
arqueológicas. O las matronas de época visigoda de su pueblo, si las hubiera
encontrado, no lucirían ajuares tan ricos y vistosos como las del otro lado de
la provincia.
Cerámica de época indeterminada recogida por Juan García en
Sanchonuño y dibujada por A. Molinero.
|
La valoración que de Juan García
han hecho recientemente los arqueólogos del MAN, que han puesto orden en los
materiales de Castiltierra, es contradictoria. Se le valora una parte positiva
en su comportamiento en relación a los hallazgos de Castiltierra y su esfuerzo
por salvar las piezas excavadas por los labradores y lograr su compra, así como
su decisión de implicar al MAN en la necrópolis. Su participación y
colaboración como ayudante en las campañas oficiales de excavación fue
determinante. Negativa, en cambio, es su actitud mercantilista posterior.
Manifestó sus quejas por las bajas tasaciones unilaterales y precio pagado por
las piezas vendidas al Arqueológico de Madrid, que muestra su interés en
lucrarse en la intermediación.
Es en la reclamación, por el mal
trato recibido por los organismos oficiales, donde Juan García se arroga el
mérito del descubrimiento de la necrópolis de Castiltierra, en la que había
invertido su dinero para adquirir las piezas que vendía al MAN y por lo que
había recibido finalmente una exigua cantidad (2900 pesetas por 42 cartones con
fíbulas, collares y hebillas de cinturón). Por esto, buscó otros compradores y
museos, como el Lázaro Galdiano, y anticuarios expertos, donde conseguiría
mejores precios. Martín Almagro, director del Arqueológico de Barcelona,
adquirió en 1941 un importante lote de piezas de Castiltierra al Sordillo. El
museo catalán no quería quedarse sin materiales de este periodo histórico. Si
bien, Almagro sabe que el segoviano había compuesto las piezas que le vendió
según su gusto y criterio, mezclando elementos y cuentas de collar procedentes
de distintos yacimientos (Siguero, Duratón o Castiltierra), persiguiendo más
una querencia por lo estético que por el rigor histórico.
LAS EXCAVACIONES OFICIALES
(1932-1935)
En 1932 se iniciaron las
campañas arqueológicas oficiales, dirigidas por Navascués y Camps,
complementados por Juan García y Luis Pérez Fortea, restaurador del MAN.
Álvarez-Ossorio, director del museo, fue hábil al darle a García funciones
dentro del equipo responsable, porque vio que sus conocimientos sobre el terreno serían útiles. Así, sus gestiones
fueron importantes de cara a conseguir los permisos de los dueños de las
tierras donde se pensaba intervenir, mostrándose conocedor de los pueblos de la
zona y de sus moradores, suavizando las reticencias de Fresno de Cantespino,
del que Castiltierra ya era pedanía. La campaña del 32 duró diez días a finales
de septiembre, excavándose principalmente en las inmediaciones de la ermita y
contando para el efecto con 20 obreros en tres turnos. Se descubrieron 78
individuos de los que dos tercios dieron ajuar. La confianza del arqueólogo
Camps en el pintor de Sanchonuño era tal que algún día le dejó al frente de la
excavación. Ese año, García solicitó licencia para marchar un día antes del
final de la campaña y llegar a tiempo de las fiestas del Rosario en su pueblo.
La prensa de la provincia volvió a
hacerse eco de Castiltierra elogiando la labor de Juan García como auxiliar en
la excavación, en la que participaba muy motivado por ser el que descubrió
aquellos terrenos, de donde ahora se extraen tantos objetos antiguos.
Las excavaciones en Cerro Moro se
reanudaron al año siguiente y se aumentó el número de obreros. Las zonas
excavadas coincidían con las que había solicitado el Sordillo en su petición de
excavación. Se exhumaron 198 individuos de los que solo la tercera parte de
ellos presentaron ajuar.
Los resultados en la campaña de
1935 siguieron siendo muy positivos, pero los trabajos se detuvieron cuando
llegaron a la zona más prometedora y antigua de la necrópolis, con sepulturas
interesantísimas con espadas y ajuares sin parangón en los cementerios hispanos
de la época. Alentados por estos resultados, se las prometían muy felices para
la siguiente campaña que ya tenían autorizada, pero el conflicto bélico
desatado en 1936 truncó los planes que los arqueólogos tenían para continuar
con el proyecto.
. Ajuar típico de una sepultura de Castiltierra, procedente de las excavaciones oficiales. Época visigoda. (MAN). |
LOS NAZIS Y CASTILTIERRA.
Acabada la guerra, el nuevo jefe de
excavaciones del régimen franquista, Julio Martínez Santa-Olalla, puso sus ojos
en Castiltierra y se la reservó para sus intereses. Burgalés, falangista y
germanófilo, vio en lo visigodo el nexo cultural que relacionaba lo hispánico
con lo ario y en la necrópolis segoviana tenía los materiales que lo
fundamentaran.
Mandó a Navascués y a Camps a excavar yacimientos
de la Edad del Hierro en la provincia de Ávila y Santa-Olalla se hizo dueño de
Castiltierra. Sin embargo, no prescindió de la colaboración de Juan García que,
aunque desconozcamos su grado de implicación, se le sigue citando en relación a
las excavaciones del falangista y las que llevaron a cabo arqueólogos alemanes
invitados por Santa-Olalla. (1) El yacimiento alcanza su cenit
durante la visita del mandatario nazi Heinrich Himmler a España en octubre de
1940. Santa-Olalla, por formación, hablaba alemán y sería el intérprete del
jefe de las SS en sus visitas a Toledo, El Escorial y a Montserrat, en un viaje
con tintes esotéricos donde el reich furer perseguía poco menos que hallar el
santo grial.
. El arqueólogo Martínez Santa-Olalla, en el centro de la
fotografía, con Himmler y otros alemanes
de su séquito durante la visita de este a España en octubre de 1940.
|
Santa-Olalla
y Himmler coinciden en su interés por el mundo visigodo y por las cuestiones
ideológicas citadas. En el programa figuraba una
visita a Castiltierra el 22 de octubre de 1940, saliendo a las 10.30 de
Segovia. Días antes de la llegada prevista de Himmler, Santa-Olalla envió
a su segundo, el arqueólogo Barradas, a contratar
trabajadores para abrir tumbas en una excavación de urgencia en la necrópolis,
para la visita prevista del dirigente nazi. “Se buscaron en la comarca de Fresno de Cantespino obreros rubios y altos
para que Himmler viera la vinculación germánica”, refieren algunos autores que
han relatado recientemente este hecho. El alemán, sin
embargo, nunca pisó Castiltierra. La visita se canceló por frío, lluvias y
retrasos en el programa, igual que hubo de suspenderse la corrida organizada en Las Ventas para el alemán en el
tercer toro. Aun así, el interés germano por los restos no cedió. En agosto de
1941 arqueólogos alemanes participaron en las excavaciones dirigidas por
Santa-Olalla e informaron a Himmler. Exhumaron 400 sepulturas, según el
Arqueológico, y se llevaron materiales aún pendientes de ser devueltos.
Santa-Olalla irá pasando a un
segundo plano porque, según avanzaba la guerra en Europa, al régimen dejaba de
interesarle mantener posturas pro alemanas. Por esto, por la acción de sus
detractores y porque le colocaron algunas piezas visigodas falsificadas, que
dio por buenas y que le dejaron en evidencia, el falangista derivó hacia otros
objetivos en sus estudios.
PINTOR Y ANTICUARIO.
A nivel local,
fue un gran dinamizador de la vida cultural a través del folclore y entusiasta
de todo tipo de iniciativa en este sentido. Juan García dejó una no reconocida
huella importante en el mundo del arte y la artesanía. Con sus hijos, abordó la
pintura general de muchas iglesias de la provincia, dejando en algunos templos
obras de pincel, como en el presbiterio del santuario de El Henar, con dos
cuadros, obra del año 1945, donde se pueden seguir contemplando. (2) En el arte del
hierro forjado, fundó un taller que hoy sigue regentado por sus nietos como
taller familiar-artesano, cuyos trabajos son muy conocidos y apreciados.
Un profundo
problema de sordera condujo a Juan García al trabajo autodidacta y a la lectura
de todo tipo de libros y a esa inquietud que le llevó al conocimiento de la
necrópolis de Castiltierra. Muy habilidoso para la factura artesanal, reprodujo
y reconstruyó piezas originales del yacimiento visigodo. Fue además juguetero y
aficionado a las piezas históricas, legando a su familia un negocio de
antigüedades y el citado taller de forja artística.
Igual de
habilidoso fue para generar las adquisiciones y compras para su negocio de
antigüedades. En contacto continuo, por su trabajo de pintor, con los párrocos
de los pueblos, presuntamente negociaba con ellos el pago de parte de su
trabajo en especie, por algún elemento artístico dañado y por trueques por
retablos de marquetería que realizaban en una carpintería de Sanchonuño y que
suplían a alguno antiguo. Propuestas que hay que entender en el contexto de la
época. Juan García vivía de ello y los curas necesitaban alternativas para
pagar las obras de restauración y pintura y contarían con el permiso tácito del
obispado para dar salida a alguna obra menor para sufragar los gastos.
En octubre de 1958, una señora
muy importante de la época, Carmen Polo, recaló en auto en Sanchonuño. La
visita de la mujer de Franco se ha conservado en la memoria colectiva de los
que la vivieron. La prensa nacional hizo una reseña del evento: Visitó esta
localidad la esposa de S.E. el Jefe del estado, doña Carmen Polo de Franco.
Aunque el viaje era de riguroso incógnito, el vecindario la dispensó un
cariñoso recibimiento.
Dña. Carmen entró en casa de Juan García. Ese era el destino de
su viaje. ¿Qué interesante obra de arte reservaba el anticuario de Sanchonuño
para despertar el interés de tan distinguida y mal pagadora dama? Si lo
averiguo, prometo contárselo en la próxima ocasión.
Notas:
1 - Francisco Gracia Alonso. Relations between Spanish Archaeologists and Nazi
Germany (1939–1945). “In the excavations of 1941, Juan García, alias the Deaf, collaborated
with Martínez Santa Olalla; he was an antique merchant from whom the Barcelona
Museum had purchased objects originating from this site (Castiltierra)”.
2 -
Se trata de dos pinturas murales de considerables
dimensiones (4m x 3 m aprox.) que reproducen sendas copias de cuadros de
Murillo. En el lado izquierdo se representa el cuadro Santa Ana enseñando a leer a la Virgen (Prado) y en el lado de la
epístola se recoge La Sagrada Familia del
pajarito, también copia del pintor sevillano. Están firmados: J. García. En
el coro cuelga un lienzo de la Virgen del Carmen que luce esta inscripción en
su base: Pintado y donado por Juan García de Sanchonuño. Que decoró este
Santuario. Año 1945.
Fuentes
Archivo Parroquial de
Sanchonuño
Archivo
General de la Administración. Alcalá de Henares. La
Isabel
Arias Sánchez y Javier Balmaseda Muncharaz.
La necrópolis de época visigoda de
Castiltierra (Segovia). Excavaciones dirigidas por E. Camps y J. M.ª de
Navascués, 1932-1935. MAN. 2015.
Antonio Molinero Pérez. Aportaciones de las Excavaciones y Hallazgos Casuales (1941-1959) al
Museo Arqueológico de Segovia. Excavaciones
Arqueológicas en España, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1971.
Carlos Porro. La
indumentaria tradicional de Sanchonuño. San Benito de Gallegos. A.C., nº 8. Diciembre de 2015.
Martín Almagro Basch. Algunas falsificaciones visigodas.
1941.
No hay comentarios:
Publicar un comentario