Desde el
primer tercio del siglo XVI, se establecen en la villa de Cuéllar un grupo de
escultores y pintores que atenderán a la demanda artística de obras para las
iglesias de la comarca y tierras adyacentes. Esta demanda llegó a un punto en
el que difícilmente podría ser suficientemente atendida desde los talleres de
Segovia, Medina o Valladolid, lo que dio lugar a la aparición de la que se
conoce como escuela cuellarana, un taller local que atenderá la
demanda próxima, nutrido por artistas llegados de fuera y otros ya nacidos en
Cuéllar. Los historiadores del arte
han centrado la existencia de esta escuela durante el último tercio del siglo
XVI y primeros años del XVII, en relación principalmente a la obra de Pedro de
Bolduque y los pintores Maldonado. Sin embargo, nuevos datos aportados por
investigadores del arte, vallisoletanos y segovianos, nos permiten asegurar que
la vida de la escuela cuellarana tuvo un recorrido más largo de lo hasta ahora
creído. Hoy podríamos establecer sus orígenes en la labor iniciada en Cuéllar
por los artistas flamencos Arnao y Mateo de Bolduque, con seguridad
establecidos en la villa segoviana en torno al año 1530. La continuidad y
seguimiento a través de sus herederos y colaboradores, en la labor de talla y
ensamblaje de retablos, nos permiten afirmar que la vida de la escuela
cuellarana alcanza casi el siglo de recorrido: 1530-1620. Por lo tanto, la
existencia de esta escuela no fue tan efímera como se ha pensado hasta ahora. A
esta conclusión se llega a partir de la integración de los datos aportados por
los investigadores aludidos y por los que presentamos, concluyentes, además,
para establecer las relaciones de parentesco entre los Bolduque cuellaranos y
los de Medina de Rioseco. Atenderemos más a los datos biográficos de los
integrantes de la escuela, porque conocidos mejor los protagonistas, y sus años
de actividad, entendemos que se facilitará la identificación de sus obras.
LOS PRIMEROS BOLDUQUE EN CUÉLLAR.
No debe sorprendernos la
presencia de artistas de origen flamenco en la provincia de Segovia, y en la
misma Cuéllar, pues desde mediados del siglo XV una legión de arquitectos,
pintores y artesanos llegados desde Flandes pasó por todas las ciudades
españolas, modernizando el estilo gótico entonces imperante, originando el
conocido como estilo hispanoflamenco.
El primer precedente lo hallamos con la presencia en Cuéllar de Hanequín de
Bruselas, arquitecto llamado por Beltrán de la Cueva en 1465 para reforzar el
castillo, y la de su propio hijo Hanequín de Cuéllar.
Ya en el siglo XVI, recalaron
en la villa segoviana Arnao y Mateo de Bolduque, entalladores-escultores
portadores de un nuevo estilo, a los que por lo menos les unía una profesión
común y su lugar de procedencia (Bois-le-Duc, villa flamenca hoy ciudad
holandesa). Ignoramos quién y para qué obra fueron llamados a Cuéllar, pero
podemos asegurar que Arnao se establecería en la villa dando origen a un taller
que se consolida en el tiempo a través de sus herederos y colaboradores. Sin
embargo, podríamos fechar su llegada a Cuéllar en torno al año 1530, sino
antes. El análisis del libro de bautizados de la iglesia de San Pedro, de la
que consta que ambos fueron parroquianos, nos permite hacer esta afirmación, a
la vez que nos facilita poder cerrar algunas dudas pendientes hasta ahora sobre
las biografías de Arnao y Mateo de Bolduque, sobre todo en cuanto a su relación
de parentesco.
Era la parroquia de San Pedro
una de las colaciones de Cuéllar localizada intramuros en la parte baja de la
villa. Su ábside fortificado constituía una auténtica torre fuerte en la línea
de defensa de la muralla. Los parroquianos de esta colación se dedicaban a
oficios artesanales y los propios del sector servicios: sastres, carpinteros,
zapateros, barbero, boticario, escribano, cordonero, tundidor, tabernero,
albardero. Y algunas de las familias de las de más renombre de la villa tenían
también sus casas en la parroquia: los Bermúdez, los Arellano, los Rojas y los
Hinestrosa. Estas dos últimas tenían su casa solar confrontadas, a uno y otro
lado de la calle de San Pedro, en el arranque de dicha calle hacia la plaza y
sus entierros en San Francisco y en la iglesia de San Esteban, respectivamente.
El registro de bautizados en
la parroquia de San Pedro, siguiendo las directrices de la Contrarreforma, se
inicia en el año 1536. La primera partida anotada corresponde precisamente a
una hija de Arnao de Bolduque: A diez e
ocho días de junio, Arnao de Belduque, entallador, y su mujer Ana Muñoz,
cristianaron a su hija Leonor. Su padrino fue García Bermúdez, su madrina
Isabel de Çuaço. Y yo, Antonio Bermúdez, teniente de cura, que la cristiané y
lo firmé de mi nombre. Antonio Bermúdez.
Tenemos así a Arnao de Bolduque (Bois-le-Duc,
Flandes, h. 1505-Cuéllar, h. 1560), perfectamente documentado, residente en la
villa de Cuéllar y casado con Ana Muñoz, hija de Juan de Portillo, sastre,
presuntamente parroquiano también de San Pedro. Los hijos mayores del
matrimonio, Diego y Juan de Arnao (nunca llamados Bolduque en su edad adulta),
quedan fuera del registro por haber nacido en años anteriores, lo que nos lleva
a fijar el matrimonio hacia el año 1530. Arnao habría llegado a Cuéllar algún
año antes de esa fecha junto a Mateo de Bolduque; podemos imaginarlos viviendo
en la misma casa-taller en la parroquia de San Pedro.
Siguiendo la costumbre de que
fueran padrinos en los bautismos miembros de la misma parroquia, hallamos
citados juntos en una partida del año 1538 a Arnao de Bolduque y Mateo, su
cuñado (sic), con lo que el parentesco entre ellos es, cuanto menos, político
por haber casado Mateo de Bolduque con Juana Muñoz, hermana de Ana, la mujer de
Arnao. Esto nos confirma la coincidencia de ambos artistas flamencos durante un
periodo de entre ocho y diez años trabajando juntos en Cuéllar, hasta la salida
de Mateo hacia Medina de Rioseco en el año 1542.
Fruto del enlace de Mateo de
Bolduque con Juana Muñoz, aparece la partida del que sería el primer hijo del
matrimonio en el año 1541, Juan Mateo de Bolduque (figura registrado solo con
el nombre de Mateo en la entrada): Sábado
trece días del mes de agosto de mil quinientos y cuarenta e un años, se
cristianó un hijo de Mateo de Belduque, flamenco, y de Juana su mujer, llamose
Mateo. Fueron sus padrinos Jaques, cocinero del duque, y Arnao flamenco y su mujer,
de Juan de Portillo sastre, y la de Arnao parientas del bautizado de parte de
la madre y la de Arnao hermanas. (Frutos de Mercado, cura).
A pesar de la deficiente redacción de la
partida, esta aporta importantes luces al objetivo de nuestro estudio y nos
sorprende que haya pasado desapercibida para otros investigadores que han
utilizado este libro de la parroquia de San Pedro. Se confirma el parentesco
entre los Bolduque cuellaranos y los de Medina de Rioseco: eran primos por lo
menos por parte de las madres, Ana y Juana Muñoz. Y Juan Mateo Bolduque, nacido
en Cuéllar de madre cuellarana, sería a la muerte de su padre, el Maestre
Mateo, el continuador del taller de este en la villa vallisoletana.
Con una cadencia de tres años,
Arnao de Bolduque y Ana Muñoz bautizaron a otros tres hijos en los años
siguientes en San Pedro: María o Mariana (1543), Isabel (1546) y en marzo de
1549 a Hernando. Parece ser que los dos últimos murieron párvulos, pues no
aparecen citados en documentos posteriores. También cabe la posibilidad de que
Juan de Arnao naciera entre Leonor y Mariana, hacia 1540, y que no esté
registrado en los libros de San Pedro por las razones que fueran. Afirmamos
esto porque para el año 1561 se deduce que Juan no alcanzaba la mayoría de edad
de la época (25 años).
Un año después del nacimiento de
su último hijo con Ana Muñoz (en septiembre de 1550), Arnao aparece citado como
viudo y concertando su matrimonio en segundas nupcias con la vallisoletana
Francisca Ortiz, hija de Catalina de Oviedo, viuda de Ortuño de Marquina,
cantero. Noticia dada a conocer por el investigador Rojo Vega, la escritura
fechada en Valladolid dice: es tratado
palabra de casamiento entre Francisca Ortiz, mi hija y del dicho mi marido, y
Arnao de Belduque, entallador vecino de Cuéllar, natural del condado de
Flandes, del lugar de Belduque. La novia aportará al matrimonio como bienes
dotales 45.000 maravedíes, en dinero y ajuar.
Once años después, en 1561
Francisca Ortiz figura casada en segundas nupcias con el maestro en carpintería
y albañilería Francisco López Curiel,
(1) posiblemente colaborador de su primer
marido en el taller de este, y establecido en Cuéllar, donde figura como
vecino. La noticia fue aportada por Manuela Villalpando pero de manera confusa,
lo que ha confundido aún más a otros historiadores que no cotejaron la fuente.
Presenta Villalpando la escritura como un documento para ejercer la curaduría
de Juan de Bolduque y su hermana, esto es la obligación de custodia y
manutención de los menores. Pero en realidad lo que nos encontramos es un
pleito entre los hijos de Arnao de Bolduque (Juan y Mariana Bolduque), y su
madrastra y el nuevo marido de esta. Francisca Ortiz pretende recuperar los
bienes dotales que aportó a su primer matrimonio. Y como sus andados, los hijos de Arnao de Bolduque,
no concurrieran al pleito en defensa de lo que les pudiera corresponder de la
herencia, se les nombró un curador ad
litem para esta causa. Este es el tipo de curaduría a la que se refiere el
poder. Finalmente, parece que Francisca Ortiz recuperó lo que consideraba que
era suyo. (2)
Trazada hasta aquí la vida de
Arnao, deberíamos considerar el año 1542 como un momento importante en la
trayectoria de su taller. Por un lado, se producirá la salida de su cuñado
Mateo de Bolduque hacia Medina de Rioseco, para establecerse allí. Por otro,
coincidirá con la llamada que Arnao hizo a los pintores Maldonado (con toda
seguridad a Juan Maldonado ya en ese año) para que trabajaran a sus órdenes.
(Continuará)
El artículo completo fue publicado en la revista de la Semana Santa de Medina de Rioseco del año 2019. Puedes leerlo en el siguiente enlace a partir de la página 60 de dicha revista.
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