De Raymond Queneau, de su novela Les Fleurs bleues (París 1965).
Hablan el duque de Auge y su capellán:
-¿Exactamente qué queréis saber.?-Lo que piensas de la historia universal en general y de la historia general en particular. Te escucho.
-Estoy bastante cansado –dijo el capellán.
-Ya descansarás más tarde. Ahora, cuéntame, este Concilio de Basilea, ¿es historia universal?
-Pues sí: es historia universal en general.
-¿Y mis pequeños cañones?
-Historia general en particular.
-¿Y el matrimonio de mis hijas?
-Desgraciadamente historia événementielle. Microhistoria a lo sumo.
-¿Historia qué? –gritó el Duque de Auge-. ¿Qué demonios de lenguaje es éste? ¿Qué día es hoy? ¿Pentecostés?
-Le ruego me disculpe, señor. Ya ve, son los efectos del cansancio.
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