Entre las costumbres de
Sanchonuño (Segovia) hay una que se mantiene, después de haberse dejado de
hacer durante las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, y a la que
merece la pena dedicar la atención para desentrañar su significado. Tratar de
ver qué es lo que se esconde detrás de su nombre. Esta fiesta es la que se
conoce como la “Sierra Vieja”.
La Sierra Vieja es una cuestación
que los niños y niñas realizan con sus maestros el jueves que caiga
aproximadamente en mitad de la cuaresma. Los chicos van por las casas del
pueblo pidiendo comestibles (huevos, patatas, torreznos, arroz…) con los
cuales, en algún lugar concreto, se prepara una comida para todo los muchachos,
a las que asisten sus maestros, y que es cocinada por las madres o alguna persona
mayor.
Preguntando a la gente mayor del
pueblo, que han vivido en su niñez esta costumbre, ninguno nos supo explicar su
origen o significado de su nombre. Cuando vivimos la fiesta nos quedamos con lo
lúdico y divertido de la misma (más un día sin escuela) sin preguntarnos otras
cuestiones sobre la misma.
Nos queda como recurso analizar
los elementos inmateriales de esta manifestación para tratar de explicarla. El
primer elemento, en este sentido, es el componente musical: las canciones que
cantan los niños al llegar a las casas a pedir. Las que se han conservado (no
sabemos si alguna vez se cantaron otras) son estas dos:
Angelitos somos
del cielo venimos
a pedir por Dios
huevos y torreznos
si no nos los dan
la puerta
serraremos.
Cuchillitos de oro
veo relucir
tocino y longana
nos van a partir.
Cuchillitos de oro
veo relumbrar
tocinito y longana
nos van a sacar.
El otro elemento a analizar es
el serrucho como arma “coactiva” para presionar en las casas. Para que aporten
lo que sea, si no se amenaza con serrar la puerta, que parece que no tiene que
ver nada con “serrar la vieja”. (Al
final, el buen humor llevaba a que los que pedían marcaran la puerta con un
ligero golpe de serrucho). Hay, pues, materialmente un serrucho para serrar,
pero ¿dónde está la “vieja”?
LA CUARESMA
Julio Caro Baroja, gran
estudioso de las costumbres ibéricas, en su libro El carnaval, aborda las cuestiones relacionadas con la Cuaresma. Señala
cómo este periodo, que precede a la Semana Santa, desde muy antiguo era muy
rígido desde el punto de vista religioso. Se prohibía incluso dar culto a los
santos y había otras prohibiciones severísimas, como celebrar matrimonios o
bautizos. Juegos y espectáculos quedaban clausurados. Otras leyes de carácter
civil hacían de la Cuaresma un periodo de excepción. Por el contrario, los
servicios religiosos se multiplicaban, así como las comuniones y sermones. Las
alegrías exteriores se limitaban por completo.
Con todo esto, no era de
extrañar que a la gente no se le ocurriera otra cosa que representar a la
Cuaresma como una “vieja”.
Así, en Madrid y otras
localidades era costumbre hacer el mismo Miércoles de Ceniza una gran vieja de
cartón o papel, con siete piernas flacas, que simbolizaban las siete semanas de
la Cuaresma, cuya representación era dicha vieja.
Esta representación de la
Cuaresma mediante la vieja de las siete patas se popularizó mucho y cada casa
tenía la suya a modo de calendario: por cada semana de la cuaresma que pasaba
se le cortaba una pata a la vieja. Por razones de economía, lo normal era
doblar dicha pata y así servía para años posteriores.
Relacionado con lo dicho hasta
aquí, existía también la costumbre de “partir la vieja”. Parece ser que en el
siglo XVI la gente de Madrid se reunía en la Plaza Mayor, a mitad de Cuaresma,
con el objeto de ver partir o “aserrar” a una vieja. Acudían con escaleras,
linternas, faroles y velas y veían, o fingían creérselo, que era posible ver
partir a una mujer anciana por la mitad. Este acto indicaba que el periodo
cuaresmal también se había partido. (La cosa tenía mucho de broma y guasa
porque corría la voz de que si las velas se apagaban, bien por un golpe de
viento, bien por intencionado soplo de los graciosos, no se vería tal partición
o “aserramiento”.
En Andalucía, otros
testimonios dan cuenta de que en el siglo XIX los niños se disfrazaban e iban
tocando tambores y matracas y gritando “¡A
serrar la vieja, la pícara pelleja!” Por la noche, los mayores llamaban a
las puertas repitiendo lo mismo. Al final, se aserraba por la mitad la figura
de una vieja que representaba la Cuaresma.
Estos datos nos invitan a
pensar que el elemento que ha perdido la “Sierra Vieja”, en Sanchonuño y otros
pueblos, es ese monigote de madera en forma de vieja, que representaba la
Cuaresma. Nos encontramos aquí ante una sierra vieja esquematizada por dicha
pérdida.
Las similitudes con otras “sierras
viejas” aparecen también en regiones tan distantes como en Cataluña. En
Planes y el Vallés también existía esta
costumbre de serrar la vieja. El tercer miércoles de Cuaresma los chicos, en
grupos de tres, recorrían el pueblo. Uno llevaba una sierra, otro un trozo de
madera y el tercero una cesta. Delante de las casas conocidas se paraban a serrar
la madera, cantando al compás:
que fá de bon será
tres de pá
tres de vi,
tres de carn de bou,
donéunos la paga
que ja hem serrat prou.
Donéunos una butifarra
que la serra está a mossada.
Donéunos un pasell d´ous,
que demá será dijous.
De esta manera hacen su
cuestación o pedida de alimentos. Sorprende el parecido de esta canción con las
de Sanchonuño y las otras recogidas por Pablo Zamarrón en la provincia de
Segovia. Parecido no solo en la letra, sino seguramente también en el ritmo.
En pueblos del sur de Navarra
existe todavía la costumbre de ir a “matar la vieja”, a mediados o fines de
Cuaresma. Allí tampoco hacen representación de la Cuaresma. Los chicos con
palos recorren el pueblo cantando:
A matar la vieja
por todo el lugar;
si no nos dan huevos,
ellas caerán.
En las casas que no les dan
huevos golpean las puertas de tal forma que están a punto de caer, y en algunos
sitios tiran realmente las puertas de casas en ruinas.
J. Ramón Criado
(Versionado a partir del
artículo publicado en la revista “Espadaña”, nº 4, mayo-junio 1986, páginas 14
y 15)
Hace años publique como se celebraba en Santovenia la Sierra la Vieja. Por la mañana se engalanaba una cruz de madera con cintas de colores que portaba un niño o niña mayor. De la cruz colgaban dos cintas que cogían dos niños pequeños.
ResponderEliminarRecorriamos todas las casas del pueblo cantando una canción que decía " Ángeles años, del cielo venimos, cestas traemos, huevos pedimos, si no nos dan en el paraíso lo verán. En que pareiso? En el de Jesucristo, en el de Santiago, florido y amado, amen Jesús. Esta casa es un palacio, la señora es una reina si nos quiere dár limosna á l9s niños de la escuela. Si nos dan huevos que no nos los den hueros, si nos dan cuartos que no nos los den falsos y si no nos dan na que no nos entretengan mas.
En cada casa se rezaba por los difuntos,por las animas del purgatorio y por nuestras aplicaciones.
Por la tarde se salia de mer8enda, normalmente a Teldomingo y nos juntábamos con los niños de Femenino y Laguna.
Jugábamos hasta la hora de la merienda y después en un gran corro sacabamos cada uno nuestra fiambrera.. Se rezaba una oración que un año en medio del corro dirigió Jesús Chamorro.
Eran los tiempos de Doña Carmen, de feliz memoria.
Los niños pequeños que no iban a la escuela también salían a la era. Nada mas llegar se comían la merienda a las tres de la tarde y se volvían a casa.
ResponderEliminarSoy Santos Llorente.
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